I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwards

Puedo volar.

Jade dejó de resistirse al sentir el contacto electrizante en la boca de Perrie. Los labios de Perrie se abrieron un poco buscando el camino para adentrarse en la boca de Jade, quien le dio el permiso abriendo la boca para dejar entrar su lengua, y analizar toda la zona.

Perrie trató de respirar, pero aquel llamativo beso le prohibió hacerlo, Perrie se tomó un segundo para oler el perfume de Jade, cual perfume emanaba todos sus sentidos con él, sus bocas, sincronizadas, al igual que sus cabezas, se movían sin apenas control alguno, sus lenguas jugaban entre ellas, el calor del aliento de Jade hacia el beso más intenso, Perrie no podía alejarse de esos labios tan carnosos, aunque su cuerpo se lo pedía, su cuerpo perdió el control al tenerle tan cerca, Perrie, trató de alejarse, Pero Jade la mantenía pegada a ella atando sus brazos en su cuello, presionando más sus labios con los de Perrie, enloquecidas, sus cuerpos chocaban y buscaban una posición final, como un puzle, encontrando el encaje perfecto en sus cuerpos. Pasaron como cinco minutos, ellas seguían sin poder parar, dejaron de ser ellas mismas, de tener control sobre sus cuerpos, mentes o acciones.

Perrie cayó en la cama después de varios minutos sin casi respiración.

Jade no dijo nada aunque trató de hacerlo. Jade recuperó el aliento pocos minutos después, y ambas se quedaron tumbadas en la cama sin decir nada, sin mover un solo musculo, el silencio invadió la habitación.

Jade, recuperó el aliento o parte de él, y se salió de la habitación sin decir nada, como quien tiene sexo una noche, y a la mañana desaparece. Jade se encerró en su habitación, y se lanzó en cama desesperada, sin saber que hacer o cómo reaccionar. Ella cerró sus ojos obligándose a dormir, y lo consiguió, pocos minutos después sus pensamientos vagaban sin ser consciente de ellos.

Perrie, se quedó pensando unos instantes, no sabía si arrepentirse o sentirse bien. Bien, una palabra que ella jamás usaba en una situación, todo en su vida iba y venía sin aferrarse. Y eso es lo que ella quería que fuese esto, algo que había venido, pero ya se ha ido.

Intentó dormirse varias veces, pero su cuerpo no le permitía cerrar los ojos, ella simplemente soñaba con volver a sentir esos labios carnosos rozar los suyos, oler el perfume de Jade, mientras perdía el control de su cuerpo al morder sus labios. Pero al mismo tiempo, soñaba estar en una pesadilla. Ella no podía sentirse atraída por nadie, no podía amar. Su cuerpo era incapaz de interceptar ese sentimiento, lo expulsaba enseguida. Perrie se quedó despierta hasta las cuatro de la mañana. Dando vueltas en la cama, deseando ir a la habitación de Jade, y decirle que olvidase lo que acababa de pasar. Pero, ni si quiera ella quería olvidar lo que acababa de pasar.

Al día siguiente, Jade fue la primera en levantarse, Leigh-Anne nada más hacerlo también, se fue con sus padres a desayunar y a pasar el resto del día, Jade se maldecía por no tener ningún plan con nadie ya que tampoco conocía a nadie, y tener que pasar el día con Perrie aunque ella sabía perfectamente que después de lo que pasó por la noche, Perrie no iba a ser igual, iba a ser peor.

Jade desayunó y limpió el apartamento por encima, escuchaba música o se paraba a ver la televisión, todo para dejar de pensar en lo que sucedería cuando Perrie despertase.

La puerta de Perrie no estaba del todo cerrada, cada vez que pasaba delante de su habitación su corazón palpitaba con fuerza en su pecho, deseando que Perrie no saliese de su habitación.

Jade tratando de no hacer ruido mientras colocaba los platos, que estaba limpiando, dos cayeron al suelo, haciendo ruido, haciendo el ruido ella que no quería que se hiciera, Jade colocó sus manos temblorosas en su frente, y respiró profundamente, odiaba tocar cristales.