57- Los chicos hoy saltaran a la pista.

18.8K 768 37
                                    

Eran algo más de las nueve de la noche cuando Laura empezó a tocar la bocina del 4x4.

-      Por Dios.... Que no llegamos, daos prisa- gritó con Natalia sentada a su lado-. ¿Qué coño estarán haciendo, no estaban ya listas?
-      No sé, dijeron que sí cuando las avisé... -le indicó esta encogiéndose de hombros-.

Y es que ambas mujeres se habían acercado a una pequeña gasolinera que había a un par de kilómetros para no tener que repostar por el camino.

-      Pues no lo entiendo... -dijo Laura, soltando el volante y cruzándose de brazos mientras esperaba-.
-      Eres bastante impaciente tú. ¿No?.. jajajaj... -se rió de ella Natalia-.
-     ¡Vete a la mierda! –repuso esta-.

De pronto Bea salió de la casa hablando con Alba. Laura pegó un silbido y le dio un golpe a Natalia en la tripa para que echara un vistazo...

-      Que suerte tenemos! –determinó Laura, y acto seguido sacó la cabeza por la ventanilla para dirigirse a aquellas dos bellezas-. ¡Ole lo más bonito del mundo mundial! ¡Estáis de infarto! ¡Las dos!
-      Jajjajja... -las dos mujeres se rieron ante la expresividad de la mujer, pero fue sólo Bea la que le respondió-. Anda déjate de adulaciones ahora, que bien que te hemos oído gritar que nos diéramos prisa.
-      Hombre... pero eso era antes de saber, que ibais a salir así por la puerta... ahora entiendo yo, porque el buen artista se toma tanto tiempo... y es que para dos obras de arte como vosotras hay que tirarse una vida soñando –les dijo con una sonrisa espléndida ante lo guapas que estaban-.
-      Anda calla, canalla... que sabes más–le dijo su mujer entre risas-.

Natalia sin embargo no podía hablar, sus ojos quedaron hechizados ante la visión de la rubia que caminando hacia ellas cubría con una chaqueta una minifalda-short negra y una camisa del mismo color de gasa con transparencias que dejaba aquellos hombros desnudos y sensuales a la vista. Aquellas piernas bien tornadas, casi le supusieron un infarto mientras se iba acercando. Su sonrisa y el brillo de sus ojos, sólo hacían que resaltar más la frescura y sensualidad de aquella mujer de curvas vertiginosas.

De repente las últimas palabras que habían intercambiado en la habitación antes de que tuviera que acompañar a Laura se le vinieron a la cabeza.

-      Es hora de que me ocupe un poco de ti. Disfrutemos de esta noche, y no pensemos más. ¿De acuerdo? –le había dicho Alba tras no haber querido darle mucha importancia al pequeño distanciamiento y altercado que habían tenido aquel día-.
-      Sí... -le había dicho ella sin rechistar, pues saber que no se sentía a disgusto con lo que estaba pasando entre ellas era lo único que necesitaba de momento-.

Natalia salió del coche para ceder su asiento a Bea, y aguantó la puerta de atrás para que Alba pasara antes que ella.

-      Gracias preciosa... -le dijo esta dándole un beso en la mejilla-.
-      Estás espectacular - le dijo la morena echándole un buen repaso de cerca-.

Alba se subió al coche y se la quedó mirando con una sonrisa pícara.

-      ¿Sí? Pues prepárate gatita, porque todavía no has visto nada... -le dijo en un susurro para que quedara entre ellas dos-.

A la mujer aquellas palabras se le subieron rápidamente a la cabeza como si la emborracharan. Quizá aquella fuera la noche, la gran noche... y ella no iba a desaprovecharla.

----

La cena terminó casi a la una de la madrugada. Alberto se despidió de ellas y las cuatro pusieron rumbo al pub de Vicky.

-      Ya veréis ... os va a encantar –les había asegurado Laura-.

Y lo cierto fue que a Alba se le iluminó la cara cuando entrando en una casa de vieja fachada, la atmosfera se transformó en un largo pasillo iluminado por luces de constelaciones en el techo y el suelo, para luego pasar a una gran sala iluminada por luces giratorias. La música se le pegó a la piel, aquello era lo que necesitaba para volver a sentirse ella misma. Se agarró a la cintura de Natalia y le dijo:

-      Gatita, hoy es tu debut... no te libra ni Dios de bailar, así que vete haciendo a la idea –la advirtió acercándose a su oído para que la oyera-.

La morena notó como la piel de su nuca se erizaba ante la perspectiva de verse bailando con ella. Aquella era la verdadera Alba, vital y sin una nube en su horizonte ensombreciéndola. La misma que a golpe de cadera podía hacerla perder el sentido, pero esta vez, había algo con lo que ella por primera vez contaba, la libertad de no sentirse culpable por quien era... la libertad para no tenerse que frenar.

-      Seguirme, que vamos a pasar a los butacones... -les avisó Laura-.

Y todas les siguieron cruzando la pista de baile para llegar a la otra parte donde habían distintas mesas con sillones de dos plazas. Allí el sonido era más bajo, y se podía hablar mejor. De pronto una mujer de unos 30 años con el pelo a media melena y casi blanco, de muy buen ver, se acercó hasta ellas y las saludó.

-      Pero bueno.... ¡Ya estáis aquí! Cuando esta tarde fui al súper de Alberto y me dijo que igual os pasabais esta noche, no podía creerlo... Mis dos mujeres favoritas, otra vez de marcha, esto hay que celebrarlo – y diciendo aquello hizo unas señas a una de las camareras para que se acercara, mientras caía en la cuenta de las acompañantes de Bea y Laura-. ¿Y estas dos preciosidades? ¿Quiénes son?
-      Jajajja... no se te escapa ni una, eh Vicky –le pinchó Laura y luego las presentó-. Te presento a Natalia y a Alba... chicas esta es la salida de la dueña del local que pisáis.
-      Ahhh! ¿yo salida?.. Siempre habla el cojo... hay que joderse... -se rió Vicky de ella, e inmediatamente se acercó para dar un par de besos a cada una de ellas-. Un placer conoceros, espero que vuestra estancia en mi humilde local os resulte agradable.
-      ¡Gracias! –dijeron las dos, y Alba añadió-. Es increíble lo que has hecho aquí dentro
-      ¿Te gusta? –le preguntó ella complacida-.
-      Me encanta - aseguró la rubia-.
-      Vaya, gracias, la verdad es que se hace lo que se puede para mantener esto a flote, aunque con amigas como éstas que se encierran en casa no sé yo como sobrevivo... -dijo mientras miraba con una mueca a Laura y Bea-.
-      Oyeeeee... que yo no tengo la culpa, Bea me secuestra –se defendió la más alta y Bea le dio un pellizco-.
-    Claro, claro... como si tú te resistieras mucho a sus secuestros –decía Vicky entre risas-. Bueno espero que lo paséis bien, Mónica os tomará nota de lo que os apetezca... En cuanto a ti, espero verte quemar zapato hoy, pero sin desbaratármelas que no quiero tener aguas bravas.
-     Ya veremos, ya veremos –dijo Laura-.

Mónica se acercó y las cuatro pidieron algo de beber. Luego Alba le pregunto:

-      ¿A qué se refería Vicky con lo de quemar zapato y desbaratar al personal?
-      Creo que me advertía de que me deja bailar siempre y cuando no le remueva mucho el gallinero bailando con unas y otras, antes solía hacerlo... era divertido –le explicó Laura-.
-      Sí, no veas la diversión... empezaba aceptando un baile, y acaban tirándose de los pelos entre unas y otras... menos mal que estaba yo ahí para atarte bien corto –añadió Bea-.
-     Es cierto, ella tiene la culpa. Un día se plantó en la discoteca, yo llevaba rondándole no sé cuánto tiempo pero no me daba bola ni a la de tres, ese día aceptó a pasarse por el local que yo frecuentaba, y vaya que sí me ató –les contaba-. Intenté bailar con ella en cuanto la vi, pero me dijo que no tan seca que me pegué el corte de mi vida; así que me puse a bailar con todas las que me lo pedían para equilibrar ... lo malo es que luego se formó una que pa qué entre dos chicas con las que bailé.
-      O sea que eres una rompecorazones, vaya novedad –concluyó Natalia riéndose-.
-       Tú calla doña Harley, que me da a mí en la nariz que no eres muy distinta –se la devolvió-.
-      ¿Ésta? Si es una sosa que no sabe bailar, al menos conmigo nunca quiere... -pinchó Alba a la morena, la cual la miró con una ceja levantada pero no dijo nada y la dejó continuar-. Pero sigue... ¿qué paso entonces con Bea?
-      Bueno, habían dos chicas tratando de bailar conmigo, yo trataba de tranquilizar los ánimos pero digamos que no he sido muy buena nunca para ser tajante. Por lo visto Bea me estaba observando, y bajó hasta la pista... ¿Lo cuentas tú? –se rió y con una sonrisa le preguntó a su mujer si quería contar el resto-.
-      ¿Qué quieres que cuente? ¿Qué caíste rendidita a mis pies cual cordero degollado?... ¡Buaaa que decepción, pensaba que me iba a apropiar de una depredadora como pieza única, y no me duró ni un asalto!... -se rió de su mujer y todas estallaron en risas-.
-    Como para no caer rendida, me tenía loca... y esa noche estaba espectacular, como hoy. Se fue para mí, me cogió de la camisa en mitad del barullo de aquellas dos y me dio tal morreo que me quedé muda por minutos... y ya no me pude despegar de ella en toda la noche... no veas la cara que debieron poner las dos lagartas que se estaban dando de zarpazos allí en medio –terminó de contar Laura-.
-     porqué me da que no me sorprende. Está claro que Bea las mata callando –dijo Alba haciéndole un guiño a Bea, y ésta se lo devolvió-.

Entre ellas se había forjado una complicidad fruto del dialogo. Las últimas palabras que Bea le había dicho cuando le ayudaba a cambiarse de vestido habían sido: "Esta noche a por ella cariño, que si Natalia te desea la mitad de lo que dicen sus ojos cuando te mira, el pensar está de más". "Muérdela bien, y quédatela... el tiempo es muy corto para desperdiciarlo con un "¿y si?""...

Y allí estaban, en aquel ambiente que a ella sólo le provocaba ganas de bailar y de dejarse llevar, rodeada de gente extraña, sentada junto a dos mujeres increíbles y siendo dueña y señora aunque ficticiamente de aquella belleza de pelo negro que le cortaba la respiración. Dándole un trago a su copa, sintió que el calor del licor se asentaba en cada partícula de su cuerpo. Necesitaba dejarse inundar por aquella melodía, soltarse, estallar... se puso en pie.

-      Bueno, necesito bailar... así que te toca acompañarme –le dijo a Natalia mientras le tendía una mano para que se pusiera de pie-.
-      ¡Ah... ahora? –está casi se atragantó, Alba le había advertido de que esta vez tendía que bailar con ella, pero no esperaba que fuera nada más entrar. Aún no se sentía preparada para aquello-.
-      Jajajja... ¿por qué no? –se rió la rubia ante su cara, siempre tan expresiva-.
-      Bueno es que... -no sabía que decir-.
-      ¿Por qué no bailas tú con ella, Laura? Creo que Natalia y yo necesitamos un poquito más de tiempo para adaptarnos al local –salió al rescate Bea-.
-      Mmm... ¿si quieres? Por mi será un placer moverme contigo, pequeña –le dijo Laura a la chica poniéndose de pie-.

Alba sonrió, aquella mujer le hacía mucha gracia. Se volvió hacia Natalia para saber qué hacer.

-      Anda, abrir el camino... prometo ser la siguiente... -le aseguró esta-.
-      No te vas a librar. Te lo advierto. -le dijo señalándola con el dedo mientras le daba la mano a Laura para bajar a la pista-.
-      Lo sé, lo sé... -le aseguró ella, viéndolas marchar mientras ella apuraba su copa-.

Bea se la quedó mirando.

-      Veo que no soy la única que se pone nerviosa a la hora de salir ahí abajo –le dijo con una sonrisa mientras se sentaba a su lado-. ¿No te gusta bailar?
-      Jajaj... bueno no es que no me guste, es sólo que no tengo la facilidad que tiene Alba para dejarse llevar... ella tiene un don –le contestó-.
-      ¿En serio? –preguntó curiosa Bea mientras veía como Laura saludaba a la Dj desde lejos y se ponía frente a la rubia a esperar la siguiente melodía-. Pues entonces va a ser todo un espectáculo, verlas a las dos.

Natalia la miró interrogante, y al ver la sonrisa de Bea, la cual le hizo una seña para que mirara hacia la pista, se centró en la imagen de ambas mujeres.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now