43- Noria

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La semana laboral se coló en la vida de nuestras dos protagonistas. Los compromisos que Natalia había adquirido en la fiesta de Laura y Bea, la llevaban de reunión en reunión, y de comida en comida de trabajo, no otorgándole ni un segundo para respirar en aquella carrera frenética por dar el pistoletazo de salida al proyecto que se traía entre manos.

Sabía que la relación con Alba había cambiado, durante el día no se veían y por diversas razones, habían reducido el número de llamadas telefónicas que las mantenían comunicadas. Ella misma se sentía triste y temerosa, y a pesar de que Alba trataba de comportarse con normalidad cuando llegaba al apartamento para dormir con ella, la sentía forzada en su trato. A pesar de ser ya jueves, no había dado ni un paso para intentar acercarse a ella o tocarla salvo lo justo y necesario, ella por su parte era demasiado tímida y se sentía demasiado culpable, como para propiciar acercamientos que pudieran dar pie a pasos que no se sentía preparada para dar. Así que entre las dos, había un código no establecido de aislamiento preventivo que las mantenía alejadas, extrañas y temerosas.

Eran las ocho de la tarde cuando recibió una llamada de la rubia. Tras mirar en la pantalla su nombre, se disculpó con quien estaba y se apartó para poder atender aquella llamada con el corazón desbocado, pues desde aquel encuentro entre ambas, no había dejado de sentirse así cada vez que la veía, la tenía junto a ella, o escuchaba su voz.

- ¡Hola! –saludó con una sonrisa inevitable, se alegraba tanto de oírla-.

- ¡Hola gatita! –contestó Alba mientras se sentaba en el sofá de su apartamento, consciente de lo mucho que la perturbaba escuchar aquella voz y del mazazo que tendría que darle-. ¿Ya has terminado de trabajar?

- Me queda media hora como mucho, luego pasaré por el súper e iré al apartamento, ¿te apetece cenar algo concreto esta noche? –le preguntó con normalidad, pues era algo habitual que ella se encargara de la cena-.

- Nat... -tragó saliva, sabía que el golpe le iba a doler, pero ella necesitaba encontrar una solución a la semana que estaban teniendo. Se acercaba el fin de semana y Natalia no trabajaría, y ella no se sentía con fuerzas para encontrarse a solas con aquella mujer en las condiciones en las que se veía-... Nat esta noche no voy a poder ir.

La morena se quedó parada y en silencio. Alba cerró los ojos... "mierda... mierda" se decía en silencio, pero tenía que hacerlo, necesitaba ese espacio al menos por una noche.

- Nat, ¿sigues ahí? –la llamó rompiendo aquel vacío al otro lado de la línea-.

- Sí –dijo ella que tuvo que esforzarse porque le saliera la voz, había temido aquello durante toda la semana, y ahora que prácticamente la habían superado, la noticia le había caído como una jarra de agua helada sobre la espalda dejándola tiritando-. ¿No vendrás para cenar, o no puedes venir en toda la noche? Porque no importa si llegas de madrugada, puedo esperarte.

Alba se dio cuenta de su necesidad y del ligero temblor en su voz... "Dios mío, ¿por qué me haces esto?" rogó, mientras trataba de sacar fuerza de flaqueza para no caer.

- Nat, pasaré toda la noche fuera, lo siento –se vio disculpándose, con ella todo se regía por nuevas reglas y esa necesidad de no hacerle daño, de disculparse, de no querer defraudarla o de darle explicaciones que no le solicitaba, eran algunas de ellas-.

Natalia se quedó muda por unos segundos... "Va a pasar una de esas noches con alguna clienta..." pensaba frenéticamente... "No me dice si es con Maria o con Vicky... estará con una clienta", su cabeza empezó a doler, y la sangre le empezó a hervir de forma atroz.

- Oh entiendo... tranquila, es tu trabajo –dijo conteniendo la ira y el dolor, apenas podía asimilar lo que estaba ocurriendo. Sintió que las piernas le fallaban ante tal mazazo, y se vio presa del pánico-. Bueno, entonces mañana nos vemos si puedes... tengo que dejarte, me están esperando para terminar la reunión.

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora