8- Mientras pueda controlarlo

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El camino hasta el club fue toda una odisea para la navarra, jamás se hubiera imaginado que Alba condujera un descapotable como aquel, y es que tenía que reconocer que su concepto sobre el "empleo más viejo del mundo" estaba totalmente estereotipado. Ella no tenía nada de vulgar ni oscuro, era dulce, alegre y muy abierta. Su jovialidad ante todo lo que decía llenaba de vida hasta el más insignificante detalle. Era culta, inteligente y mordaz... hablar con ella era un regalo de comodidad y cercanía, y no pudo evitar sentirse decepcionada cuando tuvieron que bajar del vehículo, pues hubiera querido quedarse a solas con ella durante más tiempo.

Durante las siguientes dos horas Alba no se separó de ella ni un sólo momento, sorprendiendo a Natalia con su facilidad para sociabilizar con todo aquel que se le presentaba. La gente se quedaba prendada de ella y de su forma de pensar, y la morena apenas hablaba lo justo porque le resultaba tan raro encontrar a alguien que mereciera ser escuchado en su día a día, que no quería perderse ni una sola palabra que saliera de su boca. Estaba encantada por lo fácil que le resultaba todo teniendola cerca. El tiempo volaba y sin embargo no había tenido necesidad de beber y beber para pasar el mal trago de toda aquella gente. El que Alba jamás bebiera alcohol también había ayudado, pues no quería parecer la típica niña rica que se emborrachaba de fiesta en fiesta, dejando una imagen lamentable. Hacia la una de la noche la gente empezó a marcharse, sólo los más jóvenes permanecieron a la espera de las actuaciones prometidas.

- Gracias Alba –le dijo sinceramente, aprovechando que estaban a solas en un rincón de la sala-.

- ¿Por qué? –le preguntó esta con su encantadora sonrisa, esa que parecía que nunca se fundía-.

- Por hacer que todo sea tan fácil, por no tener que dar explicaciones... ¡por ser tan maravillosa! –le dijo ella con total sinceridad-. Aunque no lo parezca, no se me dan nada bien estos actos sociales, hace tiempo sí, pero ahora mismo son lo último que me apetece y tú hoy has hecho que vuelva a disfrutar de la gente. Así que gracias.

Alba se quedó mirándola, meditando el verdadero contenido de aquellas palabras. Decidió que aún era demasiado pronto para hacer conjeturas.

- De nada, me alegro que te haya gustado nuestra cita -contestó-.

- Por cierto, ¿estás cansada? ¿Quieres que nos vayamos ya? –le preguntó ella con cortesía-.

- Lo que tú prefieras, aún no me has dicho como quieres que termine este encuentro –le dijo calmadamente la rubia, pero en su mirada había una picardía que la dejó temblando-.

- Ehh... esto... yo...

- jajajaja... no te me pongas nerviosa. Sólo dime que es lo que te gustaría que pasara –le calmó, sabía que para Natalia todo aquello era nuevo, y aunque en su primera noche le había parecido muy firme, a lo largo de aquella cita se había dado cuenta de la ternura y vulnerabilidad que escondía. La gente la adoraba y ella era encantadora cuando se relajaba, sólo que por algún motivo una sombra negra la acechaba constantemente-.

- Yo no necesito sexo Alba, pero he de reconocer que no duermo bien por las noches y que dormir a tu lado me reconfortó -le confesó calmadamente-. Así que si tú puedes, me gustaría que te quedaras conmigo esta noche, te pagaré por supuesto -se apresuró a indicarle-.

Ella la miró con una sonrisa... "¿cómo puede estar tan perdida alguien cómo ella?". No quería tocarla, pero se permitió apartarle el cabello de la cara para probar que pasaba. Por unos segundos notó como su respiración se paraba al sentir el gesto, pero no le dijo nada.

- Esta noche no hace falta que me pagues, te dije que te debía una, y ya que sólo vamos a dormir juntas, no te cobraré -le dijo dulcemente-. Tampoco te tocaré si no quieres.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now