49- Oportunidades.

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El domingo pasó raudo y veloz, Laura les había llamado para anunciarles que a las 10 de la mañana del lunes pasarían a por ellas para emprender el camino, pues había al menos tres horas de auto hasta el chalet en la sierra y querían llegar a la hora de la comida.

Natalia había estado muy nerviosa durante todo el día tras la llamada, pensando en qué iba a hacer y cómo sobreviviría a aquella mandíbula de lobo a la cual estaba dispuesta a entregarse, así que se refugió en el despacho haciéndole ver a Alba que tenía trabajo que terminar, para evitar situaciones comprometidas. Esta por su lado, no estaba mucho mejor, le tenía nerviosa aquella escapada, el querer hacer que la morena quedara bien con su trabajo y ante aquellas dos, le daba miedo que se les notara que no eran pareja, le daba miedo acercarse demasiado a ella no sólo porque le podía volver a dar un jamacuco, sino porque cuando lo hacía ella misma ya no estaba muy segura de permanecer mucho en pie. Y es que la visión de su última incursión en la ducha aún la perseguía por la noche, se notaba tensa, tensa sexualmente, ni las horas de sofá apacibles ni las buenas noches cándidas con aquella preciosidad a su lado, le devolvían la serenidad ni el equilibrio perdidos.

Eran las nueve de la mañana del lunes, cuando salió de la ducha y encontró a Natalia haciendo su equipaje.

-      ¿Qué haces? –le preguntó al ver dos maletas sobre la cama-.
-      El equipaje, te he sacado a ti una de mis maletas para que llenes lo que necesites –le explicó tratando de no levantar la vista de sus que haceres, sabía que seguía allí de pie en albornoz-.
-      Nat, tenemos que hacer solo una maleta, sería ridículo que una pareja que convive junta apareciera con dos maletas pequeñas independientes, lo normal es que llevemos junta la ropa en una mayor, ¿no te parece? –le decía ella con una sonrisa, le hacía gracia aquella mujer y su meticulosa manía del respeto hacia lo propio-.
-      Eh! –alzó la vista para mirarla, quedando turbada por su imagen y por su razonamiento, siempre acertado-. ¡Tienes razón! Quedaría raro sí.

Natalia se giró nerviosa y sacó del fondo del armario otra maleta mucho mayor, guardando las dos pequeñas en su lugar.

-      Espera que te ayude –le dijo la rubia, y se colocó a su lado ayudándole a doblar la ropa, al pasarle una camiseta se rozaron y notó que la morena retiraba la mano con avidez.

Alba se la quedó mirando, estaba muy tensa, aquello no podía ser bueno, atajó el problema de cara.

-      Nat, ¿qué te pasa? –le preguntó-.
-      ¿A mí? ¡Nada! ¿por qué? –se defendió torpemente con prisa-.
-      Vale, deja eso –le quitó la ropa y la cogió de las manos, luego tiró de ella para que se sentara en la cama-. ¿A ver, qué pasa? Te noto muy nerviosa, y desde que vinimos de casa de Vicky apenas hemos hablado porque tenías que terminar lo del trabajo. Así que venga... dispara, dime que te tiene agitada –se lo puso fácil-.
-      ¡Esto es un error! ¡Un gran error! –suspiró mientras decía aquello-.
-      ¿El qué? –tiró del hilo-.
-      Pues esto de la semana en la sierra con Laura y Bea, ellas creen que tú y yo somos pareja, y yo soy tan torpe que ni la maleta se hacer en forma de camuflaje... en cualquier momento meteré la pata y se darán cuenta, y quedaremos como dos idiotas –dijo-. Además, es que no veo porqué tienes que pasar tú este mal trago de hacer este paripé por mi culpa...
-      Un momento, por mí no te preocupes, porque para mí no supone ningún problema sino te lo diría. Y en cuanto a lo de Laura y Bea, no tienen porqué darse cuenta de nada como tampoco lo hicieron el día de la comida. Nos vamos a tomar esto como unas minivacaciones para tomar aire punto y listo, tú trabajarás, yo me desharé en halagos por mi chica ante ellas... y todas tan contentas ¿vale? –la trató de tranquilizar Alba, aunque ella no las tenía todas consigo sabiendo que Laura estaba por en medio, menos mal que su entrenamiento de años con Maria de algo le servirían-.
-      ¿Y qué pasa... - Natalia tragó saliva, pues no sabía como plantear aquello-... qué pasa si la cosa vuelve, más... más...???
-      ¿más qué? –la miró con el entrecejo fruncido-.
-      Bueno, que se supone que somos una pareja... y allí las cuatro solas, será raro si no hay muestras de afecto... ¿y si la cosa se complica como en la comida? ¿quiero decir, y si te tengo que besar más, más íntimo? ¿Cómo vamos a hacer eso? –preguntó poniéndose roja-.

Ella también se puso roja por la insinuación, estaba claro que sí lo había pensado, pero no esperaba que Natalia estuviera pensando en el tema también. Agradeció que no se atreviera a levantar la vista, pues le fueron necesarios aquellos breves instantes de rubor desapercibido para acallar sus propios deseos.

-      Ehhh!!! Pues, evidentemente ellas esperan una pareja, y las parejas se besan de muchas formas distintas así que supongo que... grgr ...-carraspeó, el solo hecho de pensar en aquella boca la ponía frenética-... que nos besaremos como corresponda y ya.

La morena levantó los ojos para mirarla.

-      ¿y eso estará bien para ti? Yo no quiero incomodarte –le dijo con temor, aunque su corazón había dado un vuelco ante la idea. Mientras pudiera besarla, aún tenía una baza para no ser la única con las piernas flojas-.
-      Si, estará bien, no te preocupes... -le aseguró con una sonrisa, aunque una mariposa se había empecinado en revolverle las tripas de repente-... lo importante es que todo vaya bien. ¿Sabes lo que creo?
-      ¿qué? –quiso saber más tranquila-.
-      Que estamos pensando demasiado, y que deberíamos aprovechar estos días fuera de todo para relajarnos, disfrutar y aprender a dejarnos llevar un poco... porque creo que tú es lo que necesitas. Disfrutaremos de la compañía, del aire, del paisaje, de la piscina ... -sonrió ante aquello y a Natalia se le contagió-... vamos a tratar de pasarlo bien, y de olvidarnos un poquito de tanto estrés, quizá en ese ambiente podamos avanzar con lo tuyo, sin prisas ni objetivos, a tu ritmo... pero más distendidas, ¿no te parece?

A Natalia le aterraba aquello de "avanzar con lo tuyo", pues implicaba pasar por el catre, dejar sus temores, sus prejuicios, sus complejos y malas experiencias, para entregarse a unas nuevas manos que no sabía ni cómo ni cuánto la podrían sujetar. Sin embargo, tenía razón, aquello era una oportunidad, y había dedicado su domingo a asentar las bases de lo que quería hacer al respecto con aquella nueva puerta que se le abría.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now