74- Realidad.

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Estaban a miércoles y el comienzo de semana había sido una auténtica locura para ambas. Natalia se vio envuelta en multitud de detalles que había que zanjar antes del sábado, todo el mundo parecía haber confirmado la asistencia lo que significaba que cerca de quinientas personas asistirían al lanzamiento de las bodegas Lacunza en el extranjero. El padre de la chica estaba histérico tratando de controlar a distancia algo que se escapaba de sus manos, ella a pesar de tener que trabajar como hija y como directora del proyecto, y estar hasta los topes de trabajo, se sentía más feliz de lo que podía recordar haber sido nunca, pues el final de los días era acompañado de besos y cama al lado de Alba y todo lo demás parecía banal a su lado.

La situación de la rubia no parecía muy distinta, apostar por una relación con Natalia no sólo conllevaba quererla, sino también la renuncia hacía lo que había sido hasta el momento algo más que su trabajo. La parte sentimental de sus clientas no le importaba en absoluto, sin embargo renunciar a aquella parte de su vida había conllevado perder unos ingresos mensuales demasiado importantes y estaba muy preocupada, más que por ella, por la empresa que pretendía seguir manteniendo a flote y esta vez de verdad, sin clientes vip ni ingresos millonarios.

- Luisa por favor, necesito la cartera de los Suárez y la de los Miller... ah, y localízame a Juan, por favor –le pidió Alba por el teléfono privado a su secretaria que estaba alucinando, pues había visto a su jefa en tres días más que en los seis últimos meses, y es que prácticamente vivía en la oficina desde que había vuelto-.
- ¿se puede? –preguntó Luisa antes de entrar con las carpetas en la mano-.
- Pasa, pasa... ¿son esos? –preguntó ella estirando los brazos-.
- Sí, y Juan está en la línea tres –le anunció Luisa que no dejaba de alucinar de verla enfrascada en papeles-.
- Estupendo, gracias Luisa –le dijo con una escueta sonrisa, luego descolgó el teléfono mientras la mujer entendió que debía retirarse-. Juan, ¿ya tienes las predicciones?...¿y?.... ¡mierda! –se dejó caer en el respaldo de su silla resoplando, por lo visto sus ingresos con "clientas vip" habían sido más necesarios de lo que ella misma había imaginado aquellos años. Con la cartera de clientes estándar que tenían no era suficiente para mantener a flote a todo el personal que tenían, y a duras penas subsanaban cuentas-. No Juan, no se puede abrir de nuevo la cartera vip.... me da igual, he dicho que no. Busquemos otra forma, esto es una agencia de eventos sociales, joder.... Busquémoslos donde sea, y listo... -se pasó las manos por el cabello mientras escuchaba a su director de contabilidad y recursos empresariales-

El plan de saneamiento de la empresa pasaba por un recorte general en gastos y por supuesto en personal, Alba lo sabía antes si quiera de haber pedido a Juan que realizara aquel informe, su plantilla no sólo estaba formada por personal cualificado, sino que con los años había dado empleo a más gente de la que necesitaba solo por ayudarla y ahora no se veía con fuerzas de anunciar aquellos despidos que no podría evitar hacer.

- Ya, ya lo sé... es inviable... de todas formas repítelo de nuevo, lo sé, lo sé... - suspiró, quería hacer algo pero no sabía qué,  y Juan parecía el más sensato de los dos-. Juan, escúchame... repítelo, mete una proyección con la cartera de los Suárez y de los Miller... la tengo en frente si, mételos y luego sácame el pronóstico a cinco años. Vale, llámame en cuanto lo tengas, te estaré esperando.

Tras la llamada, Alba no pudo concentrarse por más tiempo en los papeles que habían sobre su mesa, ver las cifras y la lista de personal innecesario que Juan había mandado por fax le estaban revolviendo las tripas, se levantó, cogió las llaves del descapotable y salió a la calle. La realidad era una puta mierda.

En un par de minutos, improvisó una cita de emergencia con Maria, en diez ya estaba en su casa. Nada más entrar por la puerta su amiga pudo oler la lluvia.

- Uy, uy, uy... ¿nubarrón en el horizonte? –le preguntó su amiga mientras pasaba por su lado en dirección a la cocina-.

Alba abrió el congelador y sacó el helado que sabía a ciencia cierta que tendría, siempre tenía, era un vicio que ambas compartían pero que ella no se permitía alimentar en su propio frigorífico.

- Vale, vainilla con nueces de macadamia.... Esto es grave, ¿qué pasa? –le preguntó la Mari cogiendo un par de cucharas-.
- Que ser "decente" parece ser que no es tan maravilloso como creía, eso pasa –disparó el primer balín Alba mientras se dejaba caer en el sofá con la tarrina y una cucharada enorme de helado que se zambulló entre pecho y espalda-.
- Hija como no hables claro... -le dijo ella haciendo lo mismo que la más pequeña-.
- Tengo que despedir al menos a diez personas de la empresa... y la que menos tiempo lleva conmigo, son tres años... ¿cómo le digo a Mariana que la despido si acaba de regresar del embarazo? ¿si ni siquiera se dio de baja hasta el séptimo mes por no dejarnos tirados?... ¡no puedo hacerlo, joder! –disparó el segundo misil Alba, y con él una nueva cucharada de helado quiso enterrar un poco mas su congoja-.
- Vale, "ser decente"... "despidos"... esto va de los recortes que tienes que hacer en la empresa debido a que ya no vamos de putas, por lo que veo... sigue –le animó imitando a su amiga-.
- Es que yo pensaba que la cosa iba bien, ya sabes que las revisiones que hago de la empresa eran limpias, pero es que no había contado con los planes de fondos que Juan, mi contable ¿sabes quien es , no?... bueno, que no había contado con un tipo de plan de fondos que Juan me propuso para tapar algunos de los ingresos vip que realizábamos, y resulta que en estos últimos años eran los que saneaban las cuentas... yo ni me acordaba de eso, y ahora resulta que o despido a esa gente o la empresa se planta en rojos en breve, ¿y ahora yo que hago? ¿vuelvo a ser puta, o soy la tirana que deja en la calle a diez personas con familia?... la realidad apesta, te lo juro -se descargó y embistió con unas cuantas cucharadas seguidas de helado que Maria tuvo que detener viendo el peligro que se corría-.
- Vamos a ver... ¿tú no estarás pensando ejercer de nuevo no? Porque que yo sepa llevas menos de una semana con tu decisión de retirarte –le preguntó-.
- Claro que no... no quiero perder a Nat después de haber dado tanta vuelta, pero tampoco sé muy bien que hacer, y en cuanto a la otra salida... simplemente es que no puedo Mari, no puedo –le dijo ella con una expresión en la mirada que lo decía todo-.

Maria la miró un momento y le devolvió la cuchara.

- Tia es una mierda.... Pero saldremos de esta, algo se nos ocurrirá, mientras tanto... démosle al helado, no nos dará la solución, pero al menos no diremos gilipolleces con la boca llena –le animó su amiga, que se recostó a su lado mientras encendía el televisor-.

Alba agradeció poder contarle su situación a alguien que no la juzgara y comprendiera, pues tenía serias dudas en la reacción de Natalia si le contaba sus dudas. De momento, era algo que solo ella podía decidir.
——
- Holaaaa? –entró en el apartamento, estaba claro que Natalia ya estaba en casa, su casco y su abrigo estaba en el perchero-.
- En el despacho cariño... -le indicó esta-.

Soltó las cosas y se dirigió al despacho para encontrarse con ella, los llamamientos cariñosos que se estaban fraguando entre las dos, la hicieron sonreír.

- ¿Cómo dijiste? ¿Cariño? Mmm... me encanta como suena, me lo repites? –le dijo desde la puerta del despacho-.

Natalia alzó la cabeza del escritorio y la miró, Alba se remangaba las mangas de una camisa mientras un pantalón de rallas diplomáticas gris enfundaba aquellas apetecibles piernas. El look empresarial le sentaba de muerte y una sonrisa traviesa le traspasó el rostro imitando la expresión de la rubia.

- ¿Cómo has pasado el día, "cariño? –le preguntó juguetona mientras se acercaba hasta ella-. O tal vez te suene mejor... ¿mi amor?
- Mmm... me gusta –le dijo Alba con una espléndida sonrisa mientras la abrazaba por la cintura-.
- Más me gustas tú a mí -le contestó ella mientras se lanzaba hacia su boca con ansia-.

Alba tembló ante su pasión, y se dejó arrastrar por aquel beso porque era incapaz de no estremecerse a su lado. Entre tambaleos fueron llegando a la mesa, cuando la morena tropezó con ella Alba pidió una pausa...

- Espera... espera... ¿se puede saber quién eres tú, y qué has hecho con aquella mujer que tenía que asistir con bombonas de oxigeno a la primera de cambio? –se cachondeó de ella-.
- Mmm... no  sé de quién me hablas... -le siguió la broma Nat tratando de volverla a besar-.

La rubia  puso sus brazos en medio de las dos para alejarla.

- Ah, que no te acuerdas ¿no? –le preguntó poniendo cara traviesa-
- Tengo amnesia... -le contestó ella cada vez más divertida-.
- Te voy a dar yo amnesia –le dijo Alba mientras le daba un manotazo a la mujer que había tratado de desabrochar un botón de su camisa-.

Natalia sonrió por su reacción y permaneció sentada sobre la mesa mientras ella se alejaba un par de pasos sin dejar de mirarla.

- Entonces, ¿estás recuperada, no? –le preguntó Alba mientras sensualmente se alejaba de ella desabrochándose uno de los botones-.

La morena tragó saliva, algo iba a pasar.

- No te me vas a desmayar, ni voy a tener que meterte en una bañera de agua fría.... Ni vamos a tener que llamar a un médico ¿no? –la siguió retando mientras uno a uno iban cayendo los botones de su camisa hasta dejarla entre abierta, y con ello visible su sujetador de lencería fina-.

Ella negó con la cabeza incapaz de moverse, sujetada a la mesa mientras Alba alcanzaba la cadena de música y ponía un cd.

- Eso lo tengo que ver, ¿preparada? –le preguntó con malicia, y una sonrisa diablesa se posó en su rostro tras el sí de la chica-.

La música sonó, y toda la habitación empezó a rodar para Natalia, que por primera vez presenció las habilidades de la rubia en un streptease privado que la hizo enloquecer tanto, que terminó llevandola a horcajadas sobre su cintura hasta la habitación para hacerle el amor durante horas.

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- Me estaba muriendo de hambre –le reconoció Alba dándole un bocado a uno de los sandwiches que había preparado y llevado hasta la cama-.
- Ya lo veo ya... jajaja... -se rió de ella, mientras le quitaba un poco de mayonesa de la comisura del labio-. Te quiero

Le dijo de golpe dejando a Alba temblando tras verse reflejada en sus ojos, no había conocido a nadie que la mirara como ella.

- Eso se lo dirás a todas tras un buen polvo, que lo sé yo –le bromeó algo nerviosa-.

Ella no contestó, simplemente se zambulló en su sandwich. La rubia sintió que había metido la pata, así que dejó el bocadillo y luego le quitó el suyo.

- Yo también te quiero.... –le dijo y la besó-. Mucho... mucho.... ¿vale?
- Ya lo sé –le contestó Natalia pero evidentemente su cara cambió tras aquella aclaración-.
- No, aun no lo sabes, por eso me encargaré de que lo sepas –le dijo ella y la volvió a besar pero esta vez mas apasionadamente-. ¿Más claro?

Natalia sonrió.

- ¿tú no tenias hambre? –le contestó ya avergonzada de haber tenido un comportamiento tan adolescente después de que la rubia no respondiera a su declaración de sentimientos-.
- Sí, ¿y? –le respondió esta-.

Y antes de que contestara, ya tenía de nuevo los labios de la más baja en los suyos hasta que nuevamente la volvió a liberar. Esta vez le costó despegar los párpados, la calidez de las manos de Alba sobre su rostro y la entrega de cada beso, le hacían perderse en un mar de sensaciones que no era capaz de controlar.

- Vale, creo que ya... -determinó Alba tras repasar su reacción-.

Cogió los sándwiches y le dio uno a la morena, mientras ésta la miraba atontada.

- ¿Cómo va el evento? –le preguntó cambiando de tema, mientras con una sonrisa volvía a darle un bocado a su bocadillo-.
- ¿Qué? Pero es que piensas dejarme así? –le preguntó ella con asombro-.
- ¿así?... ¿así como? –se hizo la tonta-.
- Vale, vale.... Está bien, será mejor que asimile que voy a ser tu pelele, porque está claro que te encanta descolocarme –le dijo Natalia-.
- jajajjaja... Vaya menos mal que te has dado cuenta -se rió de ella-.
- Eres cruel –le dijo riendo-.
- Lo sé... jajajaj... -reconoció dándole un beso-. Ahora en serio, ¿cómo lo lleváis?
- Mi padre me está volviendo loca... por lo demás, parece que todo va saliendo. El salón está confirmado, el catering también, va a ver música y la cata está organizada... así que solo queda la organización de la llegada, la ubicación de los asistentes y poco más... ah bueno, y el tema de los medios, que están avisados, pero me falta la confirmación –le explicó ella- ¿y tu? ¿cómo va la empresa? ¿te reubicas?
- No va mal... ya sabes, un montón de cosas que poner al día, búsqueda de nuevos clientes, algunos ajustes en cuentas... en fin... lo de siempre, me está costando, pero voy saliendo del paso –le dijo Alba sin atreverse aún a dar mayor información al respecto-.
- Bueno, tómatelo con calma... de todas formas, si necesitas que te ayude en algo, sabes que puedes contar conmigo.... En fin, lo de las relaciones públicas no es lo mío, pero sí se algo de manejo empresarial... digo yo, que algo te puedo ayudar llegado el caso –le dijo haciéndole un guiño-.

La rubia se la quedó mirando, y por un momento dudó en si descargar sus problemas en ella, sin embargo no lo hizo... no quería depender también en lo profesional de su criterio, así que de momento simplemente agradeció estar al lado de alguien como ella.

- Claro que si, pero no te preocupes, va bien... de momento está todo bajo control –le dijo- De todas formas, no hablemos mas de trabajo...
- Vale... ¿qué propones? –le contestó terminando de lavarse las manos-.

Alba la miró de lado con una sonrisa, se la devolvió del mismo modo sabiendo como acabarían.

- ¿Estas pensando lo mismo que  yo? –le preguntó ya recolocándose en la cama-.
- Ah, ¿pero es que a ti, aun te llega para pensar? –le contestó ella-.

Las risas de la rubia fueron calmadas por nuevos besos.... y los besos con caricias. Estaba claro que los problemas tendrían que esperar, al menos, hasta mañana.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora