Capítulo 45

738 63 0
                                    

Me desperté, alarmada, gracias a una canción que resonaba muy cerca de mí y muy fuerte. Estaba levemente apoyada sobre Tony, quien me miraba como si no entendiera algo. Bueno, no, estaba prácticamente tirada sobre él.

Cuando me di cuenta de que lo que sonaba era su celular, me levanté de un golpe y lo tomé. Eran las tres de la mañana y en letras blancas aparecía “Miranda”. Sin dudarlo, atendí desesperada.

-Tranquilízate, ___ - gritó del otro lado del teléfono. Tú también gritarías si hubieras pasado tres horas, encerrada en un maldito ascensor.

-Miranda escúchame, Tony y yo estamos atrapados en el elevador de nuestro edificio, debes venir a buscarnos – no respondió por unos segundos.

-¿Atrapados? Demonios, voy para allá – dijo y colgó. Le devolví el celular a Tony y volví a recostarme contra la pared. El aire allí era muy denso, dos personas encerradas en un lugar tan reducido no era lo mejor del mundo.

-Lamento haberme dormido sobre ti – mencioné, girando mi cabeza para poder verlo mejor. Sonrió tiernamente y sacudió la mano, como sacándole importancia.

-No es la primera vez que lo haces, no hay problema – le devolví la sonrisa. – De hecho, extrañaba estar contigo…

-Yo también te extrañé – admití sin poder creer que esas palabras estaban saliendo de mi boca. – Es raro que te diga esto pero… me costó mucho superar tu partida, te odié tanto durante mucho tiempo por haberme hecho eso.

-Yo no te hice nada – me corrigió. – Tú me llevaste a esa estúpida fiesta.

Lo miré sin comprender. Recordé que él siempre había creído que todo eso había sido mi culpa y, de repente, la rabia que sentí tantos años se acumuló en mi pecho.

-¿Qué? Yo no te obligué a ir, tú y Miranda querían que yo fuese – se encogió de hombros, como si lo que pudiera decir no le importara.

-De todas formas ayudaste a Nick a humillarme pero luego de un tiempo comencé a preguntarme porqué simplemente no te perdoné.

-¿Perdonarme? – no, esta vez sí me escucharía. Me separé de la pared y lo miré fijo a los ojos, apenas pestañando. – Tú no estás en posición de perdonar a nadie. Es más, tú deberías pedirme perdón a mí.

Me devolvió la mirada, atónito. Sacudió la cabeza levemente y noté que su cara se tensaba un poco.

-Tú lo ayudaste a planear esa broma. Confiaba tanto en ti y así me lo pagaste. ¿Sabes cómo me sentí allí, rodeado de todos ellos, cuando me enteré que tú eras parte de todo ese infierno? ¿Sabes acaso cómo rompiste mi corazón? No, claro que no. Siempre has sido tan… egoísta. No te haces una idea de lo que te necesité.

-¿Sabes cómo me sentí yo cuando me cerraste la puerta en la cara cuando fui a verte? – murmuré, sin ser capaz de levantar mi tono. Mientras hablaba, sentía que la presión en mi pecho iba disminuyendo. Sí, debía decir esto, lo había encerrado entre cuatro paredes de piedra y ocultado en lo más profundo de mi pecho, entre la sombra y mi alma. – No, claro que no. Porque eres tan terco cuando te enojas que no escuchas, eres incapaz de hacerlo. Después de diez años sigues siendo igual de terco. No quisiste escucharme y en lugar de eso le creíste a Nick. ¡A Nick! ¿Pero sabes? Yo no tuve nada que ver con esa estúpida broma. Te mintieron y tú les creíste. Creíste que yo era capaz de hacerte algo así a ti.

-Si lo que dices es cierto, ¿por qué mágicamente desapareciste y regresaste mientras todos reían? – no aparté los ojos de él en ningún momento, a pesar de ser consciente de que toda esa conversación estaba reviviendo aquellos tristes años.

-El único motivo por el que fui al maldito baño fue para contarle a Miranda lo mucho que me gustabas y preguntarle qué demonios debía hacer contigo – su expresión cambió notoriamente. Sonreí de lado, ante el vivo recuerdo de esa noche.

-¿Por qué… por qué no me lo dijiste? – preguntó, algo así como asustado. Bufé mientras rodeaba los ojos.

-¿Estás bromeando? Dime ¿qué mierda intenté hacer durante días, mientras tú me ignorabas y me evitabas? ¿Qué pensabas? ¡Ni siquiera me escuchaste! No puedo cre…

-Si hubieras querido lo hubieras intentado con más fuerza – me interrumpió. Ya es todo, estallé mientras alguna lágrima se me escapaba.

-ME DEJASTE CON LAS PALABRAS EN LA BOCA – chillé, subiendo mi tono cuanto pude. – Fui hasta tu casa, sola, quise hablarte y me cerraste la maldita puerta en el rostro. Durante semanas te busqué y me peleé con mi mejor amiga por ti. ¿Sabes por qué dejé de intentar? Miranda me dijo que te dejara en paz, discutimos de tal manera que no la vi durante todo el verano. No la vi a ella, ni a Vic, Mike o Jaime. Estuve más de tres meses encerrada en mi casa sola, con la única compañía de Lucas cada tanto y mi padre. Incluso a ellos los veía un par de horas ¿y tú me dices que me necesitaste?

Estaba agitada, completamente segura de que mi rostro estaba empapado y todo colorado y yo quería gritar y pegarle por todos esos horribles pensamientos y sensaciones que ahora volvían a llenar mi cabeza. Era como si él tuviera la llave hacia mi propio infierno. Intentó tomarme la mano, pero me alejé de él.

-Yo te necesité cada estúpido día, me costó más de lo que crees entender que nada valía tanto la pena – mi voz volvió a ser un susurro y por fin me sentí algo así como liberada. Noté que sus ojos se posaron en mis brazos, tomó uno de ellos, no lo detuve, y levantó la manga de mi remera.

Se quedó perplejo, supongo. No volví a mirarlo a la cara al volver a hablar. Sólo volví a la posición inicial y cerré los ojos nuevamente. Puse mi mano sobre mi brazo desnudo y acaricié las aún visibles marcas blancas que lo cubrían. Recordaba la mayoría de las noches donde cada una de ellas había aparecido para no volver a irse.

-Pero a pesar de todo eso, de todo el dolor que me causaste, me alegré de verte en la boda, y de empezar nuestra relación de cero cuando volví a verte en la oficina.

No estoy negando que Tony no haya sufrido, pero nadie puede echarme la culpa de todo eso a mí. Yo fui la que salió más perjudicada de todo eso y no era justo que él me llamara egoísta. Después de todo, lo único en lo que siempre pensé fue en él y en lo mucho que lo amé.

Volteé y le di la espalda. Suficiente charla por hoy. Por suerte, no tuvimos que esperar mucho hasta que Miranda llegara con ayuda para sacarnos de ese horrible lugar.

Nos encontró en un estado deplorable, yo tenía unas ojeras oscuras bajo mis ojos y algunas lágrimas aún caían por mis mejillas, empapando todo mi rostro. Tony estaba acurrucado contra una esquina y parecía pensativo, cansado y destruido.

Cuando logramos salir, tomé una gran bocanada de aire fresco, agradecida de poder estar afuera. Tony sólo se despidió de Miranda y Alex, quien la había acompañado hasta aquí, antes de irse.

Al día siguiente, falté al trabajo. No había forma de que durmiera dos horas para tener que soportar otras ocho leyendo papeles y haciendo vaya Dios a saber qué era lo que me pediría John. Simplemente llamé y avisé del accidente a Annabeth para que pudiera hablar con el jefe.

Entonces me acosté a dormir, Miranda se durmió conmigo y le cedió su cama a Alex. Me reusé a contarle lo que había pasado, podíamos dejar eso para otro momento.

Permanently yoursWhere stories live. Discover now