Es así, soy así.

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Pov. Jade:

Dios, no sé en qué instante abrí los ojos, pero el sol estaba pegándole a mis ojos, obligándoles a abrirse. Pero me levanté sin hacerlo y busqué con mi mano para bajar la persiana y seguir durmiendo, intentándolo varias veces, por fin lo conseguí, y volví a tirarme en la cama.

No me di cuenta y volví a dormirme, aunque solo fuesen diez minutos por culpa del despertador que sonó sin tener que hacerlo, retumbando en mi cabeza aquella música estúpida que amaba y ahora odiaba, debería seguir el consejo de; Nunca te pongas de alarma tu canción favorita. Malditas alarmas.

–Por dios Jade, apaga eso. –Murmuró Leigh-Anne desde el otro lado de la cama. –Todos los viernes lo mismo. –Habló un poco más alto.

Me levanté con ojos entre cerrados y las legañas todavía pegadas el filo de ellos, y miré el teléfono, las diez y cuarto.

–Son las diez, Leigh. –Puse los pies en el suelo, sintiendo un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, maldito frio de la mañana. Me coloqué las zapatillas y salí de la habitación cruzando el pasillo, arrastrando mis pies con la poca fuerza que podía tener alguien a las diez de la mañana, paré un instante, algo me llamó la atención.

Perrie tenía la puerta abierta, y dormía boca arriba, tapada hasta los pechos, que, por cierto, casi pude ver. Ahora sabia porque dormía con la puerta cerrada o despertaba antes, ¿Dormía sin ropa? Me quedé apoyada en el marco de la puerta, por un par de minutos, era impresionante lo hermosa que podía llegar a verse, sin moverse, manteniendo una respiración profunda pero constante, con los labios entre abiertos y, sin roncar o hacer algún tipo de ruido. Aquella chica que hubiese tenido la suerte de pasar algunos días durmiendo con ella, había sido demasiado afortunada. Jamás me vi durmiendo, como lógico que es, pero puedo apostar cualquier cosa a que no podía ni acercarme un poco, a como ella se veía de hermosa. Me mantuve en trance unos minutos más, sin poder dejar de mirarla, me moría de ganas por hacer una foto y, mirarla a todas horas.

–¿Qué haces Jade? –Todo mi cuerpo reaccionó con un respingo al escuchar a Leigh-Anne detrás de mí, mirando hacia el suelo y refregando su puño en el ojo, llevé mi mano a mi pecho, alterada.

–Nada, no hago nada, ¿Qué haces tú? –Miré a varios lados para que, por favor, no se hubiese dado cuenta de que miraba a su hermana dormir. –¿Bonito día verdad? ¿Tienes hambre? ¿Comemos? –Sonreí, con los ojos esta vez bien abiertos, con mis manos sobre mi cintura, me encaminé hacia la cocina sin volver la mirada hacia atrás.

–No sé cómo despiertas con tanto entusiasmo, con tanta energía. –Se sentó en el taburete, y apoyó su cabeza en sus brazos mirando gacha el mármol.

–Sabes, dicen que eso se pega. –

–¿Sabes? Eso no funciona conmigo. –Terminó, dirigiéndose esta vez al sofá donde se tiró, y creo, se quedó dormida.

Un rato después, acabé despertando y convenciendo a Leigh-Anne de ir a tomar un café y a comer algo a alguna cafetería de por aquí cerca, una vez ya listas, nos encaminamos hacia el Starbucks más cercano, y convencí a Leigh-Anne de quedarnos en la terraza, una vez ya completamente despierta dejó de estar irritante.

–Buenos días chicas, ¿Qué queréis tomar? –Preguntó el camarero amable.

–Café, muy cargado. –Dijo Leigh-Anne retirando las gafas de sol que llevaba puestas de sobre sus ojos, a su cabeza, el chico lo apuntó.

–Otro, y quiero un trozo de aquella tarta especial... –Señalé para indicarle al chico cual era.

–¿La de arándanos? –Alzó sus cejas, y yo asentí contenta, esa tarta era lo mejor que había probado en la vida.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsWhere stories live. Discover now