CAP 46 MI CORAZÓN

830 57 121
                                    


"Aquí estaba yo... Pensando que la magia no existía y ahora es todo lo que siento burbujear dentro de mi cada vez que te miro a los ojos".

Steve Rogers se encontraba preparando un delicioso té de manzana con canela mientras esperaba por su pequeño desastre pelirrojo, su reciente parranda lo tenía agotado, pero el saber que había podido llegar hasta ella a tiempo, o bueno, casi a tiempo, tenía su alma flotando en una nube de alivio muy reconfortante.

Por un momento creyó que lo perdería todo por segunda vez.

Tenía que reconocer que aún habían muchas cosas por aclarar, historias que contar y sentimientos que expresar en voz alta. Aún sentía un poco de vergüenza de sí mismo, pero de lo que sí estaba completamente seguro es que no quería pasar un día más sintiéndose mal por algo que jamás cambiaría. Quería darse la oportunidad de vivir nuevamente, de disfrutar y sobre todo de sentir todo lo que se había prohibido durante los últimos años.

Steve Rogers quería darse un segundo respiro, pero a la vez sentía un profundo terror a auto sabotearse, a hacerse daño y dañarla a ella también. Lo que menos deseaba en este mundo era lastimar a la única mujer que había logrado despertar en él aquella fuerte y vibrante llama de felicidad y pasión que se sacudía en su interior cada vez que la tenía a su alrededor.

Natalia había llegado para revolucionar su miserable y patética existencia.

Rogers dejó el agua calentando mientras se disponía a ir a uno de los armarios de la casa para conseguir algunas mantas que pudiesen usar. Ambos necesitaban recuperar el calor que la fuerte lluvia les había arrebatado. El castaño encendió la vieja chimenea que estaba en su living, movió la mesita de centro para hacer espacio y montó un pequeño campo acolchado y muy improvisado de mantas frente al fuego. Lucía improvisado, pero serviría. La tetera chilló así que volvió para servir el té de inmediato.

Sin embargo...

Lo que el pobre hombre vio a mitad de la cocina a su regresó lo dejó por completo sin aliento. Aquello no era lo que había tenido en mente cuando la llevó hasta su cálido hogar, pero fue inevitable que una ola ardiente de calor lo revolcara sin ninguna piedad justo frente a ella.

Era la cosita más hermosa, atrevida y terriblemente sensual que hubiese visto en toda su maldita existencia.

-Nat... -Steve apenas fue capaz de susurrar su nombre.

La pelirroja se encontraba de espaldas a él mientras secaba los mechones de su cabello aún húmedos con una pequeña toalla de manos. La muy traviesa se había quitado todo lo que llevaba encima para ponerse un cómodo y calientito cardigan tejido color negro que le quedaba unos cuantos dedos por encima de las rodillas. Natalia parecía estar ajena a su presencia.

-El té está listo... Huele delicioso...

Nat se dijo así misma con una enorme sonrisa antes de apagar el fuego y girar, pegando un respingo muy gracioso cuando se encontró con el enorme roble que la observaba todo embobado desde el umbral de la entrada.

-Te ves...

Steve titubeó en un tono de voz desestabilizado y muy nervioso, pasó saliva con dificultad mientras intentaba controlar los miles de pensamientos inapropiados que cruzaron por su cabeza. No era momento, debía contar hasta 1000 y respirar profundo.

Aún así no pudo ignorar el hecho de que los botones blancos al frente del cardigan se encontraban abrochados con mucha elegancia hasta el valle de sus generosos senos, las mangas le quedaban algo largas mientras que su perfectas piernas torneadas trataban de pasar desapercibidas sin mucho éxito por debajo de la prenda. Iba descalza al igual que él, mostrando toda esa piel blanca que parecía estar tiñéndose de un rosita muy encantador.

Lღcɑʍєитє Eиɑʍღʀɑdɑ 💕Where stories live. Discover now