Titubeó unos instantes pero finalmente me miró fijo, se acercó y tomó mi cara entre sus manos. Me atrajo hacia él, sin dejar que me alejase a pesar de mis intentos.
-Me gustas, desde hace mucho – me besó, intenté rechazarlo pero me besó. Había arruinado la siempre soñada relación de mi mejor amiga, genial, bien por mí. Lo que estaba pasando me enfermaba. Sobre todo porque conocía a Lucas. Lo empujé pero entonces me acerqué a abrazarlo. Yo y mis estúpidas acciones.
-Vamos Lucas, me conoces lo suficiente para saber que no siento nada por ti – lo separé un poco de mí, todavía sin soltarlo. Lo miré a los ojos y volví a abrazarlo. – Por favor Lucas, no quiero perderte pero no puedes hacerme esto, Miranda es...
-Lo entiendo – se limitó a responder. Se soltó y sonrió. Supongo que nos veremos un día de estos.
-No, nos veremos exactamente en una semana, es mi cumpleaños.
Pareció dudar pero ambos sabíamos que yo no aceptaría un no por respuesta. Asintió levemente y luego se fue. Como había pedido mi amiga, la llamé y hablé con ella. Estaban ambos muy mal, podía oír su voz temblorosa del otro lado del teléfono. Y todo por mi culpa. Por dentro, esta situación me estaba comiendo viva, no podría soportarlo por mucho tiempo más.
-Lamento tanto todo esto Miru. Juro que nunca deseé que esto pasara.
-No, escúchame, ¿sí? Esto no es tu culpa y yo eso lo sé. Sólo no puedo evitar estar triste por esto pero estaré bien, y tú igual – quedé medio atónita por sus rápidas palabras que apenas daban tiempo a que terminara de pronunciarse la anterior para salir.
-¿Miru, qué pasa?
-Sólo… espérame, ¿sí? Iré para allá, debemos hablar de varias cosas.
Me quedé sentada con el teléfono en la mano. Había vuelto a cortar, dejándome con las palabras en la boca. Mi cabeza comenzó a dar vueltas con cada una de las cosas que había dicho, intentando descifrarlas. Una vaga idea empezaba a rondar mi cabeza pero deseé con todo mí ser estar equivocada.
Me senté en la puerta de casa, hacía calor y a esta hora había una combinación exquisita entre la tibia sensación de los rayos de sol sobre la piel y la brisa, que corría haciendo mover los árboles. Cuando Miranda llegó, me encontró justo allí y se sentó a mi lado. Me sonrió levemente y dejó que la abrazara. Podría ver sus ojos rojos y tristes a kilómetros. Hablamos un poco, no mucho. Creo que ambas estábamos bastante cansadas por todo el drama.
-Lo siento tanto… - volví a murmurar por enésima vez.
-No es tu culpa, ___. Deberías entenderlo. Yo no… - comenzó a decir pero se interrumpió. Tenía miedo pero debía saberlo. Mientras pensaba la pregunta en mi mente, mis ojos se humedecieron. ¿Acaso me había vuelto tan débil o realmente Tony me había afectado?
-¿Tú no qué? Dime, viniste aquí para hablar de eso.
-Yo no quiero que… que tu vuelvas a lastimarte. No lo soportaría, por dios, no de nuevo - ya me lo venía venir. Tomó mi mano y la acarició con la suya. Se sonrió pero su sonrisa sólo duró unos segundos. – Estuve tan ciega, me hago llamar tu mejor amiga y no lo pude ver, nunca lo pude ver.
Me abrazó y comenzó a llorar, a estas alturas ya las dos estábamos al límite. La acompañé en su llanto hasta que logramos tranquilizarnos. Entonces se alejó para mirarme.
-Te ves bonita, incluso con todo el maquillaje corrido… los pelos parados… los ojos de mapache… Muy bonita mi mejor amiga – comenté mientras se me escapaba una sonrisa por el triste aspecto que ella tenía en ese momento. Afortunadamente, logré sacarle una risita.
-Tú tampoco te ves precisamente como un ángel.
Volví a abrazarla, pero esta vez con más fuerza. Esta sería la última vez, la última vez que ella lloraría a causa mía, la última vez que tendría que pedirme semejante cosa.
-¿Cómo te enteraste? – pregunté una vez que hubimos entrado para comer algo.
- Pues fue Tony… unos días antes de que fuéramos a lo de Vic. Como te dije me había pedido que te cuidara y… se le escapó – me acerqué y la abracé. Los abrazos de Miranda eran muy reconfortantes.
-Estaremos bien, ¿verdad Miru? Esta será la última vez que dejaremos que alguien nos ponga tan mal – correspondió a mi abrazo y susurró un leve “sí” antes de alejarse, una gran sonrisa en su rostro.
YOU ARE READING
Permanently yours
FanfictionEs increíble como el chico más callado del salón puede, de un día para el otro, convertirse en la persona más importante. Resulta también increíble cómo de un día para otro todo se puede ir al demonio.