Sucias manos.

1K 89 7
                                    




Pov. Perrie:

De camino a casa, Jade se quedó dormida sobre mi hombro. Su rostro era toda una obra de arte, cada centímetro de ella era perfecto, la curva que acababa sus labios, su fina barbilla, sus mejillas, su piel se veía tan suave como el algodón. Su respiración era serena, respiraba profundamente y calmada, de vez en cuando sonreía, parecía que soñaba con algo agradable, y me encantaría saber en qué estaba pensando.

Leigh decidió dejar a Jade en casa, e ir nosotras dos a comprar. Nuestras despensas estaban vacías, y las botellas de agua se habían rellenado con agua del grifo como diez veces cada una. Era una autentica mierda tener que ir todas las semanas a hacer recados, a buscar pan, y limpiar todo, aunque bueno... eso eran cosas que solían hacer Jade y Leigh-Anne pero igual era agobiante. Aunque fue una decisión que mi hermana y yo decidimos tomar, el alejarnos de aquella mansión que nos mantenía atadas de pies a cabeza para tener nuestra propia vida en otra ciudad, alejadas.

Tuve que sujetar a Jade en brazos para llevarla a casa, ella ni se inmutó apenas, el único movimiento que hizo fue con sus manos y para sujetarse a mi cuello. La acosté en su cama y la tapé con las sabanas para que no pasara frio, entonces nos marchamos al supermercado. Decidimos comprar solo lo imprescindible, y, sobre todo, comida pre-cocinada ya que desde que estudiábamos ninguna quería cocinar, aunque también compramos para hacer caldos, estofados, cocidos, para algún que otro plato que Jade preparaba de vez en cuando.

–No pienso discutir esto, quítame lo que quieras, pero no el chocolate –, Le dije de brazos cruzados.

Leigh-Anne volvía con lo de "Debes cuidar tu salud", y siempre que podía evitaba el dejar entrar dulces en casa, aunque a mí no me importaba, yo me lo voy a comer, ¿No? Entonces, ¿Dónde está el dilema? Aproveché una distracción de mi hermana para esconder el chocolate bajo la leche, después tendría que escuchar uno de sus miles sermones, pero yo obtendría mi chocolate, no pueden quitarme lo que es parte de mi.

Cuando salimos del establecimiento saqué mi cajetilla de cigarros y coloqué uno entre mis labios, era un perfecto anti-estrés, aunque Leigh lo odiaba ya no decía más que una mala cara. de todas formas, era yo quien se dañaba con eso.

Yendo a por el coche, un chico un poco más alto que nosotras se plantó frente a Leigh, al principio fruncí el ceño y el radar de hermana mayor se activó enseguida, pero cuando vi a Leigh-Anne sonreír y sonrojarse de aquella manera decidí callar y dejar que conversaran, Leigh-Anne le lanzaba alguna que otra indirecta y eso no me hacía gracia. Es mi hermana pequeña, no puedo imaginar a nadie tocándola, es tan pequeña, un bebé, me niego.

–Oye tú, ¿Quién eres? –, hablé en un tono serio. Me ignoró, y entonces vi como una de sus manos bajaba al culo de mi hermana, y eso sí que no –¿Qué estás haciendo? –. Azoté la mano de aquel chico, haciendo que reculara dos pasos.

–¿Perrie que haces? –, preguntó Leigh, llevando la mano de aquel chico a sus labios, y besándola –¿Estás bien? –.

El chico se puso firme y me miró serio.

–Soy Jordan, encantado –.

–Sí, yo también estoy encantada pero no quiero volver a ver tus sucias manos sobre el culo de mi hermana, porque entonces no te azoto la mano, te la parto, ¿Lo captas amigo? –. Mis brazos estaban cruzados y mi expresión se mantenía fría y seria.

–Discúlpala Jordan, es que es muy sobreprotectora –, habló disculpándose.

–No soy protectora, tienes dieciséis años, ¿Cuántos tiene el? ¿veinte? Oh, amigo no, y menos cuando yo esté delante –. El chico asintió callado.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsOnde histórias criam vida. Descubra agora