6- Acompañante.

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Durante las dos semanas siguientes, la vida de Natalia se convirtió en un amasijo de trabajo y angustia. Los trabajos en la bodega se habían cuadruplicado, y por si fuera poco, su asesor de campaña se había roto una pierna esquiando, con lo que toda la carga publicitaria había caído sobre ella sin comerlo ni beberlo.

- Vamos tía, no te angusties, míralo por el lado positivo, así podremos vernos -le decía su amiga cariñosamente al teléfono-. Te voy a cuidar tanto que no vas a querer regresar a Pamplona.

- jaja... ¿lo prometes? –sonrió por primera vez ella ante las atenciones de su amiga-.

- Pues claro cariño, tú sabes que aquí eres bien recibida siempre, no tienes por qué quedarte en ningún hotel –la invitó su amiga-.

- De eso nada Marta, no me voy a quedar en tu casa –le advirtió Natalia-.

- De verdad que eres cabezota. Mira, no voy a discutir contigo de eso por teléfono así que dime cuando llegas y te recojo en la estación –le preguntó cambiando de tema-.

- Llegaré a las 22h, hubiera querido ir con la moto pero no me dejan. Además, cantaría mucho que me presentara a la cena del club con el casco en la mano, ¿no? –se sonrió pensando en lo que diría su madre si lo hiciera, estaba segura que al día siguiente cuando lo leyeran en prensa pondría el grito en el cielo-.

- Pues sí, pero a ti eso te encantaría. Por cierto, ¿ya tienes con quién ir? Sabes que yo te acompañaría, pero no puedo dejar tirado a Paco, o me cuelgo de su brazo el sábado o se lo comen vivo en la reunión de socios –se disculpó Marta por fallarle-.

- No te preocupes, creo que tengo a alguien que me puede acompañar aunque aún no la he llamado –dijo ella mirando la tarjeta púrpura-.

- ¿No pensarás ir con Virginia , no? –se alarmó Marta-.

- ¿Estás de broma? ¡Ni loca! – se puso tensa-. No quiero ni pensar en encontrármela.

- ¿Entonces, con quien irás? –quiso saber su amiga-.

- Se llama Alba, y no la conoces. Ya te lo contaré cuando nos veamos, te tengo que dejar, ¿vale? –la cortó Natalia viendo que entraban a buscarla al despacho-.

- Está bien preciosa, a las 22h te recojo... un beso.

- Un beso Marta. Ciao.

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En una lujosa mansión a las afueras de Madrid, Alba terminaba de colocarse la ropa de calle.

- Oh cariño, has estado fantástica, eres una verdadera adicción –la mujer semidesnuda la abrazaba  por la espalda y la besaba en el cuello con fervor-.

- Me alegro de que hayas disfrutado. No ha sido fácil encontrar los leotardos que querías –le dijo ella mostrando esa sonrisa traviesa que a la mayoría de sus clientas traía locas-, al final tuve que ir a la otra punta de Madrid a comprarlo, porque ya empiezan a sospechar a los que voy siempre. ¿Sabes? el dependiente me preguntó para quién eran y tuve que decir que para mi hija, aunque se extrañó mucho cuando entré a probármelo... jajaja... Claro que más se sorprendió de que saliera con él puesto para pedirle opinión.

- jajajja... seguro que aún está soñando contigo cariño, eres una fantasía hecha realidad –la mujer trató de besarla en la boca en un arrebato de cariño-.

Alba puso la mejilla rápidamente, y luego le regaló una sonrisa viendo que la mujer se quedaba angustiada.

- Lo siento, sé que no quieres, perdona –se disculpó la mujer-.

Terminó de abrocharse la camisa y la cogió suavemente por los hombros para obligarla a sentarse en el borde de la cama.

- Elena, creo que ya estás preparada para tener relaciones con alguien de forma natural. Sé que estás asustada, que tu divorcio fue un duro golpe para ti y que afrontar que te gustan las mujeres ha puesto tu mundo patas arriba, pero de verdad creo que te pierdes muchas cosas limitando tu vida sexual sólo a nuestros encuentros –fue todo lo suave que podía, ya había hablado con Elena de aquello muchas veces, pero ella no había querido nunca pensar en ello. Sin embargo, Alba veía como la dependencia de Elena por sus encuentros se hacía cada vez mayor y creía que era hora de soltarla-. Sabes que yo no te puedo dar lo que quieres.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora