Capítulo 47

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Una vez que Tony y yo logramos sacarnos todo ese peso que habíamos tenido encima durante años, nuestra relación mejoró notoriamente. No voy a decir que volvimos a tener la misma que habíamos mantenido a los 16 años pero esta era bastante buena.

Empezó a confiarme más cosas y salíamos, más seguido. Miranda pareció extremadamente feliz de ver los progresos que habíamos hecho y pareció encantada de vernos cooperar para hacerle un regalo. Las cosas con Aaron también iban geniales, incluso me las había arreglado para presentarle a Tony y salir juntos algún día.

Trabajar nunca me pareció más placentero y faltaba apenas un año y poco más para que pudiera terminar la carrera y finalmente dedicarme a lo que me gustaba.

Como se acercaba navidad, a todos nos dieron una semana entera de vacaciones. Supuse que pasaría navidad con Aaron y su familia, mi padre se había ido de viaje con su nueva novia (sí, papá tenía una novia) y yo no tendría con quién pasarlo. Mamá no era una opción.

De todas formas faltaba una semana todavía, ese sería el último día de trabajo por una semana y eso ponía mi humor por las nubes. Miranda, Tony y yo decidimos salir a celebrar.

Llegamos a la casa de Alex, adonde recientemente se había mudado Miranda. Él nos dejó entrar, avisándonos que su novia aún no llegaba. Nos sentamos a conversar en el living mientras Alex iba a buscarla al trabajo.

-__... – me llamó Tony, mientras yo nos servía algo de comer en la cocina. Tomé ambos vasos y los llevé al living, donde él seguía insistiendo con mi nombre.

-¿Qué sucede? – pregunté mientras les pasaba uno a él. Parecía emocionado y nervioso.

-Ya lo hice – fue su única respuesta. Lo fulminé con la mirada, intentando que explicara algo. Me senté a su lado y apreté su mano.

-¿Qué has hecho? – cuestioné nuevamente, sin obtener respuesta. Alcé mi vaso frente a mí, amenazante. – Te juro que si no me explicas te bañaré el agua.

-Tú piensa, ya deberías saber a lo que me refiero – me sacó la lengua y sonrió. Me estaba provocando, sin saber que mi amenaza iba enserio. Debo admitir que no tenía la más pálida idea a qué se refería. Tomé el vaso y empapé al ya advertido Tony. Obtuve un insulto y una mirada de odio de su parte. El que avisa no traiciona.

-¡Le pedí matrimonio a Jean! – soltó, mientras el agua caía por su rostro. Mi expresión debió ser de extremada sorpresa pues una sonrisa mojada se le escapó de los labios.

-¿Qué… qué respondió?

-Dijo que sí.

Inmediatamente salté a él, soltando felicitaciones y besando su rostro. Me quedé tirada sobre él y comencé a preguntarle cosas. Cuándo le había preguntado, cómo había sido su reacción, cuándo se casarían, a quienes invitaría, etc.

-Pues, seguro que a ti no.

-¿Por qué? ¿Yo qué hice? – me quejé. Tomó su pelo mojado como prueba de mis actos.

-Luego de que me vengue de ti tal vez reconsidere la idea de invitarte – lo golpeé levemente, provocando que ambos riéramos. En ese mismo instante, estábamos en un sofá, yo estaba acostada encima de él, con sus brazos a mí alrededor. Dejé caer mi cabeza sobre su pecho, cortando nuestro contacto visual. – Oye…

-¿Qué? - murmuré, cansada.

-¿Recuerdas la última vez que estuvimos así? – sentí una punzada en mi estómago mientras pensaba.

-Tony, deja que el pasado se quede pasado.

-Estuve diez años intentando olvidarlo, déjame recordarlo aunque sea una vez. ¿Lo recuerdas o no?

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