¿Qué tienes tú conmigo?

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– ¿Por qué no me dijiste que te verías hoy con él? –Dijo Perrie, su pulso estaba acelerado y apenas podía sujetar el volante mientras conducía camino a casa. – ¿Te das cuenta de que hubiese podido hacerte mucho daño, Jade?

–El simplemente me dijo que no hacía falta que nadie supiese nada. –Jade aun trataba controlar su respiración agitada, y sus lágrimas que aun caían sin control alguno. –Tampoco sé cuándo debo contarte las cosas, nunca se si serás amable o me lanzarás uno de tus comentarios crueles. –Respiró en un pequeño sollozo. –Y siempre está ahí el miedo de pensar que cuando te vaya a explicar algo me ignores y no le des importancia. –

–Esta ciudad es hermosa, pero que sea hermosa no significa que haya gente hermosa, Jade, hay personas que te hacen daño sin motivos. –Advirtió Perrie aparcando una manzana del apartamento, Perrie abrió la puerta a Jade para que saliese.

Jade miraba a un punto inconcreto, aun bloqueada, la escena se repetía en su cabeza una y otra vez, paralizando su cuerpo, y aunque solo fue un segundo, le costó reaccionar para poder salir. Jade miró hacia arriba cuando escuchó a Perrie llamarle varias veces.

–Tengo frio. –Jade se encogió en sus brazos cuando sintió el viento chocar contra su un poco descubierta, su piel se erizó al instante, y aunque pudo escucharle quejarse, Perrie, se quitó su abrigo y lo puso en los hombros de Jade. –No hace falta, lo puedo aguantar. –

–No importa, yo no tengo frio. –Dijo aun sintiendo ya sus brazos helarse.

Jade esperó a que la más mayor cerrase el coche, y comenzó a caminar, mirando el suelo, y sus pies dar pasos lentos, acto seguido sintió una mano posarse en su espalda, tras las capas de ropa, sintió el calor de la mano de Perrie.

Al llegar, Jade se aferró a la chaqueta de Perrie que llevaba sobre sus hombros y esperó a que Perrie abriese el portal, ella lo hizo y ambas subieron hasta llegar a la puerta del apartamento. Jade sacó deprisa sus llaves, deseando con ansia travesar la puerta de su habitación, y dormir.

Jade colocó las llaves sobre la cerradura, y un temblor hizo caer las llaves de su mano, aumentando su nerviosismo llevó sus manos a su rostro, y cerró los ojos por un segundo, y fue entonces cuando Perrie actuó rápidamente, sabiendo que debía dejar de ser una zorra por un momento.

–Escúchame. –La más mayor se colocó frente la más pequeña, haciéndole caminar hacia atrás y chocar con la puerta del apartamento. –Jamás. –Negó con su cabeza haciendo de su mano un puño. –Vuelvas a dejar que nadie te toque sin tu consentimiento. –Volvió a negar con su cabeza apretando su puño con mucha más fuerza. –No quiero que confíes en nadie, nadie que no seamos Leigh-Anne, tus abuelos o yo. –Perrie movió su mano hasta llevarla al rostro de Jade. –Por favor, no todos son tan buenos como tú, y van a tratar de herirte como sea, aunque no sepan tu nombre. –

Perrie miró un momento las piernas de Jade, viendo como parte de sus medias se rompían, omitiendo un grito, la rubia volvió su mirada a Jade, fijando sus penetrantes ojos azules, en el marrón de la más joven.

–Voy a matarle. –Murmuró a pocos centímetros de los labios de Jade. –No pienso dejar que nada malo vuelva a ocurrirte, lo prometo. –

–¿Y porque lo harías? –Preguntó Jade. –¿Qué tienes tú conmigo? –

–Yo no tengo nada contigo, pero personas como yo merecen ser tratadas así. –Perrie señaló a Jade, ella prácticamente susurraba. –Personas como tú merecen el cielo en las manos.

Jade sintió su corazón contraerse en su pecho, al escuchar aquellas palabras tan sinceras pronunciadas por quien ya había creído que sería una sucia enemiga en New York, pero ella estaba equivocada.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsWhere stories live. Discover now