Avergonzada.

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Pov. Perrie:

Toqué la puerta dos veces, hacía mucho frio fuera, o tal vez era yo. El sol estaba a punto de salir, y estaba cansada, mis piernas tenían peso de más, y caminar tanto nada más despertar no es que fuese lo más agradable del mundo y mucho menos algo que me agradase. Una sombra oscura se acercaba a la puerta a la que había llamado, y se abrió al instante.

–Lo siento, la señora no quiere visita –. Me habló Jorge, el cocinero de la mansión Thirlwall. –A... aparte está dormida –. Comenzó a retirarse para volver a cerrar la puerta pero lo detuve.

–Por favor, necesito hablar con ella, y sé que quiere verme –. Le imploré, parecía que se lo pensaba, pero no había manera.

–Está durmiend... –.

– ¡Jorge se está quemando! –, la voz de Jade sonó en el trasfondo, también se escuchó un gritó.

Jorge se rindió.

–Pasa, pero no vayas con ella aun, está... un poco indispuesta ahora mismo –. Asentí, entrando y refregando mis manos sobre mis brazos, tratando de calentarlos.

Jorge me señaló el baño y me dijo que me metiera hasta nuevo aviso, no entendía por qué, pero debía respetar sus normas, al parecer Jade hizo un estropicio en la cocina, era demasiado raro; ya que ella dominaba la cocina como una profesional.

Pov. Jade:

–Hazme un bloody mary, bien cargado –. Le ordené a Jorge, no sé por qué pero quería seguir bebiendo.

Lo hizo sin rechistar, y al poco rato estaba bebiendo en una preciosa copa de cristal con liquido destroza hígados. Estaba frio, y yo tenía calor, salí de la cocina, no por el pasillo, dirigiéndome al salón, miré una de aquellas antiguas estanterías pegada a la pared, y comencé a mirar fotos, entre ellas había una mía, jamás la había visto, era pequeña, posiblemente con un año, después había alguna de mi madre... Y de personas que no conocía.

Salí del salón, buscando la escalera, miraba mi vaso boca abajo, y bebí de golpe, ya no sentía el ardor en mi garganta al beber, supongo que eso pasaba cuando ni siquiera sentías tus pies pisar el suelo.

Encontré las escaleras, di un salto de alegría, tirando la bebida en la moqueta, casi comencé a llorar, pero me dio prácticamente igual, tenía sueño y quería irme a dormir de una vez antes de comenzar a llorar, otra vez.

Un escalón, dos escalones, tres escalones, cuatro escalones...

–Jade... –. Habló alguien a mi espalda, asustándome y haciéndome caer rodando por las escaleras. – ¡Dios mío Jade! –.

Mantuve los ojos cerrados, creo que... me torcí la muñeca. ¿Cuándo iban a dejar de pasarme cosas? Comencé a llorar. Otra vez.

–Maldita sea... –, murmuré, haciendo el intento de levantarme, pero me fue imposible, unos brazos me sostenían. Llevé mi mano a mi frente, notando un gran hinchazón en ella.

Hice lo posible por mantener mi vista clara, y mirar a Jorge, quien seguro me sostenía, pero aquella colonia me era demasiado familiar, y no se parecía al olor a pescado que solía tener Jorge. Me fijé en su rostro, unos mechones rubios estaban sobre mi rostro, y no podía alcanzar a ver...

–Eres Perrie o algún que otro ángel muy parecido a ella... –. Murmuré, escuchando una pequeña risa, los finos brazos que me sujetaban me elevaron, y decidí cerrar los ojos del todo, con el fin de descansar.

Sentí algo suave bajo mi cuerpo, abrí los ojos; me encontraba sobre mi cama, alerta, me levanté deprisa buscando a la persona que me había traído hasta aquí, o al ángel. Seguía mareada, pero el golpe me hizo recuperar parte de mi vista y conciencia.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora