Capítulo 1

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Ya casi había olvidado a su viejo amigo, pero la pelea con su padre lo había devuelto a su memoria.

Sus notas estaban bajando y a su padre le molestaba que estando en un establecimiento tan prestigioso el rendimiento de su hija fuera tan pobre, por eso, cada vez había más y más discusiones que sea añadían a la interminable lista guardada en los pensamientos de __. 

Pero su padre no entendía, no lograba entender por qué su niña, aquella que algún día había sido alegre y sonriente se había convertido en una persona tan irritable y triste. Él no la conocía y nunca lograría darse cuenta de que algo pasaba; ella por su parte no pensaba decírselo. 

En fin, ___ buscó en el cajón donde escondía aquel pequeño objeto que le traía paz. Cerró los ojos y suspiró: otra larga noche sin dormir. 

-___, estás bien? Pareces cansada- preguntó Miranda cuando me encontré con ella en el colegio la mañana siguiente.

-Sí, sólo que anoche dormí poco- me limité a responder, bajando un poco más mis mangas. Miranda era la única persona que me quedaba, no podía alejarla, por ende, no podía enterarse. – Vamos a clase o nos regañarán.

Ambas entramos al salón y nos dirigimos a nuestros asientos. Me quedé hablando con Miranda esperando a que llegara la profesora. Reíamos por cada chiste malo que contaba y por sus muecas extrañas. 

-___. – dejaste de reír, asustada por el grito. – Es que nunca puedes dejar de hablar?

-Lo siento profesora, no la había visto entrar, yo… yo… - intenté excusarme ante la señora más odiosa del planeta que resultaba ser, también, mi profesora. Sentíamos un odio mutuo, y ella siempre se encargaba de demostrármelo durante sus clases.

-Ven, te cambiaré de lugar. Basta de risitas con Miranda.

-Pero…

-No protestes- me cortó, mientras escrutaba las filas de bancos. – Vamos, te sentarás junto a Cesar. 

Me levanté y lancé una mirada de súplica a mi amiga. Tony Perry, genial, el chico extraño que rara vez hablaba con alguien. Me senté a su lado y observé a mi nuevo compañero. Él ni siquiera se volteó para verme, tenía la cabeza apoyada en sus brazos, cruzados, y sus ojos, posados en la ventana, no se movieron de allí.

-Señorita ___ los ojos al frente por favor- maldita vieja siempre controlándome. Rodeé los ojos pero los fijé en ella. Aunque, si bien mis ojos estaban enfocados en la profesora, mi mente estaba entretenida con Tony Perry. De repente, mis pensamientos se llenaron de intriga por ese raro chico que siempre andaba callado. ¿Cómo sería conocerlo personalmente? ¿Qué clase de pensamientos podrían estar ocultos detrás los muros de su misteriosa mente?

Cuando sonó el receso, me acerqué a mi amiga, necesitaba oír su voz, aquellas horas de clase habían sido interminables y aburridas.

-¿Y cómo estuvo el nuevo compañero?

-Es Tony Perry, ¿cómo puede estar?

-¿Callado? – la fulminé con la mirada mientras buscaba un lugar donde sentarme en el patio. – Bueno ___, tampoco es para tanto. ¿Qué tal si le hablas? Por ahí el chico es tímido.

-¿Tímido? Miru por favor, estamos hablando del señor silencio en persona. No hablaría ni porque se le fuera la vida en ello. - esta vez ella se encargó de lanzarme una mirada asesina. – De acuerdo, le hablaré, ¿sí? Ahora, vamos a comer, muero de hambre.

Supongo que ella tenía razón, si él no le hablaba a nadie, y nadie le hablaba a él, era de entenderse que no dijera una palabra. 

Al día siguiente volví a sentarme junto a Tony. Seguía intrigada por él. 

-Hola- saludé cuando se sentó a mi lado. Él sólo me miró, ni una sonrisa, ni un saludo con la mano, nada. Para no quedar tan mal, me excusé pidiéndole un lápiz. No respondió, abrió la mochila, sacó un lápiz, me lo dio y quitó su mirada de mí. Decidí que ya era demasiada charla por un día. 

Permanently yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora