Capítulo 12

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Desperté tarde al día siguiente. Levanté mi rostro para encontrarme con el de Tony, mirándome. Sonrió al verme despierta. Me preguntó si había dormido bien, asentí con la cabeza y volví a abrazarlo. Quería quedarme todo el día abrazada a él.

Se quedó junto a mí, abrazándome y acariciando mi pelo. No hablamos mucho, simplemente aprovechamos aquel contacto. Cada caricia suya llenaba mi cuerpo de sensaciones nuevas que no había sentido nunca. 

-___...

-Dime Tony.

-¿Yo te gusto? – posé mi mirada en la suya y sonreí. Guardé mi respuesta por unos minutos para hacerlo esperar.

-Bueno, Tony, supongo que eso deberás averiguarlo tú – me levanté y lo empujé de mi cama. – Ahora levántate. Iremos a pasear.

Cuando por fin logré que se levantara de la cama y se cambiara de ropa, salimos a caminar. Me tomó de la mano y no me la soltó en todo el camino. Abrazarlo era todo lo que yo quería. Pasamos todo el día paseando, yendo de un lugar a otro. Al shopping, a un parque, al cine, etc. Hablábamos mucho, y cuando no, no importaba.

Compramos boletos para ver una película; Tony había insistido en ver una que se acababa de estrenar. Mientras esperábamos que los comerciales pasaran, recosté mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Recordé lo que me había dicho mamá el día en que se fue de casa con su nuevo marido. Había mencionado que las cosas cambian sin que nos demos cuenta, a veces podíamos cambiar el resultado de las cosas pero solemos ser tan estúpidos que no tomamos las oportunidades que tenemos. Era cierto, papá no había hecho nada para que ella no se alejara, ni siquiera yo. Supongo que Tony vio una oportunidad y la tomó.

-Oye, ___ - abrí los ojos ante el llamado de Tony. –Quería darte esto.

Levantó su mano con el puño cerrado y, al abrirlo, dejó a la vista una pulserita. Tomó mis brazos con cuidado y corrió mi manga. Durante un momento, acarició las marcas que aún se veían, luego tomó la pulsera y la colocó en mi muñeca.

-Pensé que… no lo sé, podría ayudarte. Tal vez no siempre pueda estar contigo físicamente pero… bueno – a pesar de la poca iluminación de la sala, pude notar sus mejillas coloradas. Tomé su mano entre las mías y volví a apoyarme en su hombro.

-Gracias – susurré mientras la película comenzaba.

Como al día siguiente debíamos volver a clases, al llegar del cine fuimos directo a dormir. Saber que debía ir al colegio no fue tan triste al recordar que iría con Tony, que me sentaría con él y que estaría a su lado prácticamente todo el día.

Al llegar, me alejé un momento de Tony para poder hablar con Miranda, tenía cosas que contarle. Cuando estaba casi terminando, Tony se acercó por detrás, me rodeó con los brazos y me plantó un beso en el cachete.

Todos se nos quedaron viendo, absolutamente todo el salón. Sentí un horrible calor recorriendo todo mi cuerpo. Para mi suerte, llegó la profesora y logró quitar las miradas que estaban posadas en mí. Tony me sonrió, y le devolví la sonrisa pues no había forma de que se viera más tierno, abrazándome y sonriendo. Ante una fingida tos de la profesora, fuimos a nuestros asientos. 

Claramente no pude concentrarme. Lo único en lo que pensaba era en él, en mis ganas de tomar su mano y acostarme en su hombro y mis esfuerzos por no hacerlo. Cuando llegó la hora del almuerzo, los tres salimos de aula hacia la cafetería, Tony tiró de mí y me acercó a él, para entonces apoyar su brazo en mis hombros. Miranda me lanzó una mirada de reojo, pero no comentó nada. Sabía lo que estaba pensando

Tony Perry me gustaba, sí, pero no podía decírselo. No estaba segura si el sentía lo mismo o sólo estaba jugando o cuál era su plan. El hecho de que alguien se fijara en mí era bastante extraño. 

Yo sabía que tarde o temprano debería enfrentar aquella duda que, sin que me diera cuenta, me carcomía por dentro. 

-¿Estás bien __? – inquirió Tony al verme pensativa. Mordí mi labio pensando qué responder.

-Sí, Tony, sólo estaba pensando que… me gustaría que fuéramos a dormir a lo de Miru hoy, porque mañana llega mi padre y ya no podré hacer casi nada…

La mirada asesina que mi amiga me lanzó fue indescriptible. Luego de unos segundos en los que su rostro expresó puro odio, rodeó los ojos y sonrió.

-¡Claro! Vendrás Tony, ¿verdad?

-De acuerdo, creo que mi madre me odiará pero se le pasará. 

Estar cerca de él era un sueño y una tortura. Cuando me abrazaba, me sentía completa, feliz; nunca había sentido nada así. Pero estaba segura de que él no lo notaba, yo ponía todos mis esfuerzos por que así fuera.

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