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Los veinte minutos habían pasado y la pareja de jóvenes no había desaprovechado en despedirse una vez más.

Rápidamente todos se despidieron entre sí, y en pequeños comenzaron a irse a sus respectivos edificios. Aizawa no se quedó para verificar que todos cumplieran, simplemente confío en que no serían lo suficientemente tontos como para no acatar una órden dos veces.

Aún así, Tsukiyama se arriesgó. No podía irse sin despedirse de él y obviamente él tampoco la dejaría irse así como así ya que estaba en la entrada del elevador esperándola. Cuando las puertas se abrieron ella solo sonrió y lo abrazó.

-No me extrañes tanto eh. - Le decía tranquilamente la media peli roja.

Bakugo solo chasqueo la lengua y la abrazó con más fuerza. - Si te sientes mal, me importa un carajo el castigo o que nadie vaya a esa maldita isla; tu me avisas y yo voy por ti.-

Ella sólo arqueó una ceja y se quedó observando aquellos ojos rojizos. -¿Y como te avisaré si no puedo estar a tres ciudades de ti? No creo que me de tiempo de hacer una señal de humo.-

En ese momento, el rubio pasó tranquilamente una mano y acomodo el pelo de la chica detrás de su oreja y escuchó un pequeño 'bip'

Ese ligero brillo en sus ojos como de niño chiquito cuando su travesura resultaba exitosa confirmaban sus sospechas y ella solo rodó los ojos. Ni siquiera podía sorprenderse, era obvio que no iba a estar más de un mes lejos de ella. - Será mejor que me vaya, ya me pasé de los veinte.- Decía.

Sin más que decir, Bakugo la acompaño hasta la puerta y tomó camino hasta el edificio que le había tocado.

La instalación fue rápida aunque comenzaba a extrañar su habitación.

- Revisa que no haya micrófonos, encontré uno debajo de mi cama y otros cuatro por la ventana, la entrada y el baño. Pensó en todo.- Escuchó a Bakugo decir.

Comenzó a inspeccionar su habitación meticulosamente, cada pequeño rincón. Pasaba la punta de su dedo por cada grieta, cada pequeño relieve en busca de algo. Desde el suelo hasta la pared hasta que finalmente encontró uno, del tamaño de un grano de arena. Tan pequeño y aún así tan fácil. Estaba justo en el marco superior de la ventana, en la esquina izquierda.

- Debería sacar todo de una vez antes de que me de sueño...- Murmuraba.

- Con la punta de tu uña tocalo dos veces, suavemente. Sentiras una corts vibración, se va a desactivar pero ellos lo verán como si estuviese activo. -

Simplemente obedeció.

- ¿Revisaste el baño?- Ella solo suspiró como respuesta.

- Levanta con cuidado la tapa yo encontré el mío ahí. Empieza por la cosa esa que tiene agua.-

No la veía, pero en cuanto oyó eso hizo una cara de asco pero no le quedo más remedio que hacerlo.

El tercero estaba en el suelo, justo a mitad de la habitación.

- El cuarto podría estar en tu clóset. -

- ¿Se supone que en esta cosa pequeña me deba entrar toda la ropa? - Se decía a sí misma.

No había nada, ni arriba, ni abajo, ni en los rincones o las puertas.

- Los focos.-

Y efectivamente, en la lámpara de escritorio estaba.

- Deben ser cuatro, revisé todo el edificio para confirmarlo. Ya puedes hablar.-

- Si que desconfía de nosotros.-

Mi otra mitad (TodorokixReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora