Capítulo 13

1.2K 86 0
                                    

En fin, el día siguió pasando (demasiado lento para mi desgracia) y yo estaba confundida. Quería estar con Tony cada momento que me fuera posible, pero al mismo tiempo, deseaba poder mantener distancia pero no lo lograba. Si él notaba que yo me mantenía distante y fría o siquiera lo ignoraba, se acercaba a mí, me abrazaba o me besaba sin importar que estuviéramos frente a todo el colegio; eso no sólo me encantaba, sino que me confundía aún más. ¿Qué extraño juego estaba jugando?

Esa noche, luego de una vergonzosa explicación a la madre de Miranda sobre cómo habíamos terminado los dos invitados a su casa ese día, ella supo entender mi situación y porqué Tony estaba con nosotras y no se molestó.  Una vez que hubimos dejado nuestras cosas, salimos a comer a un restaurant cercano. Miru vivía en un barrio grande y tranquilo, lleno de gente amigable.

Al llegar, nos sentamos en una mesa del fondo, junto a un gran ventanal. Pedimos la comida para luego ponernos a discutir de tonteras tales como porqué a las niñas las asocian con el color rosa o qué dirán los perros cuando hacen ‘’guau’’. Estábamos en medio de una de esas interesantes discusiones, cuando un chicho se paró del otro lado de la ventana y golpeó despacito. Una enorme sonrisa apareció en el rostro de Miru al captar de quien se trataba. El joven le devolvió una sonrisa radiante y llena de dientes blancos. Sin pensárselo ni un segundo, mi amiga se levantó y, con paso firme, comenzó a caminar en dirección a la puerta. Durante un segundo, en el cual pareció recobrar la consciencia, frenó y se volteó sólo para gritar ‘’ ¡Es Lucas!’’ y luego seguir camino.

De modo que se trataba del chico del cual había estado enamorada desde los cinco años. Entonces ahora me dejaba sola a mí, su mejor amiga, junto a un silencioso depredador, que fingía ser mi amigo pero podría devorarme en cualquier momento. Me giré para verlo. Sentado junto a mí, Tony reía por lo bajo.

-Te ves graciosa cuando te pones pensativa- comentó mientras intentaba aguantarse. Se detuvo casi completamente cuando notó mi mirada asesina sobre él. – De acuerdo enojona, no me reiré más. ¿En qué pensabas?

-En el profundo odio que siento hacia mi mejor amiga por dejarme sola contigo – solté luego de unos segundos de indecisión.

-¿Por qué? ¿Tienes miedo de que te coma? – inquirió. Al ver que asentía, no pudo contenerse y estalló en carcajadas. Estiró sus brazos hacia mí y me atrapó entre ellos. – No pongas esa cara de animalito asustado, se supone que confías en mí.

-Lo hago, Tony – repliqué, dejándome caer en sus brazos y apoyando mi cabeza en su pecho. Era tan placentero estar allí, sintiendo su calor, oliendo su perfume. Irónicamente, me sentía protegida.

-Entonces, ¿cuál es el problema? – me apretó más con sus brazos, acercándonos más. Como de mi boca no salió palabra alguna, colocó su boca junto a mi oreja para insistir con su pregunta en forma de susurro, causando un que un gran cosquilleo recorriera mi cuerpo entero. Me alejé un poco y posé mis ojos en él, intentando ocultar la inseguridad que sentía siempre que hacíamos contacto visual.

-Tengo miedo de… de que te alejes. Siempre pareciera que tú puedes leer mi mente, o saber cómo voy a actuar, pero yo no entiendo nada de lo que haces, piensas o… - me detuve al sentir que me estaba exponiendo demasiado. Inmediatamente, oculté mi rostro en su pecho y cerré los ojos, tan fuerte como pude. Volvió a apretar sus brazos a mí alrededor.

-Debes confiar en mí. Podría decirse que me siento como tú – creí que podría ser el momento para hablar de todas las dudas que mi mente no se cansaba de reproducir en mi cabeza y que causaban un peso en mi pecho cada vez que estaba con él. Pero cambió de tema y mi oportunidad se esfumó. - ¿Por eso me ignorabas hoy?

-Sí, yo… - río por lo bajo y besó mi cabeza.

-No tengas miedo de mí.

Lo abracé fuerte. Me di cuenta de que no tenía otra opción, sólo me quedaba confiar pues no estaba dispuesta a dejar que se alejara de mí. Un rato más tarde, el mozo de acercó con nuestra orden. Decidí no moverme hasta que llegara Miru, claramente una excusa para no separarme de Tony. Lamentablemente, oí la voz de mi amiga a pocos metros de nosotros y, al levantar la vista, la vi junto con Lucas.

-Lucas, ella es ___, mi mejor amiga, y él es su novio, Tony – nos presentó sin más y luego tomó asiento frente a su comida, empujando la silla restante de la mesa hacia su acompañante.

-Oye…, ___, ¿estás bien?

La sonrisa que intentaba mantener en mi rostro a pesar de lo que Miranda había dicho se borró ante mi desconcierto. Busqué a Tony con la mirada, quien con los ojos señaló un espejo colgado en la pared cerca de nosotros. Pude ver mi cara, totalmente roja. Al ver mi reflejo, el rojo se intensificó.

-Debo ir al baño – susurré, para luego retirarme, seguida de Miru.

-¡Diablos, ___, era una broma! ¡Pareces un tomate! – exclamó entre risas, una vez que la puerta se hubo cerrado detrás nuestro. Entonces, sin dar mayor importancia al asunto, comenzó a relatarme su conversación con Lucas. – ¡Creo que le gusto!

Le respondí con una sonrisa, y luego de abrazarla, regresamos a la mesa. Ambos chicos parecían mantener una amigable conversación. Al vernos llegar, se giraron hacia nosotras y Lucas comentó que mi cara de tomate era graciosa y que Tony le había contado lo que la había provocado.

Aclarado el chiste de miranda, nos sentamos a comer y nos pasamos largo rato hablando. Antes de irnos, casi dos horas después, Lucas sugirió volver a juntarnos el fin de semana. Después de aceptar, nos despedimos y cada uno se fue por su lado.

Mientras recorríamos el camino de vuelta, Miru se la pasó hablando de lo ‘’lindo y gracioso’’ que era Lucas, y de todas sus perfecciones. Al llegar a su casa, nos encerramos en su habitación y yo me recosté en su cama, boca abajo.

-¿Qué hacemos ahora? Podríamos adelantar las cosas para mañana… - antes de que hubiera completado la frase, alguien saltó sobre mí. No habían pasado ni cinco segundos, que otro peso se añadió al que ya me aplastaba.

-No seas aburrida - musitó Tony, sofocado bajo el peso de Miranda.

-Exacto, juguemos a algún juego de mesa o algo así. Seguro mi hermano tiene uno para prestarnos.

-No, los juegos de mesa sí que son aburridos – Miranda pegó un pequeño saltito, provocando que tanto a Tony como a mí se nos escapara un gritito. – De acuerdo, jugaremos, pero salgan de arriba mío, ya no puedo respirar.

Permanently yoursWhere stories live. Discover now