66- Lejos y cerca a la vez.

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Alba entró por la puerta de su apartamento, movida por la petición de Maria de que pasara el día con ella y Vicky, había cedido a posponer su viaje hasta el día siguiente.

Colgó el abrigo, fue hasta la cocina y al levantar la mirada se topó con el reloj de pared. "La una de la madrugada... es tardísimo, seguro que está acostada" pensó instintivamente en Natalia, la echaba de menos. Abrió la nevera pero no vio nada que pudiera cerrar aquel agujero en el estómago, sabía que no era hambre lo que le rugía por dentro y la volvió a cerrar.

Se sacó el móvil del bolsillo y jugueteo un poco con él, quería escucharla, sólo escucharla... pero lo dejó en la encimera y lo miró desde lejos tratando de aclararse. La morena no la había llamado, aquello le preocupaba y la aliviaba en cierta forma, pues no tenía fuerzas para decirle que desaparecería por algunos días de Madrid... sin embargo ver en qué se había convertido la relación de Maria y Vicky la tenía bailando con las posibilidades. Volvió a acercarse al móvil, pulso la llamada automática y escuchó el primer tono... "la voy a despertar, la voy a despertar..." pensaba cada vez más nerviosa, pero algo le impedía terminar la llamada.

Cinco tonos, silencio tras el auricular, colgó. Se llevó el móvil al pecho y se dejó caer suavemente contra los muebles de la cocina hasta llegar al suelo... le había costado tanto llamarla, y si la despertaba. Miró la pantalla, quizá debía volver a intentarlo... se lo pensó, quería escucharla... marcó. De nuevo aquel primer tono... "uno, dos... tres... vamos... cuatro ... mierda"....

-      ¿Si?

Alba se incorporó de un salto del suelo, como si aquella voz le hubiera pellizcado sin piedad.

-      ¿Albi? –preguntó Natalia al percibir el silencio al otro lado-.
-      Buenas noches gatita, pensé que ya dormías... -reaccionó agarrando el móvil con fuerza para que no se le escapara-.
-      No, no... espera un segundo... -le dijo ella-.

La rubia escuchó música y jaleo de fondo, alguien había parado a Natalia y ella se despedía amablemente diciendo que tenía que atender una llamada, empezó a pensar que la había interrumpido en medio de algo importante. De pronto las voces y el ruido de fondo empezó a disminuir, un golpe seco, seguramente una puerta, y la tranquilidad del silencio se hizo...

-      Ya, perdona... ¿qué me decías? –le preguntó la navarra que no había podido oírla bien-.
-      Que pensé que ya dormías, pero creo que te interrumpí en mitad de algo importante... -le dijo ella, que se había sentado en el sofá-.
-      No me has interrumpido, en realidad acabas de salvarme de una fiesta desquiciante... llevo todo el día encerrada entre mi actitud de correcta hija y eficiente trabajadora... creo que podremos resolver el asunto de la exportación, al final –le comunicó-.
-      Nunca dudé de ello siendo tú la responsable del proyecto –le dijo Alba con una sonrisa-.
-      ¿Detecto un piropo en esas palabras? –le preguntó alegre Natalia, pues había decidido afrontar las cosas entre ellas con paciencia y determinación-.
-      ¿tú qué crees? –la esquivó más relajada por su actitud-.
-      Jajajaj... ¿Cómo te fue a ti el día? Cuéntame cosas... -le pidió la morena que ya se había acomodado en el sillón de su padre-.

Alba desechó la idea de contarle su sueño y sus planes, y se limitó a hablarle sobre el día que había pasado con sus dos amigas. Natalia recibió con gran alegría y sorpresa, la noticia de que estuvieran bien juntas y que pensaran en compartir piso. 

-      Me alegro tanto por ellas... seguro que les va bien, se lo merecen –le dijo-.
-      Sí, yo también creo que les irá bien –contestó la rubia feliz por ellas, triste porque el escuchar a Natalia y haber visto a sus amigas, le había puesto las cosas más difíciles-. Nat...
-      Tengo unas ganas horrorosas de verte... -se entrecruzaron al hablar las dos lineas de teléfono-.

Alba se paró en seco, ella también quería verla pero si lo hacía sabía que volvería a aquella noria de la cual no podría bajarse, no ahora que había abierto la puerta de lo que sentía.

-      Nat, de eso te quería hablar... -siguió-.
-      Dime... -le animó la chica sin esperar lo que vendría a continuación-.
-      Voy a tener que salir unos días de Madrid –le dijo, pues en el último momento le había parecido rastrero y cruel el no avisarla-.
-      ¿Muchos días? –preguntó Natalia nerviosa-.
-      Aún no lo sé, voy a ver a una amiga y no sé cuánto tiempo estaré fuera... espero que poco, quizá una semana, dos... un mes, quizá –dijo a media voz, no quería mentirle pero tampoco quería asustarla-.

Natalia sintió que su corazón se desbocaba, se irguió en el asiento incapaz de controlar el huracán que había empezado a soplar en su cabeza destruyéndolo todo a su paso. "¿Un mes??? ¡Yo no puedo estar sin verte un mes....!" Quiso gritar, pero se había quedado muda.

-      Nat, di algo... -le pidió ella-.
-      ¡No te vayas! –le pidió enérgicamente, sin pensar-.

A Alba aquella petición la pilló de improvisto, no era propio de la morena decir lo que quería sin tener en cuenta la situación de los demás, su ímpetu y necesidad la quebró.

-      Natalia... yo no... no puedo –le contestó finalmente-.
-      ¿Por qué no? ¿Es que le pasa algo a tu amiga? ¿Está enferma?... –esta estaba fuera de sí, se resistía a quedarse sumisa sin luchar, dejando que se marchara sin ninguna explicación-.
-      No, no está enferma... la que necesito ir a verla soy yo, necesito una vacaciones, estar tranquila, pensar... -le dijo la rubia nerviosa-.
-      ¿Esto es porque te dije que te quiero? –allí estaba la pregunta. Alba se estremeció, nunca pensó que reaccionaría con tanta determinación poniéndola contra la pared-. Porque si es por eso, no necesitas huir, te quiero, pero no voy a obligarte a nada... no voy a perseguirte ni acosarte ni voy a llorarte por los rincones, si tú no sientes lo mismo lo aceptare... te dejaré en paz, yo no soy una cliente Albi, no lo soy.. si no quieres verme dilo, dilo y te dejaré...
-      Nat, no lo eres, ya sé que no lo eres... -la detuvo, notando como en la voz de la morena crecía la ansiedad y la angustia por mucho que quisiera aparentar madurez en asimilar aquellas posibilidades-... Pero no estoy huyendo, ¿vale? Sólo necesito un poco de tiempo para mí.
-      Pues tómatelo, pero no necesitas irte para ello ¿no? ... -tenía que intentar retenerla, el hecho de pensar en que Alba se marchara, de no poder localizarla, era insoportable... ¿y si desaparecía para siempre?-

Ella suspiró, debía tranquilizarse, pero la angustia de Natalia la atravesaba más que la suya propia.

-      No puedo, me gustaría, pero sé que así no puedo... -dijo con voz apagada-.
-      ¿Pero por qué? ¿Por qué, no lo entiendo? –insistía ella-
-      Porque no puedo sabiendo que estas cerca... -le gritó, casi llorando-. Creo que me he enamorado de ti, y no puedo tomar decisiones por mí misma si sé que estas cerca... ¿no lo entiendes?

Natalia se quedó perpleja ante aquello... "¿me quiere?... ¡ME QUIERE!" aquella idea retumbaba en su cabeza anulando cualquier atisbo de cordura.

-      Por favor, di algo... no te quedes callada –le pidió suavemente Alba, confesarle aquello la tenía aterrada-.
-      ¿Has dicho que crees que me quieres? –le preguntó todo lo calmada que podía, casi en un susurro-.
-      Sí... eso he dicho –le contestó ella en un suspiro-.
-      ¿Me quieres? –volvió a preguntar Natalia incrédula-.
-      Sí... -contestó otra vez, que cada vez que repetía aquello parecía que empezaba a ser más consciente-.
-      Pero... espera... Me quieres, pero de quererme vaya... no de que me tienes cariño.. sino de que tú y yo... quizá.. tú y yo juntas.... En fin... -empezó ya a balbucear, poniéndose cada vez más nerviosa y alegre-.
-      Por favor... quieres matarme ¿no?... -le suplicó Alba tapándose la cara con una mano, mientras no podía evitar que la angustia se hubiera empezado a envolver de una sensación de felicidad extraña para ella-... Te quiero. ¿Qué más quieres que te diga?

Natalia sintió como el pecho se le inflaba en un segundo, la quería y ella parecía sentir lo mismo, no estaba luchando por un imposible, podía ser tan real como que existían.

-      Entonces quédate, Alba quédate... te prometo que iremos despacio, que esperaré a que tomes tus decisiones... Mira, si es por lo de dormir juntas, no lo haremos... cada una en su casa ¿vale? Hasta que tu digas, semanas, meses,... lo que quieras, haré lo que tú quieras hasta que estés convencida... No te pediré nada, no haré nada... -le pidió, incapaz de dejarla marchar ahora que tenía tan cerca de sí la posibilidad de estar con ella-.
-      Cariño, no puedo... de verdad que no puedo... -le dijo ella a pesar de ver como toda la poca voluntad que le quedaba le flaqueaba ante aquella voz-.
-      ¿Pero por qué? –le preguntó-.
-      Porque no tengo miedo de ti, sé que tú respetaras todo aquello que me digas, pero yo no podré... si pudiera ahora mismo, si supiera que estas en Madrid ahora mismo... iría corriendo a tus brazos, me muero por besarte, por olerte, por hacer el amor contigo... ese es el problema, que no puedo estar cerca de ti y pensar, no puedo simplemente no puedo –le dijo Alba-.  Necesito hacer esto sola, sino no saldrá bien, Nat... debes confiar en mí.

Esta respiró, Alba se iría... y ella tendría que soportarlo, la cosa era así.

-      Siempre confié en ti, no voy a empezar a dudar ahora. ¿Cuándo te vas? –cedió-.
-      Mañana... -le dijo ella-.
-      ¿Puedo preguntar a donde? –le dijo-.
-      Nat... -dudó-.
-      No voy a ir a buscarte, es sólo que me resulta insoportable no saber en qué parte del planeta estarás... -se desesperó sin querer-.
-      Estaré lo suficientemente lejos para no correr en busca tuya en unas horas, lo suficientemente cerca para en un día poder plantarme en Madrid... dejémoslo así ¿vale? –le contestó la rubia-.
-      Podré llamarte?? –preguntó-.
-      Nat por favor, no me lo pongas más difícil, te lo ruego... -le suplicó-.
-      Lo siento... lo siento... es que no... -se tapó la cara con la mano-. ¿Cómo sabré que estás bien? No puedo quedarme quieta sin saber cómo estarás, debes comprenderlo.

Alba también había pensado en aquello, ella misma no sabía si tendría la fuerza suficiente de permanecer sin noticias de la morena , así que le había dejado un recado a Maria por si la emergencia de tener noticias sobre ella la acuciaba.

-      Anota este número... -le dijo  y la chica anotó cada cifra en un papel-. Es el número de Maria, ella estará para ti si necesitas algo sobre mí ¿vale?
-      Albi... -se quiso quejar Natalia-.
-      Nat por favor... no, no hay nada más que decir sobre esto... no insistas o colgaré –la amenazó, pues no veía otra forma de contener la mínima parte de voluntad que le quedaba-.

Ella se asustó con la posibilidad de que le colgara, así que no insistió más. Los últimos minutos al teléfono fueron para evitar una despedida forzada, concentrándose tan solo en la idea de que cuando se volvieran a ver, quizá las cosas pudiera tomar un camino más equitativo y cómplice.

Anoche os prometí un capítulo extra, vosotras decidís si lo queréis ya o esta tarde, estoy a vuestras órdenes ;)

Sex education. //Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora