38- Telaraña

22.5K 823 273
                                    

El fin de semana se fue, y la jornada laboral volvió a llenar la mayor parte del tiempo de Natalia haciéndola concentrarse en su apretada agenda. Las reuniones con comercios del sector, publicaciones entendidas en la materia y alguna que otra comida con altos directivos, hicieron que se le pasara la semana volando. Todo parecía indicar que estaban yendo por el buen camino. Su padre la llamaba de vez en cuando para felicitarla, pues a sus oídos llegaban comentarios de todo tipo sobre la agradable y competitiva jovencita que tenía como hija, y es que ella se sentía relajada, tranquila y feliz, como hacía mucho tiempo no se sentía. Poder dormir con Alba y su sonrisa arrebatadora cada noche, le hacía tener ganas de querer comerse el mundo.

Por su parte Alba, no había vuelto a insistir en aquella conversación que mantuvieron, y trataba de mostrarse complaciente y serena delante de ella. Se propuso darle espacio y tiempo para que se sintiera lo más cómoda posible antes de avanzar otro paso, y parecía que funcionaba pues la morena cada vez la abrazaba más y reclamaba con sus gestos que estuviera próxima a ella.

Ya no temblaba por las noches cuando se acercaban, ni se inquietaba si súbitamente la tocaba en pequeñas muestras de afecto que no proyectaban un deseo mayor que aquel simple contacto. En cuanto a su trabajo, como había terminado con Daniela y con Elena, su agenda estaba prácticamente vacía y se vio volcada inexplicablemente en su agencia de relaciones públicas para tratar de mantener la cabeza fría, y no pensar en lo difícil que se le hacía no pasar a mayores con aquella preciosidad con la que se acostaba cada noche y que estaba mermando su confianza a grandes pasos.

El que Maria hubiera escapado despavorida de aquel fin de semana y se hubiera volcado en su trabajo, manteniendo una cruzada de sexo y más sexo, no la ayudaba a pensar menos en Natalia, pues no podía quedar con ella para distraerse y cuando hablaban por teléfono no hacía más que relatarle tórridas escenas que la dejaban mucho peor, obligándola a machacarse en el gimnasio o a terminar en una ducha fría para serenarse.

Y es que Alba estaba siendo más consciente que nunca de lo sexualmente activa que era, sorprendiéndose de sus propias reacciones de abstinencia que la hicieron tener que sentarse mareada cuando la noche anterior, Natalia había salido de la ducha y se había aproximado a ella desnuda para coger el pijama. Alba no quería presionarla, pero no sabía hasta que punto podría controlarse con aquella mujer, pues su dulzura y la pasión que le desataba estaban destrozando lentamente sus nervios y su entereza.

Eran cerca de las seis cuando la morena llamó a Alba al móvil.

- ¡Hola preciosa! ¿Cómo va todo? –le preguntó esta con una gran sonrisa nada más descolgar el teléfono-.

- ¡Hola! Muy bien, por fin he terminado y parecían contentos, así que estupendo. ¿Y tú, cómo estás? –le preguntó radiante pues se moría de ganas de escucharla-.

- Bien, tranquilita. Comí con Vicky que me llamó, y estaba ahora leyendo un poco en casa –le dijo acomodada en su sofá-.

- ¡Qué bien! Por cierto, ¿ella como está? –preguntó la morena-.

- Histérica, como es lógico. La Mari la está esquivando y la está poniendo de los nervios –le contó -.

- Vaya, que putada... -dijo Natalia, aunque en cierto modo entendía por lo que estaría pasando Maria ahora mismo-... bueno supongo que se relajará tarde o temprano y las cosas volverán a su cauce, ¿no?

- Sí, supongo que sí, y más le vale porque me parece que si no se va a encontrar de frente a una Vicky a la que no está acostumbrada –le dijo Alba-.

- Vaya –dijo ella-.

- Oye, ¿hoy no me lo vas a decir o qué? –le pinchó Alba queriendo cambiar de tema-.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now