77- Gata callejera

15.9K 779 275
                                    

- Laura, no le digas nada de esto a Natalia ¿vale? –le pidió Alba antes de que entraran a la sala donde su novia inevitablemente había tenido ya que entrar con el resto de invitados-.
- Alba, tiene que saberlo... -se sorprendía la mujer de que le pidiera algo así-.
- ¿Crees que es el momento de decirle que su madre ha tratado de impedir que la acompañe esta noche? ¿De verdad crees que eso puede beneficiarla, beneficiaros en algo esta noche? –la detuvo la rubia con una actitud firme como un muro de acero-.
- Vale, llevas razón... pero se lo dirás, ¿verdad? Ella tiene derecho a saber quien está en medio del camino, Alba –le aconsejó Laura preocupada por ellas, no se merecían aquello-.

La joven le regaló un apretón en el hombro y una sonrisa tranquilizadora.

- Joder, es que no me lo creo... -resopló la mujer que no salía de su asombro-. Será mejor que entremos, menuda nochecita nos espera.

Y allí fueron, la puerta se abrió y la mujer entró en la habitación seguida de Maria y de Alba. Natalia se giró inevitablemente al verla, sabía por Bea que había ido a recoger a su chica pero no sabía la causa de aquello.

- Me disculpan? –preguntó sin esperar respuesta, y rápidamente empezó a esquivar a invitados en busca de una única figura-.

Tras las espaldas de Laura apareció Alba. Ella se quedó sin aliento, la rubia se tuvo que detener tras encontrarse con aquella mirada en la distancia. Como si fuera la primera vez, sus corazones empezaron a golpear, el resto de la sala dejó de existir mientras sus sonrisas se reconocían y se ensanchaban. Los pasos fueron cancelando la distancia, hasta que se encontró frente a ellas. Laura fue raptada rápidamente por unos invitados, y arrastró consigo a Maria después de que Natalia y ella se saludaran.
- Estás guapísima -le dijo la morena tras contemplarla-.
- Y tú me quitas el aliento -le contestó Alba que viéndola en aquel traje de noche negro, se había olvidado de todo lo demás-.

- No más que lo que tú me lo quitas a mí.... –le respondió ella y sin espera, se lanzó a las profundidades de la boca de la chica que se agarró a aquella piel para no caer mareada-.

La escena no pasó desapercibida por los invitados, ni mucho menos por cuatro ojos que desde distintas puntas de la sala presenciaron aquel beso con ira y rechazo.

- Nos están mirando...- susurró Alba avergonzada por primera vez, tras escapar de la suavidad de la boca de aquella mujer-.
- No me importa, llevaba todo el día deseando hacerlo –le contestó-. No vuelvas a desaparecer un día entero ¿de acuerdo?

A ella le halagó que Natalia la hubiera extrañado de aquel modo, la miró y le sonrió.

- De acuerdo... pero que sepas que empiezo a pensar que eres una gatita posesiva –le bromeó-.
- Sí?, pues me la trae floja lo que pienses de mí, siempre que no te me escapes –le contestó ella también sonriente, con la rubia a su lado se creía capaz de todo-. Ven, te quiero presentar a un par de personas...

Y la siguió anclada de dedos a su mano, que se apoderó de ella como si fueran solo una.
---
Durante largo rato, los compromisos con los invitados las mantuvieron a salvo. Maria fue arropada por Laura y Bea, mientras Natalia se relacionaba con los clientes presentando a Alba como su pareja. Juntas todo era fácil, las conversaciones se forjaban amenas y la luz que desprendían encantaba a todo el que se acercaba a ellas. Se olvidó por completo fe que Virginia seguía en la fiesta, y Alba omitió totalmente el incidente sufrido en la entrada, hasta que finalmente la realidad se impuso inexorablemente.

- Bueno cariño, ¿no nos vas a presentar? –la voz de su madre, hizo que se girara y con ella, la rubia-.
- Claro que sí, mamá, papá... os presento a Alba, ella es la mujer de la que os he hablado –les dijo ella con una sonrisa complacida-.
- Encantada de conocerlos, es un placer –les dijo Alba tendiéndoles la mano afablemente-.
- Anda ven aquí hija... dame un abrazo –le dijo el padre de Natalia que se negó a aceptarle la mano a aquella muchacha que había conseguido hacer que su hija volviera a sonreír de nuevo después de tanto tiempo-. Bienvenida a la familia, Natalia no deja de hablar de ti, y eso es raro, porque habladora, lo que se dice habladora pues como que no es.
- Si, la verdad es que el diálogo no es su fuerte, pero lo compensa con otras cosas –se unió al comentario ella encantada de descubrir sin duda alguna de cuál de sus dos progenitores la morena había recibido su cordialidad y encanto-. Señora Lacunza, es un placer.... –la saludó tendiéndole la mano-.

Sex education. //Albalia.Where stories live. Discover now