Capítulo 32

881 72 4
                                    

Titubeó unos instantes pero finalmente me miró fijo, se acercó y tomó mi cara entre sus manos. Me atrajo hacia él, sin dejar que me alejase a pesar de mis intentos.

-Me gustas, desde hace mucho – me besó, intenté rechazarlo pero me besó. Había arruinado la siempre soñada relación de mi mejor amiga, genial, bien por mí. Lo que estaba pasando me enfermaba. Sobre todo porque conocía a Lucas. Lo empujé pero entonces me acerqué a abrazarlo. Yo y mis estúpidas acciones.

-Vamos Lucas, me conoces lo suficiente para saber que no siento nada por ti – lo separé un poco de mí, todavía sin soltarlo. Lo miré a los ojos y volví a abrazarlo. – Por favor Lucas, no quiero perderte pero no puedes hacerme esto, Miranda es...

-Lo entiendo – se limitó a responder. Se soltó y sonrió. Supongo que nos veremos un día de estos.

-No, nos veremos exactamente en una semana, es mi cumpleaños.

Pareció dudar pero ambos sabíamos que yo no aceptaría un no por respuesta. Asintió levemente y luego se fue. Como había pedido mi amiga, la llamé y hablé con ella. Estaban ambos muy mal, podía oír su voz temblorosa del otro lado del teléfono. Y todo por mi culpa. Por dentro, esta situación me estaba comiendo viva, no podría soportarlo por mucho tiempo más.

-Lamento tanto todo esto Miru. Juro que nunca deseé que esto pasara.

-No, escúchame, ¿sí? Esto no es tu culpa y yo eso lo sé. Sólo no puedo evitar estar triste por esto pero estaré bien, y tú igual – quedé medio atónita por sus rápidas palabras que apenas daban tiempo a que terminara de pronunciarse la anterior para salir.

-¿Miru, qué pasa?

-Sólo… espérame, ¿sí? Iré para allá, debemos hablar de varias cosas.

Me quedé sentada con el teléfono en la mano. Había vuelto a cortar, dejándome con las palabras en la boca. Mi cabeza comenzó a dar vueltas con cada una de las cosas que había dicho, intentando descifrarlas. Una vaga idea empezaba a rondar mi cabeza pero deseé con todo mí ser estar equivocada.

Me senté en la puerta de casa, hacía calor y a esta hora había una combinación exquisita entre la tibia sensación de los rayos de sol sobre la piel y la brisa, que corría haciendo mover los árboles. Cuando Miranda llegó, me encontró justo allí y se sentó a mi lado. Me sonrió levemente y dejó que la abrazara. Podría ver sus ojos rojos y tristes a kilómetros. Hablamos un poco, no mucho. Creo que ambas estábamos bastante cansadas por todo el drama.

-Lo siento tanto… - volví a murmurar por enésima vez.

-No es tu culpa, ___. Deberías entenderlo. Yo no… - comenzó a decir pero se interrumpió. Tenía miedo pero debía saberlo. Mientras pensaba la pregunta en mi mente, mis ojos se humedecieron. ¿Acaso me había vuelto tan débil o realmente Tony me había afectado?

-¿Tú no qué? Dime, viniste aquí para hablar de eso.

-Yo no quiero que… que tu vuelvas a lastimarte. No lo soportaría, por dios, no de nuevo - ya me lo venía venir. Tomó mi mano y la acarició con la suya. Se sonrió pero su sonrisa sólo duró unos segundos. – Estuve tan ciega, me hago llamar tu mejor amiga y no lo pude ver, nunca lo pude ver.

Me abrazó y comenzó a llorar, a estas alturas ya las dos estábamos al límite. La acompañé en su llanto hasta que logramos tranquilizarnos. Entonces se alejó para mirarme.

-Te ves bonita, incluso con todo el maquillaje corrido… los pelos parados… los ojos de mapache… Muy bonita mi mejor amiga – comenté mientras se me escapaba una sonrisa por el triste aspecto que ella tenía en ese momento. Afortunadamente, logré sacarle una risita.

-Tú tampoco te ves precisamente como un ángel.

Volví a abrazarla, pero esta vez con más fuerza. Esta sería la última vez, la última vez que ella lloraría a causa mía, la última vez que tendría que pedirme semejante cosa.

-¿Cómo te enteraste? – pregunté una vez que hubimos entrado para comer algo.

- Pues fue Tony… unos días antes de que fuéramos a lo de Vic. Como te dije me había pedido que te cuidara y… se le escapó – me acerqué y la abracé. Los abrazos de Miranda eran muy reconfortantes.

-Estaremos bien, ¿verdad Miru? Esta será la última vez que dejaremos que alguien nos ponga tan mal – correspondió a mi abrazo y susurró un leve “sí” antes de alejarse, una gran sonrisa en su rostro.

Permanently yoursWhere stories live. Discover now