CAP 61 HÁBITOS

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"Porque sin buscarte, ando encontrándote por todos lados, especialmente cuando cierro los ojos". Tu, el amor de mi vida.

Especial y final del tío Chad y la tía Rachel

-Hmmm... Hormiguita, apaga la alarma, aún es muy temprano.

Liz se quejó antes de girar bajo el gran cobertor y cubrirse de pies a cabeza, zarandeando una segunda vez a la pelirroja que dormía profundamente al otro extremo de la cama.

-Ashhh, Liz, deja dormir... -Nat se enrolló para seguir durmiendo, pero Liz la zarandeó una tercera vez para que apagara la maldita alarma.

-Mueve ese trasero, hormiguita...

Liz chilló adormilada. Se suponía que la Sra. Virginia les había dado permiso de llagar a la oficina a las 9am para que pudiesen descansar después del alocado fin de semana que habían pasado en su boda y ninguna se negó a esa estupenda oferta.

-Ashhhhh... Todo yo...

Natalia refunfuñó y sacó la mano bajo el gran cobertor para alcanzar su celular que reposaba sobre el buró. La pelirroja apretó la pantalla con su pulgar varias veces aún sin abrir los ojos para después maldecir y gruñir enfadada porque el ruido molestó se seguía escuchando.

-Pero que... Rayos...

Nat abrió apenas un ojito para echar un vistazo, la habitación estaba completamente oscura y su celular marcaban las 6:05am. Aún era muy temprano incluso para ellas, que en un día normal solían levantarse a las 6:30am para irse a trabajar a las 7:25am y llegar a la oficina a las 8am. Tarde, pero llegaban, bueno desde que Charlie había llegado a sus vidas jamás llegaban pasada las 8.

-Ayyyyy.... Liz, la música no viene de mi celular.

Nat se quejó, dejándose caer agotada sobre las almohadas de su cama. Bloqueó su celular y trató de abrir ambos ojos mientras maldecía a aquella alma mañanera que había osado despertarlas tan temprano al ritmo de Elton John y Dua Lipa. ¿No tenían nada mejor que hacer a las 6 de la mañana?

-Nat, solo ve y apaga la música, hormiguita...

Liz balbuceó una vez más y Nat terminó por rodar los ojos y estirarse un poco antes de salir del calor de las mantas y sentarse en la orilla de la cama. Se abrazó a sí misma y se quedó quieta un segundo. La música se escuchaba demasiado cerca, tan cerca que podría jurar que estaba sonando dentro de su casa.

-¿Por qué nos torturan así? ¿Será la bocina de mi tía Rachel que se activó solita?

Nat balbuceó mientras se ponía de pie e iba hasta su clóset para ponerse un cálido abriguito de lana color rosita que la cubriría del frío. La calefacción de la casa ya no se sentía igual que hace algunos años. Además de que no podían permitirse tener una casa calientita por lo caro que salía pagarlo. Se acomodó sus pants de pijama, se puso unas pantuflas y salió toda despeinada de su habitación, encontrándose con las luces del pasillo encendidas al igual que las luces de la planta baja. Aquel endemoniado ruido venía de ahí.

-¿Qué se supone que está pasando?

Nat siguió avanzando escaleras abajo, yendo directamente hasta la bocina inteligente que sonaba en su cien por ciento a mitad de la sala de estar. Bajó el volumen, arrugó el ceño y se cruzó de brazos antes de girar en dirección a la cocina. Desde su posición no podía ver nada, pero el olor a pan recién horneado, mantequilla derretida, café y nueces la hicieron tomar un profundo suspiro. Olía jodidamente delicioso.

Nat relajó su semblante y sin más fue hasta la cocina, quedándose apoyada y en silencio justo en el umbral de la entrada a brazos cruzados. Lo que vio la hizo sonreír ampliamente, su tía siempre había sido una mujer encantadora, espontánea y divertida, pero hacía ya mucho tiempo que no le veía actuar con tanta libertad y autenticidad. La mujer se veía radiante, tan feliz, joven y tan bella, que fue imposible que Natalia no sintiera un calorcito abrazar su corazón.

Lღcɑʍєитє Eиɑʍღʀɑdɑ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora