Capítulo 50

791 66 5
                                    

Imaginarse que todo sería más sencillo ahora era como mentirme a mí misma. A pesar de que todo estuviera bastante claro ahora, había diez años en medio de nosotros que complicaba las cosas.

Mi teléfono comenzó a sonar y sentí como sus brazos me apretaban con más fuerza. Me separé de él cuanto pude y tomé mi celular, guardado en los pantalones que ahora estaban en el suelo.

-¿___? ¿Sigues con Tony? Te pasaré a buscar, mañana saldremos muy temprano – asentí, olvidando que no podía verme. - ¿___?

-Sí, lo siento – suspiré antes de continuar. – Ven a buscarme.

-¿Buscarte? – murmuró Tony una vez que Aaron hubo cortado. Busqué mi ropa y comencé a vestirme. – No puedes irte.

-Puedo y debo. Tony… yo no… te casarás en unas semanas y yo tengo a Aaron y… Debo irme, necesito que me abras la puerta.

Y tan rápido como había empezado, volvió a terminar. Un rato más tarde llegué a casa con Aaron, él contándome todo lo que haríamos y más cosas, yo intentando sonreír. Esto no era lo que quería pero era la opción correcta.

Cuando llegamos a casa, Aaron se acostó a dormir, él odiaba tener sueño por la mañana. Yo me pegué una ducha rápida. Recordé esa noche y una sonrisa triste se dibujó en mi rostro. Salí del baño y fui a buscar ropa limpia con la que dormir. La mayoría estaba guardada en las valijas ya así que agarré lo primero que encontré.

Fui al living y me quedé viendo películas y mandándole mensajes a Mike. Aaron me levantó cerca de las cinco de la mañana, el vuelo salía a las 7 y debíamos salir en un rato. En fin, hicimos lo que nos faltaba y salimos para el aeropuerto. Varias veces me llamó la atención por estar tan callada pero me las arreglé para cambiar de tema.

A la hora indicada, tomamos el avión y partimos hacia quince días de vacaciones. Largas y relajantes vacaciones, según las había nombrado Aaron. Varias horas de viaje y finalmente llegamos a destino. Con las maletas en mano, caminamos hasta nuestro hotel. Bueno, Aaron cargó las valijas, yo caminé tranquilamente detrás de él.

Una vez dentro de nuestra habitación, nos lanzamos simultáneamente sobre nuestra enorme cama y lanzamos un suspiro. Pedimos algo para comer pero ya era tarde, casi un día de vuelo, y estábamos agotados.

Él se quedó dormido incluso antes de cenar. Aproveché que el sueño aún no me vencía para mirar un poco de tele. Una televisión diez veces más grande que la que teníamos en casa, había que aprovechar ese tipo de cosas.

El celular de Aaron comenzó a sonar sobre la mesita que estaba en frente mío. Dejó de sonar al instante y volví a dirigir mi mirada al programa que estaba mirando.

El móvil comenzó a sonar de nuevo y por más molesto que fuera no era mi teléfono y no quería atender. Pero, cuando sonó por quinta vez, me levanté hecha una furia y le grité a Aaron que atendiera.

-Responde tú, di que estoy ocupado – chilló´ con su voz de dormido desde la habitación. Rodeé los ojos, consciente de que no podía verme, y tomé el celular. La pantalla mostraba un número desconocido, atendí de todas formas.

-Hola – dije, intentando no sonar cortante ni malhumorada.

-¿Aaron? – una mujer preguntó del otro lado. – No, él está ocupado, ¿quién eres?

-Ah, pues soy Jazmín, quería preguntarle si podíamos volver a vernos.

-¿Verse? – inquirí en un tono apenas audible.

-Sí, ya hemos salido como diez veces y quería invitarlo a cenar a mi casa para ver si las cosas se ponen serias, ¿sabes? Déjale el mensaje, adiós.

Después de haber dicho eso, sólo pudo escucharse el tono. Decidí explorar su celular, aunque no fuera del tipo celoso ¿qué se suponía que debía hacer si una mujer extraña acababa de decirme que quería verlo para “ver si las cosas se ponían serias”? Él era serio conmigo, no podía ser serio con nadie más. Sacudí mi cabeza bruscamente, tengo 27 años, debo dejar de pensar como una niña.

Revisé los mensajes y descubrí varios (muchísimos) que tenía el número de Jazmín. Ese no era el tipo de mensajes que se le manda a una chica mientras está en una relación con otra. Cada mensaje que leía, alimentaba la rabia que sentía dentro.

Entonces pensé en revisar el registro de llamadas y, cuando noté que había más llamadas suyas que mías, casi lanzo el celular por la ventana. Pero me mantuve serena. Me levanté del sofá y me dirigí a la habitación.

Lo vi allí, durmiendo tan feliz, creyendo que podría ocultarme semejante cosa. Estúpido. Le tiré el celular (tuve que aguantar la risa cuando un quejido se le escapó al sentir el impacto justo en medio del rostro). Me miró sin entender el porqué de mi reacción.

-Eres un idiota, yo no soy estúpida, ¿sabes?- le espeté. No parecía pero esto me dolía. ¿Qué si ella no era la primera con la que me había engañado? Pasé dos años de mi vida con él y eso no era poco.

-¿De qué estás hablando? – cuestionó mientras se incorporaba. Hice un gesto, señalando su teléfono. Sus ojos asustados fueron de mí hacia su celular y pudo leer lo que decía la pantalla. Abrió la boca para replicar pero lo corté antes de que pudiera convencerme de algo.

-No. No me convencerás de nada, te irás tú o me voy yo pero no soportaré ver tu rostro un minuto más.

Crucé los brazos frente a mi pecho y me paré derecha. Qué curioso que yo estuviera tan indignada cuando yo misma había actuado igual que él, tan sólo unas horas atrás. Sacudí esos pensamientos, yo no era como él, él me había engañado durante meses y meses o quizá más. Yo aún estaba pensando la opción de terminar todo porque a esta altura mis sentimientos por él no podían compararse con lo que había sentido a lado de Tony.

-No me iré. Las chicas con las que estuve fue sólo por rabia, tu pasabas cada vez más tiempo con Tony y sólo nos veíamos de noche y…

-¿Chicas? De acuerdo, si tú no te vas yo misma me encargo de empujarte.

-___, no seas idiota – me tomó por los hombros e intentó abrazarme.

-No, Aaron. Supongo que en cierto sentido tenías razón así que toma tu rabia y sal con ella por esa puerta de allá. No te hagas problema, en cuanto regrese tomaré mis cosas de tu departamento y me iré de allí.

De mala gana, tomó sus cosas y se marchó de esa habitación diciendo que esto era un error y blablablá. Una vez que estuve sola, me lancé a la cama y me puse a pensar qué demonios haría 15 días sola en ese lugar. Lo único que se me ocurrió, fue llamar a Miranda.

-___, ¿cómo estás? – respondió luego de que su celular sonara una vez.

-Bien, estupenda podría decirse. Pero necesito un favor.

-Pues dilo.

-¿No quieres venir de vacaciones con tu mejor amiga por 15 días?

-¿Por qué? ¿Aaron no está ahí? – preguntó confundida. No pude reprimir una sonrisa.

-Estaba. Lo eché. Supongo que eso significa que terminamos – me preparé para una lluvia de preguntas pero fue todo lo contrario.

-Envíame los datos del hotel, voy para allá.

Y cortó. Supongo que tendría dos semanas con mi mejor amiga y, gracias a Aaron, ya no me sentía culpable por lo que había sucedido la noche anterior. Le mandé un mensaje indicándole en qué hotel estaba y algunos dato más, para luego irme a dormir en una inmensa cama que tenía para mí sola.

Permanently yoursWhere stories live. Discover now