Verdad

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Cal

Escapar no era una opción, hablar tampoco, así que simplemente se quedo en silencio, observando a Dorael.

– ¿No vas a hablar? – preguntó Dorael mientras sacaba uno de sus tentáculos por debajo de su túnica. Lo tomó entre sus manos y lo estrujó con fuerza, metiéndole las uñas hasta que sangrara. Como si infligirse dolor le produciría dolor a Cal.

Oh

Cayó en la cuenta de que el dolor debía de estar siendo infligido al verdadero Samuel.

Mierda, acababa de ser descubierto.

Dorael lo examinó con la mirada mientras apretaba los dientes y hacia reventar el tentáculo entre sus manos.

– ¿Quién eres? – le preguntó. Cal no respondió y Dorael forzó una sonrisa – Supongo que lo averiguaremos pronto. – habló y los soldados se llevaron a Cal.

Mal

Mal despertó con los gritos de Samuel. Gritos incesantes de dolor. Entró a la habitación donde los había dejado. Laia ya estaba parada y alerta a pesar de su palidez, Samuel estaba de rodillas en el piso, escupiendo sangre mientras se agarraba las costillas. Le miro con terror mientras intentaba decir algo, pero la sangre salía a borbotones de su boca., segundos después Samuel caía al piso en un gran charco de sangre. Estaba muerto.

No tardó mucho tiempo en entender lo que acaba de ocurrir. Dorael había matado a Samuel por medio de la conexión que tenia con él. Tomó aire, si Dorael quería, también podía hacerlo con él o con Laia. En verdad casi todos en esa ciudad estaban indefensos frente a esa magia. Todos menos Tessrin, Cal y los niños que aun no firmaban el contrato.

Cal

Lo buscó con rapidez mientras maldecía para si mismo, Cal no estaba allí. Su estomago se estrujó por la molestia, pero luego esa molestia se convirtió en pánico.

Tessrin

Tessrin no supo en que momento se quedo dormida, en verdad creyó que no cerraría los ojos hasta que amaneciera, pero el cansancio le había ganado al miedo.

Miedo, después de tanto tiempo ella realmente sentía miedo. Y no temía por su vida, sino por todas las otras vidas que ella estaba poniendo en riesgo por su mal carácter.

Alguien tocó la puerta y entró después de unos segundos.

– El señor Dorael pide que se aliste para salir. Hoy les toca conocer su tierra, señora. – se limitó a decir la criada y luego se fue.

Tessrin miró la puerta cerrarse con tanta confusión que tardo unos minutos en reaccionar. ¿A que estaba jugando Dorael?

Abrir su armario, solo había ropas de seda que no servían mucho para caminar y conocer la "tierra", así que decidió optar por unos pantalones anchos similares a los que Laia utilizaba y un pequeño polo que dejaba al descubierto parte de sus costillas.

– Que bueno que ya estas aquí. – dijo Dorael en el comedor, como si nada hubiese ocurrido.

– ¿Qué esta sucediendo? – le preguntó de frente. No tenía animo para sacar comentarios ilustres.

– Ayer si que me hiciste enojar, pero querida mía, supongo que así son los matrimonios. – habló en broma y siguió comiendo. Tessrin se sentó frente a él y tomó un vaso de jugo.

– ¿No me mataras?

– No. – susurró y le sonrío ligeramente.

El maldito estaba jugando con ella y a pesar de que Tessrin no quería, le dejaría hacerlo.

Una Corte de Venganza y Ruinas   -  Una Corte de Venganza y RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora