162

208 6 0
                                    

Día 7

—¿Acaso no piensas levantarte?— una voz me decía.

Más dormida que despierta una voz escuché, conocía esa voz así que solo gruñí al escucharlo.
Y seguido de ello, cinco toquidos a mi puerta mientras otra persona entraba como si nada. —(T/N) - chan, ¡acaba de llegar mi reserva especial!— la melodiosa voz de Aoyama me decía mientras sentía algo en mi boca.

Me levante algo aturdida hasta que procese el sabor, sutil y pronunciado. —Es muy temprano para el queso.— Murmuré.

—¿Que acaso ese raro no tiene otra cosa que hacer?—

—No seas grosero.— le decía a Bakugo.

—¿Bakugo-kun?—

—Me encantaría decir que es alguien más pero no es como de que tenga muchas opciones.—

—Tsk.—

—Hay que preparar esto para la hora de la comida.—

—¿De la comida? ¿Que hora es?—

—La una de la tarde.— Decía Aoyama mientras me enseñaba su reloj.

—Wow... creo...que dormí bien.—

—Yo me fui a las cuatro, me levanté a las tres para ver cómo estabas pero ya estabas profundamente dormida.—

—Al menos sirve de algo.— Murmuraba Katsuki.

Hace unos días le conté a Aoyama sobre el intercomunicador y que solo podía hablar con Katsuki. El aún recordaba aquella noche en que me puse mal y se ofreció a cuidarme. Al principio me negué, pero era algo que Kacchan había escuchado y prácticamente me había obligado a aceptar. Aunque pensándolo bien, aún no sabía que tanto control de mi quirk tenia. Lo que menos quería era poner en peligro a más gente. Debo admitir que haber accedido a eso me ha acercado más a Aoyama, en verdad era una buena persona. Escucha siempre lo que digo, sorpresivamente es gracioso y su compañía en verdad es difícil de pasar por alto.

—Báñate, te espero en media hora en la cocina, iré a sacar todo.— decía emocionado el ojo violeta.

—¿Y ya revisaste que esa engreída no usara la cocina?—

—Sip.—

Sakatsuki en verdad se había tomado enserio lo de no acercarse a los demás, y tampoco es que intentara lo contrario. Había establecido horarios muy estupidos en los cuales podíamos bajar a la comida, o a lavar la ropa. Nos trataban como escoria, o más bien ella nos trataba como escoria. Era el otro lado de la comunidad en UA, era imposible que todo fuera rosa.
Me paré y me cambié la ropa sin mucho afán.

—¿A donde vas?— pregunte mientras escuchaba por el otro lado a Katsuki caminar.

—A entretenerme un rato.—

Observe a través de la ventana y note que hoy era un día soleado y hermoso; si tan solo pudiese salir a disfrutarlo...

Al poco tiempo escuché como empezaba a ajustar algo, fruncí el ceño intentándolo descubrirlo y al reconocer el sonido en verdad me emocioné. —¿Es tu batería?—  Hacía mucho tiempo que no lo escuchaba tocar.

—Está aquí desde que nos fuimos voluntariamente a la fuerza, nadie ha dicho que era parte del castigo.—

Y entonces comencé a escuchar una melodía que conocía a la perfección, una que me había tocado una infinidad de veces que podría incluso tocarla de memoria sin yo saber nada de la batería. Una sonrisa apareció en mi rostro pero también me sentía un poco avergonzada.
Katsuki tiene un talento natural para la batería, pero lo que ni el ni yo sabíamos es que también tiene un don con su voz. No exagero cuando digo que su voz en verdad me vuelve loca, tiene una voz muy potente, expresiva y hermosa. En aquellos tiempos, las palabras nunca salían de nuestras bocas cuando alguien la cagaba. Era la desventaja de dos personas orgullosas, hasta que un día, el descubrió la solución perfecta a ese problema.

Mi otra mitad (TodorokixReader)Where stories live. Discover now