7- Miradas que queman.

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- Oh, oh... ¡no lo estás diciendo en serio! ¡Me tomas el pelo!

- No, lo digo muy en serio –le confirmó Natalia-.

- ¿Una prostituta? ¿Piensas ir con una prostituta al club? –Marta no daba crédito a lo que oía-.

- Es una acompañante -quiso remarcar excusándose-.

- Acompañante, acompañante... -la andaluza andaba de un lado a otro de la habitación, mientras ella sonreía desde su asiento-. Contéstame a una cosa, ¿le vas a pagar por "acompañarte"?

- Sí, claro.

- ¿Y si le pagas por acostarse contigo, lo haría? –le preguntó de nuevo-.
- Sí, supongo que sí –volvió a contestar Natalia a su amiga-.

- Entonces, ¿qué diferencia hay entre acompañante y prostituta? ¡Por el amor de Dios, Naaaaat! - Marta se sentó cerca de su amiga-. ¡Es que quieres matar a tu madre a disgustos!, ¿es eso?

Natalia esbozó una sonrisa traviesa que a ella la hizo gritar.

- aggggggggg.... ¡eres increíble! –dijo desesperada y se puso otra vez de pie-.

- Oh, venga Marta... mi madre no lo va a saber, no lo va a saber nadie excepto tú –le dijo la morena poniéndose de pie y yendo hacia su amiga-.

- ¡De verdad que no lo entiendo! Las mujeres se tiran a tus pies, y tú no haces más que destrozarte la vida. ¿Por qué no vas con alguien agradable para variar? ¿Por qué no dejas de jugar, de esconderte? –le preguntó con dulzura su amiga-.

- No puedo, quiero pero no puedo salir de esto. No lo controlo, por eso necesito ir con una profesional. Con Alba estaré a salvo –contestó ella con un hilo de voz que puso en alerta a Marta-, el saber que ella es algo irreal creo que me ayudará a controlarme. Además, no espera nada de mí así que no puedo hacerle daño, ¿verdad?

- ¡Oh cariño! Tú eres perfecta, no hay nada malo en ti, ¿por qué dices eso? –la abrazó con ternura y Natalia se dejó arropar- ¿Qué hizo esa hija de puta contigo? ¿Por qué estás así? Sé que no me lo vas a decir, pero te juro que algún día Virginia me las pagará, ya lo creo que me las pagará.

Natalia se apartó con delicadeza de ella.

- No quiero hablar de ella -le dijo-, confía en mí, lo solucionaré.

- Está bien, está bien... confío en ti y si crees que yendo con una profesional te sentirás mejor, yo te apoyo y jamás lo sabrá nadie –la tranquilizó su amiga-.

- Gracias Marta, eres una buena amiga -le dijo ella esbozando una triste sonrisa. Recordar los motivos que le habían impulsado a tomar aquella decisión, le hacían sentirse triste y sola-.

- Bueno, entonces... ¿Alba, no? –quiso cambiar de tema-.
- Sí...
- ¿Y cómo la conociste?

Ella la miró y sin saber el porqué se sintió feliz contándole  la noche que había pasado con aquel ángel del infierno.

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En el apartamento de la rubia otra conversación se cocía.

- Pero si te lo devolví... -la Mari insistía en que le había devuelto a Alba su traje de noche, mientras permanecía tumbada en la cama-.

- Joder Maria, te dije que lo necesitaba para hoy. Contaba con él y sabes lo maniática que soy con esas cosas –le echaba la bronca mientras rebuscaba en su cuarto ropero-.

- Coño, pues mira bien, si no tuvieras tanta ropaaaaa -Maria se puso en pie y entró en la habitación que Alba tenía diseñada de ropero-. Joder, si es que esto es inmenso, no me extraña que no lo encuentres, casi es como tu dormitorio. ¿Por qué no te pones éste? A mí me gustas mucho con él.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now