CAP 37 A MI LADO

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"Nunca es suficiente para mí, porque siempre quiero más de ti. Quisiera hacerte más feliz; hoy mañana siempre hasta el fin".

-Llegamos... -Steve le anunció a su acompañante después de que aparcara el auto en el estacionamiento subterráneo que tenía el magnífico edifico dónde su hermana vivía.

-Vaya, este lugar es impresionante y enorme.

Natalia murmuró después de bajar del vehículo con la ayuda de su jefe, quien no dudó en tomar su mano con delicadeza para unir sus dedos y guiarla hasta el elevador. Natalia sonrió como una tonta al sentir como el revoloteo en su estómago se hacía presente. El que Steve la tratara como si fuese la cosita más linda y especial en su vida la tenía flotando en una nube rosa de azúcar. Y cualquier que pensara que era estúpido podía irse al demonio, se sentía feliz y nada más importaba.

-¿Crees que ella esté mejor?

Rogers preguntó después de presionar el botón del onceavo piso. Natalia se paró frente a él y tomó su rostro entre sus manos para que la mirase. No quería verlo nunca más al borde de un ataque de ansiedad, le dolía mucho.

-No piense más en eso, Steve. Estoy segura de que Emily solo necesita descansar un poco, relajarse y que la mimen las personas que más la aman. Por eso estamos aquí, ¿no?

Ella le explicó mientras acariciaba su barba con mimo, Steve rodeó su cintura con ambos brazos y la estrechó con suavidad contra su pecho para sentirla más cerca. Por alguna inexplicable razón después de haber despertado junto a ella durante el domingo, sentía unas ganas irremediables de tenerla pegadita a su cuerpo, sintiendo su calor, oliendo su perfume, tocando su piel, o simplemente jugando con su cabello.

La necesitaba y mucho y ya no era capaz de seguir negándolo, porque cada vez que lo hacía algo en su interior se quebraba.

-Gracias por acompañarme, preciosa. Por estar siempre que más lo necesito.

Él se sinceró así que Natalia no tardó nada en ponerse de puntitas y acariciar la punta respingada de su nariz con la suya como muestra de cariño. La pelirroja se abrazó a sus hombros y con mucha ternura acarició su mejilla con su nariz mientras olfateaba el aroma masculino de su piel, descendiendo lentamente en busca de sus labios.

Steve suspiró y cerró sus ojos al sentir el primer roce de sus labios acariciar los suyos. Siendo ella quien estaba vez presionó su boca con suavidad sobre la suya para encajar sus labios e iniciar un vaivén dulce y sensual al que ambos se entregaron sin pudor alguno. Natalia enredó sus dedos entre los mechones de su cabello castaño y lo besó con tanta libertad y con tanta ternura que Steve por un momento se sintió ajeno a este mundo.

La apretó contra su cuerpo con anhelo y de apoco deslizó una de sus manos por la curvatura de su espina dorsal hasta llegar bajo ese cabello precioso que caía en cascadas sobre su espalda.

-Pequeña...

Steve susurró entre besos mientras ella le comía la boca con sensualidad, gruñó por lo bajo y terminó soltando un fuerte gemido cuando la muy traviesa atrapó su labio inferior entre sus dientes para mordisquearlo, chupándolo un poco para darle alivio y después tirar de su labio hinchado de forma juguetona para besarlo suave.

Ahora que tenía su permiso de hacerlo, todo era tan diferente. Quería besarlo de todas las formas posibles y existentes.

Él se entregó completamente a ella, permitiendo que lo besara, y mordisqueara cuantas veces quisiera, lamentablemente para ambos, el elevador estaba por llegar a su destino.

-Estás siendo una niña muy mala... ¿A caso quiere que la castigue, señorita Natalia?

Steve murmuró sobre su boca, provocándole unas irremediables ganas de sonreír. El pobre hombre tiró de su labio inferior con suavidad para dejar un par de besos castos en ellos. Ambos unieron sus frentes y se quedaron quietos hasta que la campanilla del elevador sonó, las puertas no tardaron en abrirse.

Lღcɑʍєитє Eиɑʍღʀɑdɑ 💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora