45- Somos un incendio sin control.

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Aquella verdad le hizo abrir los ojos, la hizo sentarse en la cama derrotada y sorprendida. Natalia la miró, estaba con la cabeza gacha como asimilando algo que no decía, y ella tenía miedo de su silencio.

Alba: ¡Diosss... tengo celos!
Conciencia: joerrrrrrrrr tíaaaaaaaaaaa... has tardaooo en caer del guindo.
Alba: pero... pero cómo...
Conciencia: pos como todo el mundo...
Alba: no, yo no.... Jamás, jamás .... –no podía creerlo- ¿Cómo ha pasado?
Conciencia: ¡porque con ella es diferente! ¿cuántas veces lo tenemos que repetir? ¿No quedó claro ya?

Alba se pasó las manos por el cabello. Sí, ya había quedado claro, ya sabía que con ella las cosas eran diferentes, pero cuando creía que empezaba a aceptar lo que sentía, entonces llegaban unas nuevas sensaciones, unas nuevas situaciones, que volvían a golpearla recordándole que aquello no podía controlarlo.

-      Albi –la llamó sentándose a su lado en la cama-

Esta la miró, la miró como nunca antes la había visto, como si fuera la primera vez que posaba sus ojos en aquella mujer con la que las sensaciones siempre estaban a flor de piel.

-      Albi, lo siento –le dijo Natalia que se sentía desnuda ante aquellos ojos-.

Entonces suavizó sus facciones.

-      La que lo siente soy yo, eres una mujer libre, no tienes que darme explicaciones... -intentó explicar, pero la morena la cortó-.
-      Te las doy porque quiero dártelas... -le dijo mirándola con intensidad-.

La rubia la miró entornando un poco los ojos, luego suspiró y le acarició la cara. Natalia cerró los ojos al sentir aquella calidez. Ella tembló por su gesto, asustada de su necesidad, de su dulzura... luego se relajó disfrutando de ella.

-      ¿Te duele la cabeza? –le preguntó-.
-      Ahora menos... -dijo ella con una tímida sonrisa, pero sí le dolía-.
-      Pillaste una buena, ¿eh? –le preguntó Alba sonriéndole-.
-      Creo que a veces me comporto peor que una adolescente... -trató de bromear, aunque era como se sentía-.

Alba sonrió, luego dejó de mirarla, había algo que tenía que preguntar pero que le causaba un dolor agudo e hiriente... "Dios, no sé cómo voy a llevar esto de los celos..." suspiró antes de formularla.

-      Nat, me gustaría saber sí pudiste llegar muy lejos con ella... es necesario para que te ayude –le dijo y luego volvió a mirarla-.

La morena se puso roja en cuestión de segundos, no se acordaba de casi nada de lo que había sucedido, pero en su cabeza había bocetos de haberla arrastrado a aquel acto semipúblico.

-      Nada tan lejos como contigo... -le dijo esperando que aquello le bastara-.
-      No... Lo que tratas de decir es que... ¿no te entregaste? –preguntó notando que un calor trataba de hervir dentro de ella-. Porque si hubo algún avance podríamos utilizarlo...
-      ¡No! –contestó tajantemente, de eso estaba segura... sólo a ella le había entregado todo lo que podía de sí-. ¡Definitivamente, no!
-      ¡Está bien! –dijo Alba mientras notaba que un gran alivio sin explicación se instauraba dentro de ella-. Entonces supongo que estamos en el mismo punto.

Natalia la miró apenada.

-      ¿Qué pasa? –preguntó Alba al darse cuenta-.
-      ¡Siento no ser alguien menos complejo! –empezó a decirle con cierta culpabilidad-. Sé que te causo muchos problemas, que has tenido que variar algunas de tus nomas por mí... ¿y qué es lo que hago yo? Tengo tanto miedo de encontrarme sola conmigo misma una noche que aprovecho para volver a comportarme como lo que no quiero ser, vuelvo a caer en lo mismo por lo que te pedí ayuda –suspiró acordándose del los parones que por su culpa se habían producido cuando Alba había tratado de avanzar-. Siento que causo un retroceso tras otro, quizá es que ya no puedo ser quien fui... quizá es que sólo soy así, ya no lo sé.
-      No, tú no eres así, y tampoco hemos sufrido ningún retroceso –trató de reconfortarla-. No sé porque piensas eso.
-      Supongo porque desde que pasó lo que "pasó" –dijo levantando una ceja como si con aquello Alba supiera a lo que se estaba refiriendo, y de hecho lo sabía, pero no quiso que se le notara y la obligó a ponerle más palabras-. Ya sabes, tú y yo, en la cocina... y luego en esta cama... -tragó saliva, recordar lo que sintió la hacía tiritar de pensamiento y alma-.
-      ¿Sí? Sigue hablando –le animó la rubia, pues ya iba siendo hora de hablarlo para avanzar-.
-      Yo, no... no es que no quisiera hacerlo, te deseo Alba... -se miró nerviosa las manos, le temblaban y se las cogió para calmarlas-. Bueno, creo que eso ya quedó patente verdad, en fin... no es que estuviera muy suave que digamos contigo... -abrió los ojos, no podía creerse que hubiera dicho aquello, levantó la vista y se encontró con la rubia que contenía una sonrisa-. Eh... jiji... -soltó una risita nerviosa-, tú ya me entiendes. Lo que creo que quiero decir, es que sé que has estado, que hemos estado, con una sensación extraña entre nosotras toda la semana, y quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que pasó... que en realidad lo deseo, deseo mucho estar contigo y dejarme llevar, sólo que no... no sé si puedo, todo se desbordó dentro de mí, y no pude avisarte... no supe, no supe estar para ti, darme a ti –escupió nerviosa sin dejar de frotarse las manos-. ¡Quiero darme a ti, quiero intentarlo! ¡Eso, eso... creo que es lo que quería decir, sí! ¡Eso creo! –terminó atoradamente Natalia como si hablara para ella sola-.

"Ay madre mía... no te como, porque no puedo comerte, pero de bocaditos te dejaba llena porque eres... eres... eres... ¡adorable, salvaje y complicadamente adorable!" pensó Alba para sí mientras la veía nerviosamente permanecer sentada junto a ella. Miró aquellas manos que no sabían estarse quietas, y las acogió entre las suyas con calidez, la morena la miró sintiendo que la paz que hallaba en aquellos ojos, entre aquellas manos cálidas, jamás la había sentido antes.

-      Siento no haber hablado contigo de esto antes, siento haber estado lejana contigo –le dijo con dulzura-.
-      Yo también siento no ser una persona más comunicativa, debí decírtelo antes... -contestó ella-.
-      No importa, debí leer entre líneas... pero no volverá a pasar, lo volveremos a intentar si quieres –le propuso Alba y ella asintió con cierto temor-. Iremos despacio, tranquila.
-      Gracias –contestó mientras sus pensamientos volaban raudos y veloces hacia esa verdad que no había dicho y que le latía con fuerza muy dentro de sí-.

"Despacio... iremos despacio, y sé que me enamoraré más y más de ti. Sólo espero tener tiempo para encontrar el camino que me de la capacidad de volver a amar de igual a igual, para que nadie tenga que sufrir" pensó Natalia para sí, mientras las dos se sonreían sin decir nada más.

Alba se le quedó mirando, a pesar de aquella cara pálida por la resaca, y aquellos mechones del cabello escapados de una coleta hecha con prisas, era tremendamente hermosa y no podía apartar sus ojos de ella. El pulso se le aceleró cuando fue consciente de haberse quedado mirando fijamente aquella boca, aquella boca rota y roja que unos labios que no eran los suyos habían torturado horas antes.

-      Te voy por una pastilla para la cabeza... -dijo de pronto poniéndose de pie, la punzada de aquel nuevo sentimiento le había hecho dar un salto-.
-      Eh, vale... -a ella apenas le dio tiempo de reaccionar, pues ya había salido por la puerta-.

Pensamiento de Alba : joder, joder... joderrrrrrrrrrrrr, puta mierda rubia de bote.... Agrrrrrrrrrrr –gruñía desesperada por el pasillo-.

Pensamiento de Natalia: Diosssssssssss.... Despacio, despacio quiero yo, pero... ¿cómo coño voy a ir despacio, si es que no puedo dejar de pensar en besarla? ¡Ay mi madre... esto no puede ser sano! –pensó mientras se dejaba caer en la cama-

Pensamiento de Alba: Esta tía no sabe con quién se ha metido... ah no, no... mañana mismo llamo a Emma, que seguro sabe quién es, y que no le deje entrar al Dulcinea de por vida... -escupía mientras revisaba el botiquín en busca de las pastillas-.

Pensamiento de Nat: Tengo la cabeza que me va a estallar... si es que quién me mandará a mi ser tan infantil y pillarme esta cogorza por despecho... Si es que me lo merezco coño, si me duele me lo merezco.

Pensamiento de Alba: ponerle la mano encima... grrrr... y a saber qué coño más le ha puesto encima la zorra rubia esta... ¡joderrr con la Natalia vampiresa, se las busca todoterreno encima... coño! Mierdaaaaa con la rubia... y mierda con Alicia, pa que coño me llamaría...

Pensamiento de Nat: Ni me acuerdo de lo que hice, bueno algo sí... -recordó de pronto tapándose la cara con las manos-... Dios que vergüenza, seguro que di el espectáculo... ¡Dios que corte!, y en el local donde la conocen, como le cuenten algo me muero.

Pensamiento de Alba: Si esto me pasa por ser imbécil, si no fuera tan gilipollas y me hubiera venido por la noche otro gallo me cantaría... Joder, que siempre se pone caliente cuando no estoy coño... ¡Es esto justo Dios míooooo! –se quejaba mirando al techo, mientras volvía de regreso a la habitación con la pastilla efervescente y un vaso de leche caliente -.

Pensamiento de Nat: ¿A qué coño huelo? –se preguntó mientras asomaba la nariz por debajo del cuello de la camiseta que se había puesto-. Mierda con el perfume de la rubia, me ha repasado como una lapa, joder... Tengo que ducharme antes de que se de cuenta.

-      Creo que esto te vendrá... -Alba entró en el dormitorio y se quedó clavada en la puerta ante la visión de una morena sacándose la camiseta por la cabeza dejando su torso desnudo justo enfrente de ella-... ¡PUTA MADRE!

Terminó soltando la rubia que se inflamó solo con verla. Natalis terminó de liberar su cabeza del cuello de la camiseta y se quedó parada al darse cuenta hacia donde miraba, instintivamente se cubrió apoyando la camiseta contra su pecho, no por timidez, sino porque se le habían puesto los pezones tan duros bajo aquella mirada que no sabía cómo calmarlos.

-      Ehh... eh iba a ducharme –explicó-.
-      Eh... ah vale –dijo Alba desconcertada, sólo había bastado una mirada a aquella anatomía para volver a desencajarla-. Toma, está caliente.

Le tendió la taza de leche y el vaso con la efervescente, ella fue a cogerlos y se dio cuenta que le faltaban manos si no soltaba la camiseta que la cubría, con auxilio la miró. Alba por su parte tragó saliva al darse cuenta de la situación...

-      Eh, bueno, primero la aspirina –resolvió tendiéndosela-.
-      Sí, claro –dijo nerviosa ella que se bebió de un trago aquella pastilla resucita muertos-. ¡Buajjjjj que amarga!

La rubia se sonrió ante las muecas que puso, y luego le tendió la taza con leche.

-      Mmm... esto si está rico –dijo tras pegar un buen sorbo-.

"Tú sí que estás ricaaaaa... madre del amor hermoso, como estas de buena joia" pensaba Alba mientras se embobaba en aquella garganta y aquellos hombros desnudos que proseguían hasta aquella piel suave interclavicular que anunciaba el inicio hacia una escalada que recordaba perfectamente.

-      Gracias, lo necesitaba –dijo terminando de tomarse la leche-.
-      Eing... -volvió en sí, pues su cabeza ya iba mucho más lejos de lo estipulado como correcto-. Ah, de nada, dame, dame... lo llevo a la cocina mientras tú te duchas –se ofreció cogiendo los dos vasos-.
-      No tardo nada –dijo con una sonrisa y salió rumbo al baño-.

Alba se quedó tonta mirando aquella espalda de mujer bien formada caminar hacia la ducha, y al centrar su punto de vista en el bajo de la espalda una punzada la atravesó entre las piernas. "Auuuuchh, si esto no es un incendio humano, que baje Dios y lo vea, porque yo me corro toda sólo de pensar en perderme en ese cuerpo... ¡Quien fuera mango de ducha en estos momentos... Dios, estoy mal, muy mal!" pensó mientras la perdía de vista y se decidía a volver a la cocina.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now