El fin de la maldición

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TESSRIN 

No pudo dormir más que dos horas esa noche. Se pasó todo el tiempo haciéndose runas para no llorar, para no temer, para ser fuerte, para ser más rápida... todo mientras miraba a sus dos compañeros en la cama. ¿Cómo podían dormir si sabían lo que se avecinaba?

Al alba, cuando sonaron las cornetas, ella ya estaba preparada. Su traje de fresno se ajustaba a su cuerpo, al igual que su cinturón de dagas. Dentro del traje llevaba el collar que Mal le había regalado. Lo ajusto con fuerza y forzó una sonrisa al ver como despertaba.

– Iré a ver a Laia. – Les habló y salió de la carpa. Entró a la carpa que tenía al frente y se encontró con una Laia ya vestida e igual de preocupada que ella. Recortaron el espacio y se fusionaron en un abrazo.

– Todo estará bien. Solo cruza el portal de Ítaca apenas se rompa la maldición.

– ¿Qué pasa si él está allí? ¿Qué pasa si lo veo? – preguntó.

– No lo hará. Si papá sigue vivo, Ezra lo estará protegiendo. – respondió Tessrin y le acarició su mejilla. – Todo estará bien. – Repitió. Quizás si lo hacia varias veces se lo creería. Buscó en la carpa y descubrió que Mor no estaba allí.

– ¿Dónde está Mor? – le preguntó con miedo. Laia se mordió el labio.

– Le dije que se fuera con Feyre a los barcos. Odia luchar y tenerla en este campamento solo me desconcentraría más. Estará segura allí

– Desearía hacer lo mismo con Mal. – dijo con algo de tristeza. Su hermana solo se limitó a abrazarla con fuerza.

– Fuerza Tess. – Le susurró al oído y le beso la cabeza.

Cuando Tessrin regresó a su carpa, encontró a sus dos compañeros con sus trajes de fresno.

– Se ven tan apetecibles, que en otras circunstancias ya hubiese desvanecido esos trajes. – Bromeó. Mal sonrió y la besó en los labios.

– Ayer nos destruiste y ¿ahora esto? ¿Tu plan es dejarnos fuera de combate? – preguntó mientras le sonreía ligeramente.

– ¿Hay alguna posibilidad de hacerlo? – les preguntó y los observó a ambos.

– Obviamente no Tess. – Le habló Cal y se acercó a ella, la beso y luego los abrazó a ambos. Juntaron sus cabezas y por un instante no escuchó nada más que sus respiraciones. – Pase lo que pase hoy, quiero que se mantengan malditamente vivos, porque los quiero ver esta noche – les habló. Tessrin sintió un nudo en el estomago.

– Hablas como si no fuéramos a pelear espalda contra espalda. – Le dijo Mal.

– Solo lo digo si yo no puedo regresar. – respondió. Tessrin lo observó a los ojos y luego dijo:

– Será mejor que vengas, porque sino dejáremos a todo nuestro equipo por ir a buscarte.

– Creo que eso nos dejaría un poco mal parados, pero estoy completamente de acuerdo con Tessa. – dijo Mal.

– Ah estúpidos, regresaré. – respondió y los tres se abrazaron con fuerza. Unos segundos después Kaphius entró.

– Será mejor que salgan a desayunar si no quieren morir de hambre en combate. – les pidió.

– Esta bien papá. – bromeó Mal y caminó hacia la zona de ollas comunes.


Una hora después Tessrin veía a toda su gente ordenada, lista para salir hacia sus zonas respectivas de combate. Se levantó del piso con sus imponentes alas, quería verlos a todos.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora