Capítulo 48

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Lo miré atónita mientras cruzaba la puerta y esperaba que saliera. Tenía un cúmulo de palabras atoradas en la garganta y no supe qué decir. Simplemente lo seguí; subimos al auto y condujo hasta la casa de Vic. Ahora él vivía solo, sin sus padres y sin su novia. Era una casa pequeña pero nosotros entraríamos fácilmente.

Durante todo el camino, Tony actuó como si nada hubiera pasado ¿qué demonios significaba esto? Acababa de comprometerse con Jean.

Saludamos a cada uno de los chicos, ya habían llegado todos, incluso Olivia. Corrí a ella y la abracé tan fuerte como pude, ella era la persona que menos veía.

Luego de intercambiar unas palabras con ellos, Miranda nos tomó a mí y a Oli de las manos, tirándonos hacia la habitación de Vic. Una vez allí, me lanzó una mirada acusadora y Olivia la imitó. La gente que me rodea es extraña, la mayoría de las veces no entiendo nada de lo que hacen.

-¿Qué acaso no nos contarás? – me senté en la cama y me tiré en ella. ¿Qué demonios esperaban de mí? Por suerte creo que Olivia comprendió mi confusión.

-De Tony, ___, pasaron toda la tarde juntos, queremos detalles.

En otras circunstancias probablemente habría guardado para mí lo que había pasado pero tal vez ellas sabrían qué estaba pasando. Ambas me miraban como si se les fuera la vida en ello y yo ya había renunciado a entender qué les pasaba.

-Me besó – murmuré. Un gran “QUÉ” se escapó de sus bocas. Empezaron a bañarme en preguntas que no tenía ganas de responder así que les conté lo que había pasado.

-¿Eso fue todo lo que dijo? ¿Y actuó como si nada hubiera pasado? – preguntó Olivia cuando hube terminado mi relato. - ¿Por qué no le dijiste o hiciste algo?

-Porque él está comprometido, porque yo tengo novio y porque la última vez que lo besé fue hace DIEZ malditos años.

-¿Sabes? –, comenzó Miranda, - pueden haber pasado diez años pero eso no cambia lo que sientes por él.

Las dos cruzaron miradas, como aprobando lo que acababan de decirme. Si esto fuera un dibujo animado, la parte inferior de mi boca se habría desprendido del resto de mi cara, pero en mi situación, simplemente quedó abierta hasta más no poder.

Aquellas veces en las que ambas habían querido que admitiera mis antiguos sentimientos por él comenzaron a cruzar mi mente como si mi cabeza fuera un proyector:

-¡Di que te gusta!

-No me gusta, Miru, es mi mejor amigo.

-No se besa a los mejores amigos y tampoco se los mira del modo en que tú lo miras.

-Cállate, ¿de acuerdo? Él me besa a mí y sólo lo miro como te miro a ti, no insistas.

-sí, claro. El día en que alguno tenga el valor suficiente para admitir lo que sienten, será demasiado tarde.

-No me gusta – repetí mientras los recuerdos inundaban mi mente.

-Si no haces algo, se casará con Jean y lo perderás, no por diez años, sino para siempre.

-____, ____, ____, entra en razón, ¿cuánto tiempo te hace falta para darte cuenta?

-Lo mismo les pregunto a ustedes. Admito que sentí algo por él pero ya se acabó, ahora tengo a Aaron, ¿de acuerdo? No estaría con él ni aunque pudiera.

-¿Por eso lo haces? ¿Crees que no puedes?

Me frustró el hecho de que no entendieran que Tony no me gustaba así que simplemente me levanté y fui hacia donde estabas los chicos. Me senté sobre Mike, quien estaba fumando, viéndome obligada a aspirar todo el humo que lanzaba. Jaime rio al verme medio ahogada, así que se paró y tomó un paquetito que tenía posado sobre las piernas. Se acercó a mí y me obligó a pararme.

Me entregó el paquete, susurrando un feliz cumpleaños mientras me abrazaba. La tarjeta que tenía enganchada decía que era de parte de todos para “la más tierna e irritable mujer”. Más tarde me pagarían por eso.

Deslicé mis dedos dentro de la pequeña caja y pude tomar una cadenita dorada que tenía en ella un pequeño dije del mismo color. Estaba grabado; unas delgadas líneas plateadas decían “Joy” y y dibujaban una pequeña estrella.

Inmediatamente le pedí ayuda para ponérmelo. Entonces fui uno por uno, dándoles un beso a cada uno y, cuando hube terminado, los vi a todos allí, sentados y tuve que reprimir una sonrisa. Tenía los mejores amigos del mundo, no cabía duda.

Nos quedamos hablando hasta altas horas de la madrugada. Serían las tres cuando Aaron decidió regresar a casa, pero yo quería quedarme de modo que cuando se hicieron las cinco le pedí a Mike y Oli que me dejaran en mi casa.

Realmente estaba cansada, así que en transcurso del viaje no abrí la boca, ellos se limitaron a hablar de su nueva casa y cómo la decorarían. Creo que me dormí pues no noté en qué momento llegamos. Mike me sacudió un poco y me acompañó hasta la puerta.

-Deberías hablar con él – susurró mientras nos abrazábamos antes de despedirnos. No me dejó preguntar, él mismo respondió. – Con Tony. Deben aclarar sus sentimientos.

-Yo no siento nada, dejen de insistir si no quieren volverme loca – repliqué mientras le lanzaba un golpe al brazo.

-Podrás engañar a las chicas, pero no a mí, pequeña.

-Mike…. – se restregó el brazo y se encogió de hombros.

-Avísame cuando tú misma te creas lo que dices - señaló mi cuello con un gesto. Por cierto, lindo collar. Buenas noches, ___.

Instintivamente, llevé mi mano a mi cuello. Tomé el collar entre mis dedos y lo miré. La medallita que decía “Joy” estaba acompañada por otro dije que tenía forma de luna. Jugué con ellos mientras entraba a la casa.

Vi a Aaron profundamente dormido y me acosté a su lado. Me quedé mirándolo largo rato; mis párpados pensaban y no podía dejar de bostezar mientras mentalmente repetía las palabras de Mike.

¿Quién más sabría lo del collar? Eso dependía de Tony, él me había regalado una pulsera con ese dije. Hacía mucho que había guardado la pulsera y usaba un collar en su lugar. ¿Por qué acercarme a Tony siempre implicaba tener que pensar tanto en todo? Necesitaba hablar con alguien.

Permanently yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora