31- Luz roja

19.9K 778 186
                                    

Cuando llegó a la casa de Marta, su amiga la esperaba con los brazos abiertos. Una sutil sonrisa, un tema imparcial para tranquilizarla, y cuando la vio sosegada le preguntó directamente sobre lo sucedido. Ella le contó lo ocurrido, la llegada de Alba a casa, sus sensaciones al tenerla desnuda dormida entre sus brazos y aquella ducha de mañana que había terminado en un frenesí y en unos actos que ella jamás pensó ser capaz de realizar hasta aquel instante. La agitación que sentía era palpable, Marta trató de serenar aquellos miedos irracionales que sentía, aún no comprendía muy bien porqué su amiga se negaba a darse a otra persona, pero fuera lo que fuera sabía que tenía sus motivos y que con un poco de suerte los superaría.

- Pero eso es estupendo, ¿no? Al menos pudiste hacerla sentir y sentiste con ella sin desmayarte ni nada –le hizo ver el lado positivo mientras le acariciaba el pelo, pues tenía la cabeza apoyada en su regazo-.

- Bueno, supongo que sí... la verdad es que no sé ni cómo pude hacerlo –admitió la morena mucho más tranquila después de haber despejado aquel ahogo en su pecho-.

- No te comas tanto la cabeza, contrataste a Alba para que te ayudara, y lo esté haciendo cómo tú esperabas o no, la realidad es que parece que está funcionando –le dijo-.

Ella meditó un poco aquellas palabras. Marta tenía razón, en apenas una semana había no solo podido abrazarse a la rubia, sino que cada vez le resultaba más sencillo regalarle muestras de afecto, sin contar con el acto protagonizado esa mañana. Quizá sólo tenía que seguir confiando en ella, y todo saldría por sí sólo.

- Si, quizá tengas razón. Es sólo que me da miedo –le dijo-.
- ¿Pero a qué tienes miedo exactamente? –le preguntó Marta calmadamente-. No la conozco, pero dudo que ella quiera hacerte daño por lo que me cuentas.

Natalia se levantó de su regazo para mirarla a los ojos.

- No tengo miedo de ella, tengo miedo de mí –le confesó-.

Su amiga la miró interrogante, por mucho que lo intentara, las pistas a cuentagotas que le brindaba, no eran suficientes para acertar en sus hipótesis. Natalia supo que tenía que hablar de aquello con alguien, y que su amiga era con la única con la que se sentía lo suficientemente a salvo para abrirse, así que tomó aire y terminó de contarle la otra parte de una historia que quería superar.

---

Mientras en el apartamento de Maria, las tres amigas hablaban animadamente de la semana. Vicky había conocido a una policía en una especie de redada que había habido en el local donde trabajaba, y la Mari no paraba de hacer preguntas y de darle advertencias sobre los "maderos" y lo ingenua que era.

- Mira que esas no se andan con chiquitas, y tú eres muy pava –le decía a Vicky-.
- ¡Oh, déjame tranquila! Además, ¿a ti qué te importa? –le espetó-.

Ella puso cara de ofendida.

- ¿Qué a mí qué me importa? ¿qué a mí qué me importa? –decía con grititos graciosos-.

Vicky y Alba se miraron y empezaron a reírse.

- ¿Estás celosa? –le preguntó la rubia haciendo su típico juego de cejas, y Vicky se puso un poco roja-.

- ¿Yooo?... si lo que no quiero es que luego me venga llorando porque la poli le ha hecho un arresto en toda regla –dijo Maria cruzándose de brazos y dejándose caer en la silla-.

- mmmm... ¡Me encantaría que me cacheara! ¡Está tan buena! –le pinchó poniendo cara traviesa-. ¿Crees que me esposaría de verdad?

A Maria se le descolgó la mandíbula, Vicky no solía hablar de aquellas cosas.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora