Capítulo 59

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Tirada en la cama de Jaime, escuchaba cómo él y los chicos hablaban animadamente en el comedor. Había fingido que estaba cansada para poder evitar la compañía. Últimamente, me sentía mucho mejor estando sola.

Tenía un pilón de libros y CDs posados sobre mi mesa de luz, a los que recurría cuando no había forma de callar a esa insistente vocecilla que a menudo aparecía en mi cabeza, para volverme loca. Pero ahora nada la iba a detener porque mi cuarto estaba del otro lado del pasillo, de todas formas no me interesaba. A veces era necesario escuchar lo que esas voces tienen para decir.

En mi cuello, aún conservaba los pequeños dijes, que provocaban un suave tin siempre que chocaban gracias a mis movimientos. Los tomé con una mano y empecé a jugar con ellos. Se había vuelto algo así como un tic. Cuando estaba nerviosa, aburrida, frustrada, lo que fuere, probablemente mis dedos estarían jugando con esas cositas.

La media luna de plata, el pequeño álbum y el viejo libro que me había regalado Tony era todo lo que tenía para recordar que él, alguna vez, me había querido. Pero él se enamoró de Jean, lo que sea que haya sentido por mí no fue lo suficientemente fuerte como para mantenerlo a mi lado. Sí, gracias vocecita, siempre aguando cada recuerdo bonito que pudiera atesorar.

No pude evitar mirar mis brazos y fijarme en las pálidas líneas que los marcaban. Suspiré. Las acaricié con mis dedos. Comencé a preguntarme si algún día alguien me querría, con cicatrices incluidas. Cicatrices que, en gran parte, había sido provocadas por una estúpida adolescente enamorada. ¿Alguien alguna vez sería capaz de acariciarlas como Tony había hecho en su momento? Esa duda me atormentaba. Se me escapó una sonrisa triste. Ese también era un recuerdo de Tony. De alguna forma, se las había arreglado para dejarme un tatuaje con su nombre, escrito con letras que nadie más que yo entendería jamás.

Me levanté de la cama donde había estado tendida durante casi dos horas y fui a buscar algo para comer. Vic y Mike seguían allí, hablando como si el reloj no marcara las dos de la mañana.

-Eh, miren a la dormilona, por fin se despierta. – Dijo Vic, mientras interrumpía a los demás. Procuré ignorarlo y me dirigí a la cocina.

Tomé lo primero que encontré y fui a sentarme con ellos, apenas prestando atención a lo que decían y totalmente concentrada en mi comida. Podía sentir la mirada de Mike posada en mí, pero no podía importarme menos. Terminé mi cena, besé la mejilla de cada uno y caminé a mi cuarto.

Un fuerte olor a pintura se introdujo en mi nariz mientras observaba las lindas paredes, ahora pintadas de un verde manzana. Sonreí, satisfecha con el trabajo que mis amigos habían hecho y, procurando no tocar aún las paredes, me vestí y me metí en mi cama. Estaba puesta en medio de la habitación y todos mis muebles y cosas empujados varios metros lejos de las paredes recién pintadas, pero el extraño aspecto de mi habitación no me interesaba en lo absoluto. Hacía rato que ese tipo de cosas (y otro millón de cosas distintas) habían dejado de importarme.

Ahora sí me había subido el sueño, así que me dispuse a descansar. Como era usual tratándose de Mike, entró en la habitación y prendió todas las luces, obligándome a taparme bruscamente la cara con mis manos. Se recostó a mi lado, empujándome al borde de mi cama y dejándome en una precaria situación de equilibro para no caer.

-¿Estás bien? – me pareció demasiado agotador hablar, así que simplemente asentí. Fijó su mirada en mí, sin siquiera parpadear, y me encontré a mí misma sacudiendo la cabeza levemente. -¿Qué te sucede?

- Faltan dos días para el primero de marzo – murmuré. Me gané un largo suspiro como respuesta.

-Ya ha pasado casi un año y tú no te lo sacas de la cabeza – mientras rodeaba los ojos, le regalé una sonrisa burlona por resaltar lo obvio. – No me mires así, __, él fue el culpable de esos… recuerditos.

Se me escapó una sonrisita, una de verdad. Él siempre encontraba las palabras para levantar mi ánimo del subsuelo. Se quedó a mi lado largo rato y yo creí que ya no diría nada o que se dormiría justo donde estaba, pero estiró un brazo como pudo y tomó mi collarcito.

-Le rompería la cara pero, ya sabes, es mi mejor amigo – murmuró moviéndolo entre sus dedos. No levantó la mirada de la pequeña luna al continuar. – Para mí tienes que pelear por él, pero siempre te enojas cuando te lo menciono así que olvídalo. Pero mientras conserves esto – levantó el dije y me lanzó una mirada firme – no podrás avanzar. Y con “esto” me refiero a todo, absolutamente todo lo que te recuerda a él.

A continuación se levantó, besó mi frente y se marchó, apagando la luz detrás de sí. Él y sus estúpidas charlas lavadoras de cerebro. Me quité el collar y lo observé unos instantes. Lo encerré en mi mano y lo apreté tan fuerte que por un momento imaginé ambos dijes fundiéndose, el uno con el otro. Lo dejé ahí, encerrado, mientras los complicados pensamientos que albergaba mi mente me fueron adormeciendo hasta que acabé por dormirme.

Holaaaa, volví y tengo que decirles que terminé el fic y quedan, después de este, dos caps. Nada, perdón por tardar tanto, no tenía internet :(((

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