69- Submundos

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Escena de Alba :

Le habló a Isabelle sobre Natalia, de cómo de una clienta más se había trasformado poco a poco en algo más complejo. La mujer escuchó sin juzgar ni tampoco aplaudir todo lo que aquella chica decía y callaba, había tanto en sus ojos cuando mencionaba a aquella mujer, que le parecía mentira que Alba no se diera cuenta del cambio que había sufrido. Isabelle esperó, esperó callada obligandola a hablar y desahogarse sin apenas darse cuenta, a decir y a balbucear justificaciones que ella no le pedía.

-      Por favor di algo... -le pidió Alba finalmente agachando la mirada-.

Isabelle la miró, aún evaluaba lo que esperaba de ella.

-      ¿Y qué esperas tú, que yo te diga? –le preguntó-. ¡Acaso no lo ves!

Ella la miró, la losa que le aplastaba normalmente el pecho se había aflojado después de poner en palabras lo que llevaba tiempo guardando, y con ella se había quedado al descubierto el dolor por aquel peso contenido. Se abalanzó a los brazos de su confidente y empezó a llorar.

-      No tienes que tener miedo –la contuvo entre sus brazos para calmarla-. Siempre te dije que éste no era tu camino, pero eras y eres tan cabezota, tan rebelde que te pusiste a danzar al borde del precipicio y yo... ¿qué más podía hacer? –la besó en la cabeza mientras aún lloraba-. Durante un tiempo estuvo bien, pero ya no. Es hora de empezar a vivir de verdad cariño, ella lo quería para ti.

Alba la abrazó con más fuerza, y las dos lloraron como hacía años no lo hacían.

Escena de Natalia:

Maria le contó brevemente una introducción de lo que había sido la vida de Alba hasta que llegó a la Universidad. Le contó cómo había crecido entre algodón sin faltarle de nada, cómo su madre había forjado con ella una complicidad extrema basada en la verdad y el respeto. Le explicó como el hecho de que su madre no le ocultara que era lesbiana y cómo había nacido, la había hecho más fuerte ante la gente cuando surgían comentarios varios de su unidad familiar; como su vida y la de su madre iban a la par porque solo ellas dos se tenían; como la admiraba, y la confianza con la que Alba había crecido en sí misma porque su madre siempre la apoyaba y guiaba.

-      Cuando llegó a la universidad de empresariales todo cambió. Entró en una residencia porque tenía ganas de probarse a si misma viviendo independientemente de su madre, y ésta lo vio bien. Así que pasado el periodo de adaptación de estar menos juntas todo fue bien, se hizo popular en poco tiempo por su personalidad y por la naturalidad con que atajaba su sexualidad, atraía a la gente por su alegría y no se tomaba en serio ni los comentarios salidos de tono ni tampoco a aquellas jóvenes con ganas de experimentar y que sin reparo seducía –le contaba Maria-. Yo no viví aquella época de primera mano, pero me hubiera encantado ver a aquella Alba, por lo que sé era una rompecorazones y no me sorprende en nada, porque tenía todas las armas para hacer del mundo gay un atractivo al que querer sucumbir, se las sabía todas.
-      Me lo puedo imaginar, sigue –le contestó Natalia, que no se perdía detalle de toda aquella historia-.
-      Bueno, pues eso... que todo el primer año parece que fue bien, de fiesta en fiesta, de tía en tía... Alba tiene coco, así que se podía permitir las juegas sin que los estudios no decayeran y fue lo que hizo. Lo jodido vino después, por lo visto una noche se vio en una fiesta privada del colectivo gay del campus, estaba con una tipa y llegó otra con la que había terminado de mala forma, así que se montó una bronca entre las dos mujeres, mientras que ella decidió pasar en ese instante de ambas y se marchó con otra. Aquello por lo visto fue el detonador, a pesar de que no les había prometido nada a ninguna, ellas opinaron que sin duda les debía algo, así que decidieron unirse para jugársela y lo consiguieron. Un par de semanas después recibió un paquete con una tarjeta morada y una nota que ponía: "Tú eres igual que tu madre... una puta". Alba pasó en principio del detalle, pero empezó a escuchar cometarios en el campus de que su madre era una prostituta de lujo que poco a poco la fueron calando, así que terminó llamando al número de la tarjeta y le respondió una agencia de acompañantes femeninas. Allí preguntó por su madre, pero no le dieron ninguna información y le colgaron el teléfono, lo cual la inquietó aún más y terminó interrogando a las que le habían mandado el paquete, que no dudaron en escupirle los detalles de cómo habían conseguido aquella tarjeta y que su madre trabajaba allí.
-      ¿La madre de Alba era... era? –no era capaz de terminar aquella frase-.
-      Sí, lo era, pero por lo visto ella ya no estaba en el mercado –le aclaró Maria-.
-      Bueno, al menos lo dejó... -comentó la morena-.
-      Sí pero no... -puntualizó haciendo una mueca-.
-      ¿Cómo que si pero no? –se extrañó ella-.
-      En realidad, la empresa era de la madre de Alba, ella no se acostaba ya con clientas, pero llevaba a su cargo 3 o 4 mujeres –le terminó de explicar-.
-      Ostia... -no pudo evitar soltar Natalia-, perdona...
-      No, si debió ser la ostia enterarse de algo así, porque por lo visto fue a que su madre se lo desmintiera y se encontró con que no lo hizo, sino que admitió que era cierto. Así que salió huyendo y la apartó de su lado, no le dejó que le explicara nada.
-      Bueno es natural, creció creyendo en que entre su madre y ella no había secretos ni dobleces, y de la noche a la mañana se encuentra de cara con una completa desconocida –no pudo más que ponerse en el lugar de la rubia, aquello debió ser horrible-.
-      Pues sí, pero eso no fue lo peor –Maria se paró y ella se quedó quieta como una estatua a la espera-. A las dos semanas la madre de Alba sufrió un accidente cuando iba en busca de ella a la facultad, por lo visto después de casi dos semanas, le había cogido el teléfono a su madre pero sólo sirvió para que tuvieran una pelotera tremenda que hizo que su madre le dijera que iba en busca de ella, que ya estaba bien de comportarse como una cría negándose a escucharla, y ella por lo visto le colgó el teléfono soltándole algo feo. Así que te puedes imaginar el cuadro cuando a la hora la llamaron del hospital para decirle que su madre había tenido un accidente de coche.

A Natalia se le encogió el alma con aquel último dato.

-      Hicieron todo lo que pudieron por ella, pero murió en menos de 72 horas y Alba se sumió en una oscuridad autodestructiva que hubiera terminado con su vida de no ser por Isabelle –terminó de decir-
-      ¿Quién es Isabelle? –preguntó ella con el corazón en un puño de pensar que Alba había corrido peligro-.
-      Isabelle fue la única pupila de la madre de Alba, y la que se convirtió en su mentora –dijo María y entonces la miró a los ojos para asegurarse de que le estaba entendiendo-. Isabelle es la mentora de Alba, quien le enseñó todo sobre este mundo de la "compañía" de lujo, y es a la persona a la que ha ido a ver. Alba está en casa de Isabelle ahora.

A la morena un escalofrío frío le traspasó cortándola en dos. El futuro de su relación con la chica estaba en manos de la misma persona que la había iniciado en aquel mundo de prostitución, y ella sólo podía estar allí quieta y confiar en que los pasos de Alba volvieran hasta ella.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now