13- Ave fenix.

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Natalia estaba muy borracha, aquello era una ventaja y una desventaja a su vez. Por un lado, la proximidad de la rubia no le afectaba tanto, porque su mente no estaba en condiciones de regir con lucidez, pero por otra la volvía atrevida y deseosa de satisfacer sus apetitos sexuales hasta cierto grado.

Sin embargo, Alba no era como las demás, tenía experiencia y era más peligrosa para jugar con ella, así que trató de no tomarse muy en serio el reclamo que le hacía su propio cuerpo.

- ¿Cómo un queso de bola? –bromeó y esbozó una sonrisa de niña que a Alba la hizo tiritar-.

"¡Agggggg... por Diossssssssss.... ¡Me trae loca!"... pensó la rubia, luego se agachó y empezó a quitarle una bota.

- jajajaj... si una bola gorda. Anda que... jajaj...-se rió-. A ver levanta la pierna.

- ¡¿No la estoy levantandooo?! –se sorprendió ella, que se había caído otra vez en la cama-.

- agggg... ya, joder... la otra, venga –le ordenó cogiéndole el otro pie-.

- ¡Auuu... que no puedo levantarla más! –se quejó Nat haciendo un intento por estirar la pierna-.

- ¡Ya, ya está! –tiró las dos botas lejos de la cama, se dio la vuelta y miró a la chica que jugaba con las manos estiradas a hacer juegos de luz mirando hacia la lámpara del techo-.

"¡Madre míaaaaa... dónde me estoy metiendo! ¡Me parece tan dulce! ¡Mierdaaaa, y encima está tremenda, joder!"

- Alba... -la llamó-.

- ¿Sí? –contestó acercándose a los pies de la cama-.

- ¿Cuándo nos han traído los cristalitos rosas? –le preguntó totalmente hipnotizada por la luz de la habitación-.

- jajajja... ¿el qué?... –le preguntó ella-.

- ¡Los cristalitos rosas! –le dijo totalmente convencida y señalando el techo-.

- jajaja... No hay ningún cristalito rosa, cariño –le dijo pacientemente, pero entonces Natalia se alzó en la cama y la cogió de la mano tirando de ella-.

Alba cayó sobre su cuerpo, por un momento se asustó por ella, pues no sabía que límites tenía aquella mujer en cuanto al contacto físico. Habían hablado algo durante sus charlas telefónicas respecto a eso, de momento sabía que en el último año había sólo mantenido relaciones esporádicas con mujeres a las que les hacía el amor, pero que ella no había podido dejarse corresponder del mismo modo. Las veces que mantenía aquel tipo de encuentros por supuesto había bebido: "necesito beber para poder controlarlo, sino no podría permanecer cerca de ellas, no podría abrazarlas ni acariciarlas... no podría dejar que me pusieran una mano encima o se acercaran a mí lo suficiente para disfrutar de ellas".
Aquellas eran las palabras que le había dicho, y las que ahora mismo tenía en mente sintiendo el calor de la piel desnuda de Natalia en su propio ombligo descubierto.

- ¿Las ves? –le preguntó susurrando y señalando al techo-.

Alba agradeció que aquel licor le permitiera estar tan cerca de ella sin que tuviera que asistirla cardiorespiratoriamente. Se tumbó a su lado y miró hacia donde señalaba.

- Cariño, ahí no hay nada, son sólo los reflejos de la luz sobre la lámpara –le contesto, mientras se volvía a girar hacia ella, y se apoyaba sobre un codo en la cama-.

- ¡Pues es bonito! –le dijo y se levantó un poco para poder mirar a Alba-. ¡Aunque lo más bonito de aquí eres tú!

"agggggggg... te voy a comerrrrrrrrr"... aulló esta por dentro, que estaba como una moto. Nunca había deseado tanto hacer el amor con una de sus clientes, y sin embargo justo con la que más le apetecía satisfacer sus fantasías no estaba por la labor. Aquello si era nuevo para ella. ¿Qué merito tenía hacerlo con una diosa como aquella si estaba bebida?

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now