27- Humanidad.

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Alba la miró en silencio un momento sopesando el estado en el que se encontraba.

- Bueno, he pensado que como aún no sabemos dónde están tus fronteras deberíamos empezar a buscarlas, y de paso intentar que te acostumbres a que te acaricie... -le dijo sin moverse de su sitio-.

- ¿Qué me acaricies? –Natalia emitió aquella pregunta en forma de gritito atragantado-.

Ella tuvo que reírse, porque su cara de susto-sorpresa no era para menos.

- jajajaj... Bueno, por algún sitio tendremos que empezar, y yo no soy la que tiene problemas con las caricias, ¿no te parece? –le dijo enarcando una ceja y esbozando una sonrisa tranquilizadora-. Podemos empezar con algo sencillo como en el cine, y paramos cuando tú quieras.

Le propuso Alba y la morena sintió que el corazón empezaba a correr descontroladamente: "Ay madre, ay madre, ay madre... " su mente no daba para nada más que aquel único pensamiento.

- Anda túmbate y respira... que no voy a comerte –le dijo la rubia manteniendo la calma, y se hizo a un lado para invitarla a que se recostara en la cama-.

- Albi... yo ya estoy nerviosa –le dijo suplicante-.

- ¿Pero por qué cariño? –le susurró tranquilizadora- En serio que no voy a propasarme, ¿confías en mí?

Otra vez aquella pregunta. Natalia la miró a los ojos, y eran sinceros a su pesar, así que asintió con la cabeza incapaz de articular palabra. Jamás imaginó que aquello era lo que le esperaba al regresar a casa.

- Anda túmbate, no va a ser nada sexual... sólo vamos a probar... -le dijo-

Ella se tumbó finalmente en la cama, aún el corazón le latía con demasiada fuerza. "Tranquilízate, tranquilízate... no va a pasar nada, es una profesional, no va a pasar nada", trató de autoconvencerse, pues Alba no era lo que más le preocupaba realmente.

- ¿Estás respirando? –le preguntó esta que se tumbó junto a ella sin tocarla-.

- Si, ¿no? –no sabía muy bien si lo estaba haciendo-.

- jajajjaja... anda respira tranquila. Ponte de lado, quizá sea mejor para ti si me miras –le sugirió Alba-.

Y se puso de lado como ella, la verdad es que mirar su cara la ayudaba, sobretodo por aquella sonrisa cómplice que le regalaba.

- ¿Mejor? –le preguntó-.

- Sí –le respondió Natalia-.

- Voy a empezar por acariciarte el brazo, ¿vale? –le dijo y deslizó sus dedos hasta la mano de la morena-.

- Vale –aceptó -.

Natalia no estaba preparada para sentir el calor de aquella mano, y notó como la piel se erizaba bajo la caricia de la chica sobre su brazo desnudo.

- ¡Me pongo nerviosa! ¡el silencio y la cama me ponen demasiado nerviosa! –le dijo cogiéndose el brazo que Alba había acariciado-.

- Vale, ¿y si hablamos de algo mientras te acaricio? No sé, algo trivial... ¿te ayudaría? –le propuso-.

- Puede ser –le concedió, pues aunque fuera una tortura, aún quería probarse a sí misma-.

- ¡Está bien! –enlazó sus dedos a los suyos, para que liberara el brazo-... Entonces el proyecto del extranjero les ha encantado, ¿no es eso?

Natalia cerró los ojos un segundo cuando notó deslizar la mano de Alba otra vez por su brazo, luego los abrió clavándolos en aquella sonrisa. La rubia estaba preciosa con la cabeza apoyada en su mano y el codo en la cama, tranquila, como si no pasara nada de nada entre ellas.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now