17- Cátedra.

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El resto de la tarde pasó sin altibajos, Alba le aseguró que la ayudaría y consiguió calmar con éxito el desasosiego que había despertado en ella hablar del tema. Por supuesto en su cabeza había una marea creciente de dudas, preguntas y desconciertos, pero trató de relajarse y disfrutar de las ocurrencias de Natalia las pocas horas que les quedaron juntas. A las cinco y media la dejó en la estación.

- ¿Cuándo volverás? –le preguntó Alba tendiéndole la maleta del maletero-.

- Intentaré hacer unos cambios, te llamaré para confirmártelo pero la semana que viene me gustaría estar ya aquí –le dijo sonriendo-.

- Bueno llámame –y sin pensarlo le dio un beso en la mejilla -

El corazón de la morena latió con intensidad y se quedó clavada en el suelo sin poder moverse. Alba observó su reacción y se sorprendió de sí misma, acababa de olvidar su papel ante aquella clienta, aquello nunca le había pasado, siempre recordaba perfectamente los límites y deseos de sus acompañantes. La rubia se quedó igual de inquieta que ella.

- Perdona... no.. yo no... -se disculpaba con asombro-.

- ¡No importa, estoy bien! ¡Me gustó! –le dijo ella con una sonrisa-. ¡Gracias!

Ella no podía reaccionar. Natalia se acercó y le devolvió el beso en la mejilla, luego se despidió de ella y tomó rumbo a la estación. Alba tardó en volver a meterse en el vehículo, absorta en la imagen de aquella mujer caminando y en aquel lapsus de proximidad que había manifestado con una naturalidad inusual.

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La valenciana pasó por el supermercado y luego se fue a su apartamento, al entrar por la puerta supo que no estaba sola. "Diosss... y ahoraaa el interrogatorio"... pensó esbozando una sonrisa pues sólo había una persona que tenía aquella llave a parte de ella.

- ¡Se puede saber dónde coñooooo te has metidoooo! –enfilando pasillo abajo, Maria apareció con unos minúsculos shorts y una camiseta de tirantes. Con sus brazos en jarra y cara de pocos amigos, le recriminaba tantas horas de desaparición-.

- jajajaja... ¡hola mamá... yo también te quiero!... jajaja... -le dijo ella muerta de risa, le encantaba que la cuidara y se preocupara por ella-. Anda échame una mano, que esto pesa un huevo.

Maria hizo lo que le pedía y le ayudó con las bolsas del supermercado siguiéndola hasta la cocina.

- ¿Por qué coño no has llamado? Estaba tan preocupada que no he podido ni disfrutar del polvo con Sara –la seguía mientras Alba trataba de recolocar los productos en la despensa-.

- jajajja... ¿Hoy tocaba Sara? –le preguntó, sabía que aquella rubia despampanante le tenía sorbido el seso-.

- Si, joder... no me puedo creer que me haya perdido la sesión completa por tu culpa, esa diabla pensaba ponerme "mirando a Roma" hasta que me muriera -la Mari sin duda estaba frustrada por el día de sexo que se había perdido-.

- jajajjajajaj.... Lo siento, perdona... -le besó, un ligero beso en los labios a modo de disculpa y luego siguió merodeando por la cocina-. ¿Entonces hoy nada de nada?

Maria era tan sexual, que no tenía suficiente con su trabajo, por eso los días libres se dedicaba a ligar como a ella le diera la gana. A Alba siempre le sorprendía lo mucho que le gustaban las mujeres, pues ella era incapaz de pensar todo el tiempo en lo mismo, acababa agotada. En cambio ella solo tenía una norma: ¡cada día se follaba!

- ¡Tú estás locaaa! Jajajjaj.... –la miró con pavor-... La convencí para que lo hiciéramos por teléfono... -le siguió relatando distraída con una manzana-. Claro que luego me puse más caliente, y tuve que llegarme a su casa y fue muy incómodo, porque habían llegado sus tíos o yo que sé, y lo tuvimos que hacer en un cuartito del ascensor que hay en su edificio...

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now