Capítulo 6

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-Oye, ___, soy mejor que esa cosa rara, salimos el viernes, ¿de acuerdo? –entonces siguió camino, asumiendo que yo había aceptado, cosa que realmente no sucedería. Miré a Tony que estaba serio, pero al ver que lo observaba, comenzó a reír bajito. 

-Parece que le gustas – levantó ambas manos en señal de autodefensa cuando le lancé una mirada asesina. – Oye, a mí no me mires, es la verdad.

-Victoria dijo que yo te gustaba a ti, dime por qué motivo debería creerte al decirme algo parecido?

-Porque yo no soy él y además, él fue quien me lo dijo a mí. Como me vio hablando contigo me pidió que lo ayudara a invitarte.

-¿Qué le respondiste?

-Pues… le dije que eras mi novia y que no saldrías con él – mi boca quedó totalmente abierta y Tony volvió a dibujar su tierna sonrisa, dejando escapar una carcajada. – Es broma __, le dije que yo no lo ayudaría y debía arreglárselas él sólo.

-¿De qué se estaban riendo cuando me acerqué a ustedes? – dejó caer su rostro un momento pero volvió a mirarme, su amplia sonrisa había desaparecido bajo una tímida sonrisita que, acompañada por sus ojos, me mostraba su tristeza.

-De mí.

Me quedé colgada de su mirada. Esa era una parte de su vida, la que nadie conocía. No tenía amigos y debía escuchar risas y bromas todos los días. Me tiré sobre él y le di un abrazo. Tony necesitaba un amigo, y yo quería serlo.

-No dejes que te traten así, Tony, vales más que ellos.

-No lo sabes.

-Quieres ayudarme, eso me lo demuestra. Deja que yo te ayude a ti, ¿sí? Te ayudaré a ignorar sus comentarios.

-Siendo mí amiga sólo lograrás que te odien a ti también.

-Creo que vales el riesgo, Cesar – él comenzó a reír y me alegró saber que yo era la razón de ello.

-Odio que me llamen así – Miranda se acercó con su comida, y yo saqué la mía .

-Pues que mal por ti, Cesar. 

Hablamos de muchas cosas: la familia de Tony, la de Miranda, la mía… Para cambiar del tema de mi madre, le pedí que nos contara un poco de él, sus gustos, etc, para poder conocernos mejor. Terminamos haciendo ronda de preguntas, lo cual me orientó bastante en qué implicaba ser Tony. Era divertido estar con él, hacía chistes a cada rato y no dejaba de hacernos reír. Esa era una parte de Tony que no muchos conocían.

-Oigan, ¿quieren venir a mi casa el viernes? Papá se va de viaje a no sé dónde y regresa el martes.

-Me encantaría, __. Yo iré.

-Yo también iré, será mejor que haya mucha comida – se añadió Miranda. Justo cuando acabó de pronunciar la última palabra, comenzaba a sonar el timbre.

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