Vigésimo segundo capítulo

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[No lo voy a hacer.]

Mis ojos se abrieron después de haber estado durmiendo por no sé cuanto tiempo al sentir unas caricias en mi rostro.

—Mis ojos estaban entrecerrados— Despierta, ya llegamos... —la voz de Bakugo hizo que tomara más consciencia.

Me acomode mejor en el asiento, enderezándome. Vi desde la camioneta la casa del squad de Bakugo, y sólo de imaginar qué tal vez los demás iban a estar adentro hacia que fuera muy difícil para mi bajarme e ir a la casa.

— Ya te dije que no voy a permitir que te molesten —volvió a hablar, Bakugo.

Puse mis ojos en él, y suspire.

— Vamos... —al decir eso, abrí la puerta de la camioneta para poder bajarme.

Tenía la toalla aún enrollada en mi cuerpo, manteniéndome caliente. Antes de cerrar la puerta de la camioneta tomé mis dos mochilas, y me los acomode en cada hombro. Cerré la puerta, y camine hasta estar a un lado de Bakugo. Con pasos lentos fuimos hacia la puerta de la casa, y al estar frente a la entrada, Bakugo sacó sus llaves de uno de los bolsillos traseros de su pantalón. Metió una de las llaves en la cerradura de la puerta, y quito el seguro.

Abrió la puerta, dándome paso para entrar a la casa. Tal como espere, los otros estaban en la casa, y al escuchar nuestra llegada fueron a donde nosotros con rapidez.

— T/n... —Ashido me llamo por mi nombre, en un tono bajo de voz.

Yo me quedé callada, mirando a todos seria. Cuando Ashido dio un paso al frente para acercarse a mi, Bakugo la detuvo.

— Mina, no —demandó, haciendo que ella retrocediera.

No sé qué mirada les estaba dando Bakugo, pero sea la que sea, provocó que ellos se apartaran a un lado.

— Ve a mi cuarto, llevaré ropa seca en un momento —aviso, y yo asentí con levedad.

Ignorando la presencia de los otros camine hasta donde Bakugo me había dicho. Ya conocía la casa desde la primera vez que vine, así que no tarde mucho en llegar a la habitación. Cerré la puerta, y al hacer eso, camine hasta llegar a la cama, pero en vez de sentarme encima de ella, me deslice hasta sentarme en el suelo. Mi mente estaba en blanco, no sabía que hacer, y lo único que llegaba vagamente a mi cabeza era que había perdido a la única persona que me quedaba.

Mi mejor amigo.

Tal vez si hubiese sido otra persona no me hubiera importado, pero era Keigo. Una persona que estuvo conmigo en uno de los momentos más difíciles de mi corta vida sin importar todas las cagadas que yo había hecho, y seguía haciendo. Él se mantuvo ahí conmigo, sin apartarse ni un segundo de mi. Yo fui la que tomó la decisión de alejarse, ya que mamá había decidido cambiarme de academia, y la casa de Hawks quedaba un poco lejos. Pero, ahora lo perdí. Ya no lo tengo, y todo por dejarme llevar, por actuar con mi maldita impulsividad al ver que Bakugo estaba con Camie.

Había vuelto a joder todo, igual que siempre. La puerta del cuarto se abrió, y Bakugo entró, cerrando la puerta al final. Se acercó a mi, y se agachó para poder tener mi completa atención.

— Ten —me ofreció la ropa— te quedará un poco grande, pero creo que es mejor que estés cómoda —hablaba un poco tosco, pero sabía que esa era su forma de ser.

Quise reír por un momento por que se me había olvidado con toda esta mierda que yo tenía ropa seca en uno de mis bultos, así que no había necesidad de que Bakugo me prestara ropa. Ojeé un poco lo que él tenía en sus manos, y pude percatarme de que la ropa era de él. El olor de detergente se mezclaba con el natural de Bakugo, lo sabía por que mi sentido del olfato siempre ha sido bastante agudo. Decidí ignorar que yo tenía mi propia ropa, y tomé lo que Bakugo me ofrecía.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora