Labios humedos.

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Pov. Perrie:

–¡¡PERRIE QUE HACES!! –. Me quedé parada por un momento, viendo a Jade taparse como podía sus partes más íntimas.

–Lo... lo siento –. Las palabras no me salían, apenas podía respirar, esta vez no culpaba al vaho –Jade... –.

Traté de parpadear, pero quedé hipnotizada ante aquella imagen. Jade era hermosa. Cada centímetro de su cuerpo, era perfecto, no podía dejar de mirarla. Quise obligarme a apartar la mirada, pero no pude.

Perrie, contrólate. Perrie, cuenta hasta tres, Perrie... ¡Dios!

Comencé a sentir un pequeño cosquilleo donde no debía, no en ese momento, si alguien no me golpeaba no podía apartar la mirada. Jade era realmente sexy, de pies a cabeza. Su abdomen, sus muslos, mis ojos recorrieron todo su cuerpo una y otra vez, aunque lo mantenía tapado como mejor podía, luché conmigo misma creando una pequeña guerra en mi interior, debía parar de mirarla.

–Perrie por favor, cierra la cortina –­. Suplicó, y entonces aparté mis ojos de aquella escultura llamado cuerpo de una mujer, cerré la cortina y parpadeé de nuevo.

–Lo siento mucho Jade, llevaba los auriculares puestos, no sabía que estabas aquí, siempre traes la ropa al baño, no había nada, lo siento –.

–No importa... –. Dijo algo molesta, sacó su brazo y pidió una toalla, se la di en cuestión de milésimas, y salió reluciente de la bañera. –Me he olvidado la ropa en la habitación... –.

Su rostro estaba impecable, y el pelo le caía por los hombros, volví a mirarla una vez más.

–Perrie, deja de mirarme, estoy muerta de vergüenza, por favor para ya –. Sonreí inconscientemente.

–No debería darte vergüenza, tienes un cuerpo hermoso, y muy sensual –.

–¡Para! –. Gritó inclinándose a mí, con el ceño fruncido.

Entendía su enfado, pero ella debía entenderme a mí, llevaba meses sin ver el cuerpo de una mujer, y ella no era cualquier mujer, era ella, era Jade. Cualquier persona que la tuviese enfrente se quedaría mirándola por horas sin cansancio, como un cuadro. Volví a mirarla, mientras con una toalla más pequeña se secaba pelo y cara, quería arrancarle la toalla, y besar cada parte de su cuerpo, lo deseaba.

Jamás me había pasado esto, jamás tuve este pensamiento con Jade desde que llegó. La vi en ropa interior la primera semana, la vi en bikini, pero prácticamente en esos momentos no sentí tanta lujuria, tantas ganas de hacerle el amor.

–¿Vas a salir de aquí algún día? –. Preguntó a regañadientes.

–Sí, cuando me duche –. Me encogí de hombros, recibiendo una mirada asesina por parte de mi amada.

Apartó la mirada de mí y me levanté decidida. Rodeé mi brazo en su cintura para que se volteara a mirarme, aunque mantenía sus brazos cruzados la expresión de su rostro cambió en cuanto la abracé, acaricié la mitad de su espalda desnuda y la atraje hacia mí, besándole el cuello para que dejase de estar enfadada, y se destensara. No sabía si iba a funcionar, pero de todos modos estaba muriendo por besarla. Besé su clavícula, despacio, subí por su cuello de nuevo, su mejilla, llegando donde quería. Sus labios estaban húmedos y tiernos a culpa del agua que reblandeció su piel. Mi cuerpo estaba frio, no entró en calor después de la lluvia, pero su piel ardía, estaba caliente. No tardé en entrar en calor después de haber iniciado aquel beso. En ese momento deseé que ambas estuviésemos bajo el agua, fuera de estas estúpidas toallas, pero Jade estaba demasiado enfadada como para proponérselo ahora.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsWhere stories live. Discover now