Capítulo 60

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Abrí los ojos y casi pegué un grito tan fuerte que se habría oído perfectamente desde China, pero una mano me tapó la boca. Debían ser las diez de la mañana, mi habitación estaba iluminada por una clara luz proveniente del sol, pero eso no explicaba por qué Tony estaba en mi habitación, tapándome la boca.

-¿Qué demonios estás haciendo? – chillé cuando logré zafarme. Sonrió tímidamente y se encogió de hombros lentamente, en gesto inocente. Me pasé una mano por la cara, intentando despabilarme. - ¿Por qué estás aquí? ¿Y Jean?

-Vine a verte pero estabas dormida. Eres tierna cuando duermes – volvió a encogerse de hombros. – Estoy acá porque tenemos que hablar. Jean se quedó en la playa pero yo me volví.

Lo miré atónita, sin entender lo que estaba pasando. Jean en la playa, el mirándome dormir, el aniversario el día siguiente. Esas piezas no encajaban en mi rompecabezas. Me senté en la cama, intentando ordenar sus palabras.

-¿De qué quieres hablar?

-De nosotros. – Lo miré, él sonreía. Mientras sus palabras llegaban a mi cerebro, mi corazón comenzó a latir más y más deprisa.

-No hay nada de qué hablar, mejor vuelve con Jean antes de que te extrañe – murmuré. Me había acostumbrado a la realidad como era, unas estúpidas palabras podrían agitar mi corazón pero no mi cabeza. En situaciones como esta, había que ser razonables.

-No puedo volver con ella… básicamente me echó.

-Y ahora vienes conmigo. Tiene sentido. – se le borró la sonrisa e intentó replicar, pero me adelanté. – Tony, no hay nada que decir, ¿de acuerdo? Ya dijimos todo lo necesario más de una vez. Ahora, por favor, vete y déjame en paz.

No sé de dónde saqué fuerzas para decir lo que dije, pero no permití que ni una pizca de duda se escapara a mi voz. Me esforcé lo mejor posible por actuar fría, por fijar una expresión de piedra en mi rostro y pretender que nada de esto me importaba. Quería largarme a llorar, patalear y hacer berrinches como una niña pequeña, pero podría esperar a que él se fuera. A pesar de todo, lo que más deseaba era creer en sus palabras, pero yo no era la segunda opción de nadie, disponible para cuando alguien la necesitaba.

-No, ___. Estoy aquí por el mismo motivo por el que pretendes que nada de esto te importa. Yo tampoco quiero volver a salir lastimado.

-Entonces vete y ahórranos todo esto. – Negó con la cabeza, como si mis palabras le entraran por un oído y le salieran por el otro.

-Al principio tenía miedo de visitarte. No por Jean, sino por ti. En un año pueden pasar muchas cosas, los sentimientos cambian, las personas se van, se rompen promesas y todo eso. Pero entonces llegué y tuve una entretenida charla con Mike donde… casi resulto herido y recibí una buena sugerencia que me permitió llenarme de valor para poder, finalmente, elegir venir a verte. Aunque bueno, estabas durmiendo y te veías tan tierna que no pude despertarte.

Se me cayó la pétrea expresión que intentaba mantener. ¿Cuál era la necesidad de hacerme esto? Ante todo razonamiento, mi corazón empezó a latir tan rápido que temí que él lo notara, dejándose caer por las estúpidas palabras lindas que decía el chico que tenía delante de mí. Él parecía más confiado, más alegre y más decidido de lo que lo había visto jamás, lo que me confundía a sobremanera.

-¿Qué… qué sugerencia? – logré pronunciar las palabras con más esfuerzo del que debería haber necesitado. Agradecí que estuviera sentado en un banquito y no cerca de mí, o habría podido notar que yo estaba temblando levemente.

Se agachó y tomó un cuaderno grueso y maltratado, lleno de figuritas y dibujos. Mi cuaderno. De repente, sentí que la sangre abandonaba mi cuerpo, por lo que supongo que habré palidecido al punto de parecer muerta. Tony estaba sosteniendo en sus manos mi proyecto. No sé por qué siempre lo llamaba así, supongo que fue porque siempre albergué esperanzas de poder volverme una escritora y poder publicarlo como mi primer libro.

Mis manos empezaron a sudar y tuve que morderme el labio. Pareció feliz al notar mi reacción, una sonrisa se fue dibujando en sus labios. Sí, seguramente estaba muy contento de sostener entre sus manos la narración de… de nuestra estúpida historia “de amor”.

-Mike me recomendó que lo leyera así que, mientras dormías, lo ojeé un poco. Eso me dio el valor que me faltaba. Debo admitir, que escribes muy lindo y que si decidieras publicar un libro sería el primero en comprarlo. Bueno, es algo de esperar de una estudiante de literatura, supongo. – Se le escapó una risita y me dirigió una mirada que me dio ganas de lanzarme sobre él y besarlo. – En fin, es muy lindo, pero debes cambiarle el final.

-¿Qué dices? ¿Por qué habría de cambiarle el final? Yo lo veo muy realista – desvié mis ojos, no soportaba la presión de su mirada.

-Porque esta vez no pienso dejarte ir.

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