Señor cosquillas.

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La noche pasó muy deprisa, los cinco cenaron, entre risas, vino, y mucha comida, Jade se sintió demasiado a gusto, se sentía en su casa, Perrie se comportó toda la noche, y Leigh-Anne se calmó lo suficiente como para poder conversar con todos sin tener que ponerse de los nervios.

Al acabar la cena, Jade le enseñó la casa a Perrie y a Leigh-Anne, dejando su habitación para lo último, considerando que era lo mejor de la casa. Perrie no decía nada, solo miraba a sus alrededores, sin embargo Leigh se emocionaba con cada cosa que veía. Por fin, llegaron a la habitación de Jade.

Leigh-Anne dejó su boca abrirse sin control, fue la primera en hablar.

–Jade, vas a tener que dejarme vivir aquí. –

–Tú también tienes una casa grande, deja de alucinar con todo lo que ves. –Habló Perrie. –Una habitación preciosa. –Dijo dirigiéndose a Jade.

–Gracias. –Respondió Jade, tratando de ser tan agria como Perrie en ese momento.

Las tres, se quedaron en la habitación un par de horas, Leigh-Anne ya se había tranquilizado del todo, después de la velada, decidieron volver a casa, se despidieron de Edric y Eliza, y volvieron a casa en limusina, igual que vinieron. Al llegar, Perrie se quedó viendo la televisión, Jade y Leigh optaron por ir a dormir. Aunque Perrie no tardó mucho en ir a hacerlo, por el aburrimiento, entró en la habitación de Jade y Leigh, esperando a que alguna estuviese despierta.

– ¿Pasa algo? –Habló Jade medio dormida.

–Nada, solo pasaba a ver si alguna estaba despierta. –Se encogió de hombros. –Estoy aburrida. – Jade se levantó de la cama de un salto.

– ¿Qué tal un poco de chocolate? –Sugirió Jade.

– ¿Qué tal un poco de helado? –Sugirió Perrie, idea que a Jade le hacía más ilusión. A parte de pasar tiempo con Perrie, que eso le encantaba, deseaba llevarse bien con ella y, arrancarle una sonrisa que no fuese sarcástica.


Las dos primeras semanas, pasaron demasiado deprisa para poder contarlas, Perrie seguía igual de estúpida, Leigh igual de alegre y entusiasta, y Jade seguía siendo Jade.

Jade y Perrie solo hablaban cuando veían películas, solía ser por la noche, y solo era cuando Perrie no salía, o Jade no se quedaba dormida. Porque por el día, Perrie ni si quiera la miraba, Jade tampoco le daba mucha importancia a eso, dentro de poco comenzarían a trabajar, y aunque fuese asi, a las tres les preocupaba, bueno, a Jade y a Leigh-Anne, les preocupaba no alcanzar con el dinero para el alquiler, ya que sus ahorros eran ilimitados, y Perrie no parecía nada preocupada. Ella siempre tenía dinero encima. Jade se preguntaba, si era porque seguía robando chicas nuevas en la ciudad, tirándolas de esa manera al suelo y arrastrándolas tras un contenedor, o directamente traficaba con drogas.

–Hoy deberíamos hacer algo, ¿Qué te parece la idea Perrie? –Comentó Leigh.

–Aburrida, hoy voy a salir. –

"Como siempre" Pensó Jade.

–Pásalo bien entonces, ¿Jade? –Jade asintió con una sonrisa, y ambas se prepararon para salir.

Leigh y Jade fueron de compras durante toda la mañana, compraron algo de ropa nueva, y comieron fuera. Jade compró con dinero que le dio su abuela unos días atrás. Ella no quiso aceptarlo, como cualquier cosa que Eliza le daba, pero no tenía otro remedio ya que esta insistía. Jade quería hacer las cosas por su propia cuenta, pero debía admitir que no tenía suficiente como para hacer algo fuera del apartamento.

–Es impresionante la diferencia del café aquí. –Murmuró Jade saboreando el café entre sus labios, después de la comida.

– ¿Qué hay de distinto? –Preguntó Leigh curiosa, mientras también le daba un sorbo a su café.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora