40- Fuera de todo pacto.

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La barra estaba repleta, Alba se entretuvo con una parejita que habían conocido unas horas antes viendo que la cosa iba para rato, pues se habían quedado sin hielo. De vez en cuando vicheaba a Natalia, que seguía hablando tranquila con aquella mujer, así que se relajó y fue paciente con la espera.

- No, estamos pensando en lo de la exportación en serio esta vez –decía Natalia-.
- Es estupendo que hayas convencido a tu padre, yo al mío ni modo, está empeñado en que las mujeres no podemos dirigir, y mi hermano es un inútil que no quiere sentar la cabeza. No sé cómo no se da cuenta, de verdad –le decía Sofía-.
- Ya, la historia de siempre, pero no te apures. Terminará dándose cuenta de quien va a ser quien siga su estirpe –la tranquilizaba ella-.
- Uff, ojalá lleves razón, tú sabes que esos caballos son mi vida –le decía-.
- Lo sé, ¿te acuerdas cuando te pillé en el establo?... ¡Casi me muero! –se reía Natalia-... ¡Que bicho y tú tan fresca!
- jajaja... bueno, tú siempre fuiste muy cagueta con las coces –le decía Sofía riendo-.
- ¡Joder, que teníamos 14 años, y ese bicho nos sacaba una cabeza, y pesaba 500 kilos! –decía ella con los ojos desorbitados mientras se acordaba de las correrías que habían hecho de pequeñas-.
- jajjaja... y qué quieres, si sólo trabajamos con caballos grandes... y de los mejores, por cierto –señalaba su amiga orgullosa-.
- jajaja... totalmente cierto –señaló-. La verdad es que estoy encantada de verte, ¿cuánto hace que no coincidíamos, cuatro años?
- Ufff... si, son un montón, ¿eh? Pero ya sabes, me fui a Francia y luego hicimos escapada a América, así que no he estado mucho en circulación –le explicaba Sofía-. La verdad es que estoy teniendo mucha suerte, ¿te acuerdas de Virginia Álvarez? ¿de los Álvarez Soto?

A Natalia le cambió la cara de repente.

- Hace un par de semanas, nos encontramos por casualidad en una recepción y la verdad es que me alegré mucho de verla, hacía tanto tiempo. Nos reímos mucho recordando alguna de nuestras anécdotas, le va a encantar verte aquí, porque el otro día lo hablábamos, y ella tenía muchas ganas de verte –le decía Sofía ajena a todo-.
- ¿Virginia, va a venir? –preguntó ella poniéndose pálida-.
- Bueno, de hecho creo que ya estaba por aquí, ha venido con una chica un poco "ligerita de cascos" si me permites decirlo, y se han escabullido por el salón de juegos. Yo creo que iban a lo que iban, la verdad –le decía Sofía en confianza-.
- Puede ser, Virginia ha cambiado un poco desde que éramos crías. Sofía, te voy a tener que dejar, porque me acabo de acordar que había quedado en llamar a un proveedor esta tarde, se me había ido el santo al cielo –se inventó de pronto, pues estaba como loca por salir corriendo de allí tras la noticia de su ex-.

Buscó con la mirada a Alba, pero cuando la vio aún recogiendo las bebidas fue demasiado tarde. Como un latigazo, notó unas manos tapándole los ojos, y aquel perfume que antes tanto la había enloquecido, le dió arcadas.

- Te he dicho mil veces que no mires a nadie más que a mí –le susurró Virginia tan cerca de su oreja, que sólo pudo oírla y estremecerse. Luego la soltó-.
- Ahora mismo estábamos hablando de ti, menos mal, porque Natalia ya se iba –dijo Sofía con una sonrisa, pues no sabía qué había pasado entre sus amigas de la infancia en realidad-.
- ¿Ah sí? ¿Te ibas? –le dijo con esa voz arrastrada y sátira, mientras la abrazaba por detrás-.

Natalia se tensó con rabia. Sabía que Virginia estaba aprovechando su sentido del ridículo, ese aspecto educado y austero de su personalidad que le impedían ser capaz de montar una escena, esa ansiedad por querer ocultar lo que había pasado entre ellas.

- Lamentablemente, tengo trabajo –dijo tratando de zafarse de aquellos brazos, pero la mujer no le dejó-
- Seguro que puedes aplazarlo un poquito, por tus amigas de toda la vida ¿Verdad Sofía que se debería quedar un poquito? –estiró de los hilos como solía hacer siempre-.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now