Capítulo 19

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Después de pasar toda la tarde en la casa de Tony, yo realmente no tenía ganas de volver a mi casa. Habría preferido quedarme con él y sus amigos pero Miranda quiso que la acompañara a su casa y no pude negarme.

Durante todo el camino, charlamos de lo divertido que había sido estar con los Tony y sus amigos, hasta que salió el tema de la fiesta.

-Es este fin de semana, __, ¿ya sabes lo que usarás? – preguntó, totalmente emocionada. Le lancé una mirada inexpresiva: todavía no estaba segura de querer ir a esa fiesta, de hecho, sólo lo hacía porque Tony me había invitado. Como toda respuesta, me encogí de hombros, sin darle importancia a la expresión de asombro que se había instalado en el rostro de Miranda. - ¿Aún no elegiste nada? ¿Te olvidas de que irás con Tony? Mañana vendrás a casa y elegirás algo, no puedes dejar cosas así para último momento.

Luego de que terminara con su larga lista de reproches, saltó sobre mí y me rodeó con sus piernas. La tomé para que no se callera. Ella solía hacer esas cosas, saltar sobre las personas y abrazarlas. A mí, particularmente, me usaba como transporte siempre que podía. No hablamos más hasta que llegamos a mi casa. Se bajó de mi espalda y me saludó.

-Recuerda, en unos días tendrás una cita con Tony, pareciera que no te dieras cuenta- comentó mientras se alejaba en dirección a su casa. Su comentario revolvió mi estómago. No lo había pensado así, yo había aceptado ir con Tony pero en ningún momento me dio a entender que sería una cita. Comencé a jugar con ese pensamiento mientras entraba a mi casa. Papá todavía no había llegado, así que decidí hacer un poco de tarea para olvidarme de las palabras de mi amiga y del nudo que se había formado en mi estómago.

Cuando llegó papá, se sorprendió de verme estudiando y me preguntó si algo me había pasado. Lo miré y dejé caer la lapicera con la que estaba completando un ejercicio de matemática.

-Si tanto te molesta, no volveré a hacerlo.

-No me molesta en lo absoluta, hija. Pero bueno, vine a hablar contigo sobre otra cosa – hice un gesto con las manos para alentarlo a continuar. – Bueno, Tony vino a verme el otro día y me preguntó si podía llevarte a la fiesta esa que hacen todos los años. Le dije que si lograba convencerte, que no habría problema…

-No entiendo a dónde quieres llegar - me limité a contestar.

-Eres poco paciente – me regañó. Rodeé los ojos y me mordí el labio. Eso lo había heredado de él. – En fin, de lo que quiero hablar es Tony. Nunca hablamos de cosas así pero… como no está tu madre para apoyarte en estas cosas supuse que debía ser yo el que… el que… pues no lo sé, te ayudara con el tema de los chicos y esas cosas.

Comencé a reír al ver cómo su rostro se teñía de rojo lentamente. Me acerqué a él, que estaba sentado en mi cama, y me senté a su lado. Realmente era un esfuerzo para él y yo apreciaba eso. Me apoyé en su hombro y dejé que continuara.

- Él te gusta, ¿cierto? – hizo silencio unos segundos esperando que dijera algo. Asentí levemente, y continuó. – Pues… bueno, ¿por qué no le dices? ¿Ya han hablado sobre eso?

- Realmente dudo que sienta algo parecido. ¿Qué pasa si no es así? – meditó unos segundos antes de hablar.

-Si no siente lo mismo entonces sabrás que debes buscar otro chico, y no aferrarte a quién no puedas tener. Pero, siendo honesto, se nota a kilómetros que le gustas. Pero si ninguno es lo suficientemente valiente para dar el paso… perderán algo hermoso y de eso te arrepentirás toda tu vida.

Cuando hubo terminado de hablar, nos quedamos un rato sin movernos. Yo por mi parte, daba vueltas sus palabras en mi mente. Después de todo, tenía razón pero yo tenía más miedo que valentía. 

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