Capítulo 5

1.2K 82 2
                                    

Caminamos un rato más y llegamos a mi casa. Al menos ahora tendría a Tony para escapar de mi padre un rato. Una vez dentro, vimos a mi padre, quien se acercó silencioso. Era la primera vez que lo veía desde anoche. Frustré su intento de acercarse a abrazarme, esa solía ser su forma de ‘’disculparse’’ por las peleas.

-Papá, él es Tony, un amigo. Le pedí ayuda con matemática para poder subir mis notas.

-Mucho gusto Tony – le tendió la mano, sonriente. Tony estiró la suya y la tomó. – Ayúdala, ¿de acuerdo?

-Lo mismo digo señor. Eso intentaré. 

Fuimos a mi cuarto y de repente recordé el desorden que había dejado esa mañana. Había dejado todo ordenado a medias. Justo cuando estaba por abrir la puerta, giré sobre mis talones y frené a Tony.

-Debo ordenar un poco mi cuarto… espérame cinco minutos.

-Oye, no me interesa que… - antes de que terminara de decir la frase, ya había entrado y cerrado la puerta en su rostro. El piso estaba limpio, envolví los estiletes en la toalla manchada y la arrojé debajo de mi cama, la hice y volví a abrir la puerta. Lo hice entrar y se sentó en mi cama. Busqué los libros y todo lo que necesitaba y me senté a su lado.

-Bueno, ¿por dónde empezaremos profesor Perry? – me miró y sonrió. Tomó su cuaderno y empezó a preguntarme cosas y explicarme otras. Fue increíble pues pude entender lo que no le entendía a la profesora. Me obligó a practicar algunos ejercicios, y cuando por fin terminé el último, me dejé caer en la cama y respiré hondo. – Tony, eres peor que la Señora Odiosa.

-No es tan mala, además, me entendiste, lo que quiere decir que yo tampoco soy tan malo.

-Lo admito. Espérame un minuto, ya regreso.

Me dirigía al baño en lo que me choco con mi padre. Me abrazó, demasiado fuerte, si puedo decirlo, y me soltó. Me miró con un ‘’lo siento’’ dibujado en los ojos; le sonreí intentando tranquilizarlo, no serviría enojarme más con él.

-¿Quieres que tu amigo se quede a comer? Ya es tarde y tal vez sería la mejor opción.

-Le preguntaré, gracias pa.

Llegué al baño y eché la llave. Bajé mis pantalones y miré mis piernas. Dolían mucho y el frote con el pantalón y las vendas las habían dejado peor. Me lo volví a subir a duras penas y volví al cuarto.

-Tony, mi padre pregunta si quieres quedarte a comer aquí, si quieres, no te obligaré – se giró para verme a la cara, y cuando lo hizo, su cartuchera y un montón de lápices cayeron al suelo, rodando debajo de mi cama. Hizo un intento de agacharse, pero lo tomé por el brazo y lo tiré para atrás. – No te molestes, yo los recogeré.

Me agaché y los agarré uno por uno y los puse sobre la cama. Me senté en el piso, un poco nerviosa. Él había estado a punto de descubrirme, ¿qué había pensado si lo hubiera visto todo? Estiró su brazo para ayudarme a que me levante, yo estiré el mío y él tomó mi muñeca y me tiró hacia arriba. Tuve que ahogar un chillido y aguantarme las lágrimas. Mi brazo estaba destrozado, apretarlo fuerte no era la mejor forma de tratarlo.

-¿Qué te sucede? – preguntó atónito.

-Nada, ¿por qué me preguntas?

-Estás muy pálida y te estremeciste cuando te toqué… - se acercó y me tomó la mano.

-Estoy bien, Tony.

-Claro – apretó fuerte mi mano y tomó la manga de mi campera con la otra para luego subirla y dejar a la vista todos los cortes – ¿esto es estar bien para ti? 

Me solté de su agarre y me senté en la cama, dejé caer mi cabeza entre mis manos, intentando no largarme a llorar frente a él.

-Vi las cosas debajo de la cama, ___. ¿Qué pasó?

-Nada que te interese – repliqué ahogando un sollozo. Sentí que se sentaba junto a mí. Entonces hizo algo que no era nada propio del Tony Perry que yo conocía: me rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro.

-No nos conocemos ___, pero puedes hablar conmigo. Te has alejado de tus amigos, parece que realmente necesitas alguien en quien confiar. Déjame ayudarte. - era la primera vez que no me llamaba por mi nombre completo. Me alejé un poco de él y posé mis ojos húmedos en los suyos. Me dedicó una sonrisa tierna, levantando levemente las cejas, y no logré aguantar más. Empecé a llorar, a llorar todo lo que no lloraba hacía largo tiempo. Me acercó a él y me abrazó. – Vamos, ___, deja de llorar, ¿sí? Me quedaré a cenar con ustedes, si no quieres hablar de esto ahora, lo entiendo, pero puedes confiar en mí.

Lo abracé yo y por primera vez en años sentí que no estaba tan sola, aunque mi amigo fuera Tony, no estaba sola y eso importaba más que nada. Él se quedó a comer con nosotros y después de comer fue a buscar sus cosas.

-Gracias por quedarte, Tony.

-Lo que sea por una amiga. – se acercó y me abrazó. Balbuceé un ‘’pero…’’ casi inaudible entre sus brazos. – Oye, no me juzgues, fuiste tú la que me presentó como su amigo.

Lancé una pequeña risita y lo abracé yo también. Estaba abrazando a la misma persona que todo el mundo odiaba. No entendía por qué todos lo odiaban tanto, ese chico era increíblemente dulce, una vez que uno sabía romper su coraza. Una vez que se había retirado, tuve que repetirle a mi padre que Tony no era mi novio, algo así como unas diez veces seguidas.

Al otro día en el colegio no lamenté tener que sentarme a su lado. Conmigo ya no era el chico callado, el ‘’señor silencio en persona’’, era, simplemente, Tony. Estuvimos hablando durante largo rato, hasta que llegó Miranda, la uní a nuestra charla sobre la profesora odiosa y ella quedó encantada con la nueva cara de Tony. Algunos chicos nos miraban raro, pero no importaba. La realidad era que Tony era un chico gracioso y amigable, todo lo contrario a lo que parecía. Por lo visto yo estaba en lo cierto: no podíamos esperar nada de él, si no le dábamos algo a cambio. El día se pasaba más rápido a su lado, era menos aburrido. Cuando sonó el timbre del almuerzo, los tres fuimos al patio y buscamos una mesa. Miranda era la única que compraba su comida, nosotros dos ya la teníamos, entonces nos fuimos a sentar. Estábamos hablando, cuando Nick y sus amigos se acercaron. Nick besó mi mejilla y susurró un ‘’hola ___’’ para después continuar camino. Cuando ya estaba bastante lejos, se giró sobre sus talones.

-Oye, ___, soy mejor que esa cosa rara, salimos el viernes, ¿de acuerdo? –entonces siguió camino, asumiendo que yo había aceptado, cosa que realmente no sucedería.

Permanently yoursWhere stories live. Discover now