One Shot: Laia

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Gris

Caminar por Solaris de la mano de su amada era un lujo que no se podía dar en gran parte de Continente, sobre todo en la zona este de ese gran territorio. Sin embargo, Solaris era la excepción. Sus reyes eran una pareja de machos bastante agradables que gobernaban esas tierras desde hace más de mil años. Años que habían servido para normalizar cualquier tipo de amor.

Por eso Mor amaba esa ciudad y siempre le pedía visitarla en vacaciones. Laia no se quejaba, aun que para ser sincera, no le gustaban las ciudades en medio de desiertos, por más oasis que fueran, siempre le traían malos recuerdos. Recuerdos que podían ser aplacados fácilmente con la amplia sonrisa del amor de su vida o con un beso robado mientras caminaban por el mercado central.

Si, a quien engañaba. Solaris era increíble si iba con Mor.

– Deberías de comprarle un regalo especial. – Comentó Mor mientras observaba unas telas de colores de atardeceres. Laia levantó las cejas.

– No creo que sea conveniente regalarle más vestidos. – respondió.

El cumpleaños de Tessrin se acercaba y como cada año, ellas se darían tiempo de visitarla por un par de semanas. Sin embargo, este cumpleaños era diferente, sería el primer año sin Mal, así que el regalo tendría que ser especial. Aún si sabía que ningún regalo compensaría la perdida de uno de sus compañeros.

Mor le acarició la mano con cariño.

– ¿Quizás un arma? – Preguntó tratando de sacarla del hueco en el que se había metido al recordar a Mal. Ella también lo extrañaba. Negó rápidamente con la cabeza.

– Siempre le regalo armas. – Suspiró con fuerza. – Que difícil es dar regalos. – gruñó. Mor rio y siguió caminando mientras entrelazaba sus manos y la conducía hasta un puesto de zapatos, pero nada le convencía. Siguieron caminando hasta que los pies le comenzaron a doler y el sol comenzó a calentar sus cabezas.

– ¡Ya se! – Chilló haciendo que Mor diera un saltito. La miró confundida mientras Laia sonreía de oreja a oreja. – Una flor de Solaris. Esas que brillan de noche. Estoy segura que le encantará. Sobre todo si las plantamos alrededor del árbol de Mal – Mor se acercó y tomó su rostro con ambas manos.

– Por eso te amo tanto. – Le dijo mientras le daba un beso ligero. El centro de Laia se calentó con las palabras de Mor, tanto, que tuvo que rodear su cintura con ambas manos para que el beso se prolongara más. El rostro de Mor se alejó ligeramente de ella.

– No me prendas, porque te llevaré al hotel y ya no saldremos más. – Le susurró haciendo que las mejillas de Laia se prendieran. Aún que la idea le apetecía, solo les quedaba un día más en Solaris antes de que Ítaca abriera el portal y las llevara a casa. Así que no era una opción.

El olor a perfumes les indicó que ya estaban cerca del mercado flotante de flores de Solaris.

– No se por que no habíamos pensado en esto antes. – Dijo Mor, observando el hermoso mercado delante de ellas.

El mercado de flores de Solaris era uno de los más hermosos de todo el mundo. Tenia amplias columnas de mármol grueso y oscuro que resaltaban las flores que se vendían entre ellas. Pero la verdadera belleza de ese mercado era el canal cristalino que tenia en el medio todas las barcas que vendían las flores mas exóticas de esa zona del Continente.

Caminaron por las amplias veredas, mientras buscaban las flores entre todo el gentío. El mercado de flores siempre estaba lleno, sin importar la hora o la época.

– Creo que también llevare un par de rosas mágicas para Elain. – Dijo Mor observando las flores tornasol que había en uno de los puestos flotantes.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónWhere stories live. Discover now