CAP 1 DESASTRE PELIRROJO

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"Entonces te vi, y todas las canciones de amor tuvieron sentido".

Eran casi las 8 de la mañana y un día más comenzaba dentro del edificio más lujoso, impresionante y conocido de la ciudad de Nueva York, Rogers Business Association. Empresa familiar que no solo era dirigida por el hombre más apuesto e interesante que hubiese existido en la historia sino que también era un lugar en el que no se admitían los retraso y mucho menos equivocaciones de gente inepta que no hacía bien su trabajo. Si, la exigencia era una tortura, pero el cheque que llegaba a fin de mes aliviaba cada uno de los sacrificios que implicaban madrugar para atravesar la ciudad y llegar a tiempo.

-¡Corre, pequeña hormiga, corre o llegaremos tarde!

Liz soltó una pequeña carcajada después de haberle gritado a su encantadora y mal humorada mejor amiga cuando la vio bajar del taxi que se había estacionado detrás del suyo.

-¡No puedo más, Liz! Dile a los jefes que mi auto se averió y que no podré asistir hoy. No mejor di que mi hámster Roberto murió esta mañana.

Nat lloriqueó con dramatismo mientras Liz la tomaba de la muñeca para arrastrarla junto a ella, debían correr ya mismo si querían entrar a tiempo a la oficina.

-Nat, tú no tienes auto y mucho menos tienes un hámster llamado Roberto. -Liz la miró mal para después continuar.

-En todo caso es imposible. Es nuestro primer día y no podemos dar una mala impresión al llegar tarde. Además si acumulamos más de 3 retardos nos quitarán el apoyo económico que la empresa les da a sus practicantes. ¿Crees que esos taxis se pagarán solos? ¿Qué las margaritas del fin de semana aparecerán mágicamente en nuestras manos?

Liz bufó y Nat quiso llorar, odiaba levantarse tan temprano, pero Liz tenía toda la razón. Se habían esforzado mucho para ser aceptadas ahí como para arruinarlo.

-¡De acuerdo, si, tienes razón, pero no puedo correr más! Deberías cargarme en tu hombro, como en los viejos tiempos.

-¡En tus sueños, pelirroja! Mejor mueve ese sexy trasero y piernas pequeñas que tienes o no alcanzaremos el elevador. Primero debemos reportarnos en el 4to piso.

Nat refunfuñó indignada y Liz solo pudo rodar los ojos mientras su amiga era arrastraba como una niña. Ambas pasaron su tarjeta en el checador de la entrada, sus tacones resonaron fuertemente contra el piso de mármol y prácticamente corrieron como un par de desquiciadas por todo la primera planta para tomar el elevador que estaba a apuntó de cerrar sus puertas.

-¡Noooo! ¡Detengan el elevador!

Liz chilló angustiada y antes de que Nat pudiese reaccionar fue lanzada como toda una bola de boliche para impedir que ambas se quedaran botadas en la planta baja.

El tiempo pareció detenerse y Nat solo tuvo un instante para gritar por todo lo alto, maldecir a la castaña muy a sus adentros y cerrar los ojos en espera de que la puerta de metal chocara contra su rostro.

-¡Ahhhhhhh, demonios, Liz!

Sin embargo, fue la dureza de un enorme roble que olía tremendamente exquisito lo que la detuvo después de haber cruzado las puertas del elevador como todo un jodido huracán pelirrojo, estampándose bruscamente contra el pecho de algún desconocido que como cualquier persona normal traía su vaso de café consigo.

-¡Ahhh maldición, está caliente!

El hombre se quejó y Nat enseguida retiró sus manos del aquel par de hombros firmes de los que se había sostenido para no caer. El sujeto miró la mancha sobre su impecable y pulcro traje gris para después mirar mal a la única culpable de que ahora tuviese que llegar tarde a su próxima junta.

Lღcɑʍєитє Eиɑʍღʀɑdɑ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora