Capítulo 22

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En realidad, no quería que llegara pero al mismo tiempo ansiaba el momento de escuchar su llamado a la puerta. Gasté el poco tiempo de espera que me quedaba en dudas. Antes de que me diera cuenta, había vuelto a sonar el timbre y me encontré a mí misma caminando hacia la entrada otra vez.

Me encontré con un Tony vestido de una forma totalmente extraña para tratarse de él. Pero definitivamente sí que se veía bien. Me miró de pies a cabeza y por un momento me dieron ganas de darme vuelta y esquivar su mirada penetrante, que me examinaba completamente y hacía que me sintiera completamente desnuda.

-Estás hermosa – susurró, bajando la mirada. Decidí tomar un poco de valentía por los dos, de no ser así, ambos nos quedaríamos allí parados toda la noche. Tomé su mano y lo obligué a seguirme fuera de mi casa. Cerré la puerta y comencé a caminar.

Poco a poco fui logrando formar una conversación. A pesar de los nervios, ambos logramos acostumbrarnos a la idea de que todo esto no era más que una de nuestras salidas habituales.

Por fin la situación se relajó y ambos nos sentimos mejor. Se notaba el cambio porque Tony había comenzado a hacer bromas de nuevo y a sonreír sin medidas. Llegamos al salón y nos topamos con una multitud de adolescentes demasiado emocionados. Se escuchaban las voces chillonas de las mujeres y las risas de los hombres. Miré para todos lados intentando encontrar a nuestros amigos, pero no los vi por ningún lado, entonces entramos.

Había tanta gente que nos dirigimos al lugar más vacío y nos sentamos un rato. Pasamos largo rato observando a la gente bailar. Cada tanto, hacíamos comentarios, reíamos de alguno que otro chiste que decíamos o simplemente nos tomábamos las manos.

Un rato más tarde, comenzó a sonar una canción que, al parecer, nos gustó a ambos pues instantáneamente fijamos la vista en el otro. Sonrió y respondí con otra sonrisa. Nos paramos y fuimos a bailar. Hasta ahora todo iba bien.

Terminó la canción pero no nos detuvimos. Ya casi ni hablábamos, la música estaba muy fuerte. Nos vimos forzados a parar cuando Miranda llegó y pegó un grito que se escuchó por sobre todo el ruido, indicándonos que fuéramos con ella. La seguimos por todo el lugar hasta llegar a una mesa donde Lucas estaba comiendo algo. Nos sentamos todos juntos para poder comer también. Lucas comenzó una animada charla con Tony y yo me enfoqué en mi amiga, quién me miraba con una sonrisa en el rostro que casi daba miedo.

-Cuéntame – susurró. - ¿Cómo ha estado todo con Tony?

Miré a los chicos, aún enfrascados en su conversación. Regresé la vista a Miru y entendió mi preocupación.

-Chicos – llamó, captando su atención. – Iremos al baño, ojo con mirar otras chicas – añadió mirando a Lucas; este dibujó una sonrisa y negó enérgicamente con la cabeza. Miré a Tony, quién imitó aquel gesto pero, antes de que me marchara, tomó mi mano y se la llevó a los labios, plantando un corto beso sobre ella. Mordí mi labio para evitar que notara la enorme sonrisa que amenazaba con salir.

Llegamos al baño y Miranda se sentó en la mesada del lavamanos. Me dirigió una mirada expectante; comencé a reír pues la expresión de su cara la hacía parecer una niña frente a juguete nuevo. Me quedé unos momentos callada. En realidad no había mucho para contar, pero sí había algo que me carcomía los sesos y quería sacarme esa cuestión de encima. El problema estaba en transformar mis inquietudes en palabras.

-De acuerdo Miru, deja de mirarme así. No pasó nada raro, vino a buscarme y estuvo muy tímido… de hecho, ambos lo estábamos pero junté valor y le tomé la mano… - le conté lo poco que se había perdido. - ¿Y tú con Lucas? ¿Cómo ha estado eso?

-¡Increíble!- me narró lo romántico y tierno que había sido todo el tiempo que estuvieron juntos. – Creo que pronto empezaremos a salir, me confesó que le gustaba.

Siguió hablando largo rato, robándome risa tras risa por los sucesos que contaba y las bromas que intercalaba. Habría pasado media hora en ese pequeño baño hasta que dejá de hablar. Estiró su brazo y tomó mi mano.

-¿Qué tienes__? Te ves afligida, ¿pasó algo? – no dije nada por unos segundo; no lograba encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que sentía. La cosa era más sencilla dentro de mi cabeza.

-Es sólo que… me gustaría saber qué siente por mí y… ¿tú sabes qué puedo hacer para que me lo diga? – su expresión dejó de expresar preocupación y pasó a mostrar la más pura ternura.

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