CAP 20 IMBÉCILES

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"Me da igual que en el mundo existan miles de hombres, porque el único que consigue que mi corazón lata como loco eres tú. Siempre tú".

-Liz, no te parece que se nos pasó la mano un poquitito... Siento que no puedo respirar con esta ropa y estos zapatos me encantan, pero me lastiman, por eso no los había usado de nuevo.

Nat se quejó mientras se miraba frente al espejo del baño como por décima vez. Liz había insistido en qué ambas fuesen un poco más arregladas a la oficina ese día y ante el calor del momento no pudo negarse y ahora se arrepentía con toda su alma. Los tacones la estaban matando y apenas llevaba menos de un par de horas con ellos. Iba morir.

-La belleza cuesta, bebé. ¿Notaste cómo nos miraba todo el mundo cuando entramos al edificio? Esos maldito hasta detuvieron la puerta del elevador para esperarnos.

Liz celebró muy emocionada, saco un pinta labios del escote pronunciado en V de su mini vestido todo entallado azul eléctrico que llevaba puesto para luego delinearse los labios. Quería que lucieran aún más gruesos e hidratados.

-Es antinatural... Prefiero verme bonita con la ropa sencilla de siempre que verme sensual y estar toda incomoda.

Nat hizo un pequeño berrinche antes de mirar nuevamente su reflejo. Al menos su cabello lucía casi igual. Al frente se había dejado un par de mechones rebeldes que perfilaban su rostro juvenil mientras que el resto de su cabello yacía recogido con una coleta alta que le quedaba de maravilla, dejando que su fino cuello pálido luciera un poco más que de costumbre.

Liz le había insistido para que se pusiera una falda color vino entallada que le llegaba varios dedos por encima de las rodillas y que además tenía una indiscreta abertura en la parte derecha de su muslo. Se había puesto una elegante blusa color blanca de botones con mangas abullonadas. La prenda le quedaba tan pegadita que apenas y le habían cerrado los últimos botones debido a que su busto ocupaba la mayor parte del espacio libre.

Demonios, estaba tan justa que incluso la tela de su blusa se entreabría entre un botón y otro dejando el encaje de su sujetado se asomara y eso le estaba molestando. Natalia se sentía mortificada, y no es que nunca hubiese vestido tan atrevida, lo que sucedía es que temía que su mala suerte hiciera de las suyas. Le daba mucho pesar el que pudiese hacer el ridículo frente al señor Rogers y el pensamiento catastrófico de que al dar una respiración profunda le pudiese sacar el ojo a algún desgraciado mirón cuando alguno de los botones de su blusa reventara. Eso era una tontería, algo imposible de suceder o ¿no?

-¿Te pusiste el bra rojo que te di en la mañana? -Liz giró con una mano en la cintura para mirar a su amiga, se veía de infarto.

-Si...

Nat esbozó una mueca de desagrado, para luego abrochar un botón más de su blusa para que su escote no se viera tan pronunciado. No le agradaba mucho la idea de que cualquier extraño se quedase mirando el valle de sus senos. Ya no quería, quería volver a casa para cambiarse o tal vez correr hasta su bolso y ponerse sus tenis flats blancos de siempre que había traído a escondidas de Liz para estar una pizca más cómoda.

Estaba segura de que podría verser sensual con cualquiera otro outfit que no fuese ese que la estaba destripando.

-Ya deja ahí, bebé... ¿Qué chiste tiene que te hayas puesto está ropa tan sexy si no vas a querer explotar todo tu potencial? Tienes el cuerpo que cualquier chica desearía tener así que deja ya de ser tan pudorosa, piensa en que llamarás la atención del viejito a como tanto deseabas. No te quitará los ojos de encima. Tenlo por seguro.

Liz caminó hasta Nat para acomodar el cuello de su blusa y volver a desabotonar el botón, abrió su escote un poco más de lo formalmente debido y retrocedió para mirarla de pies a cabeza. Liz sacó un segundo labial de su escote y Nat casi se atraganta.

Lღcɑʍєитє Eиɑʍღʀɑdɑ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora