La casa del viento

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Cal

– ¿Donde esta mi hermana? – fue la primera pregunta que hizo Tessrin.

La tensión entre los presentes se rompió en mil pedazos. No importaba si Cal estaba a punto de matar a esos machos por solo mirar a Tessrin, aquellas palabras lo habían plantado en el piso como plomo. No haría una escena allí, no cuando Tessrin esperaba tener noticas de Laia. Azriel que jamás hacia bromas y que siempre parecía ser el más correcto de todos le extendiendo una mano.

– Sígueme. – fue lo único que dijo.

Sígueme, no síganme o vengan los dos, nada de eso. Cal no estaba invitado a esa conversación y el sabia por que.

Dejó que Tessrin se fuera, sin ni siquiera mirarlo, sin ni si quiera hacerle sentir algo por ese vinculo extraño que ambos tenían por ser compañeros. Nada. No había nada más que frialdad. ¿Qué había visto? ¿Qué demonios había hecho que cambiara así de rápido?

Todos esperaron en silencio hasta que Tessrin y Azriel desaparecieron por una de las puertas de vidrio. Fue Cassian el primero que rompió el hielo con una sonrisa socarrona y un saludo típico de él:

– Hola gusano.

– Hola. – Saludo Cal, nervioso, no solo por la falta de su compañera, sino también por tenerlos allí, reunidos a todos porque él había despertado. Solo los lograba ver unidos en temporada de fiestas. Habían pasado 20 años desde que no los había visto así. Su estomago se revolvió.

– Pues esto se esta haciendo ridículo. – Hablo Mor y se abalanzó a Cal en un fuerte abrazo fraternal.

– Estúpido. Dejarme así, con las ganas de abrazarte. – sollozó en su oído mientras las lagrimas caían por sus mejillas.

– Deja al muchacho respirar Mor. – hablo con frialdad Amren. Mor se alejó de Cal, algo sonrosada. – Deja que el chico abrace a todos. – se corrigió.

Un comentario con sentimiento, un comentario que demostraba que esa hembra de ojos plata también lo había extrañado. Cal la abrazó con fuerza, sin importarle que fuera pequeña y que en el abrazo la estuviera levantando del piso. Nada, simplemente quería sentir a todos sus amigos otra vez. Soltó a una Amren algo tambaleante y estuvo a punto de abrazar a Cassian, pero en vez de un abrazo recibió un puñetazo fuerte en el rostro, tan fuerte que lo dejó en el piso.

– Machos. – gruñó Amren sin mucho animo.

– Bueno creo que te merecías eso. – acotó Mor.

Cal no estaba molestó, realmente no. Sonrió mientras se limpiaba la sangre de la boca con la manga y se levantaba con gracilidad.

– Eso es por dejar a Mor en la montaña. – Le habló Cassian.

Cal se sintió algo culpable, sabia muy bien cual era la relación de Mor y su padre, cuan difícil debía haber sido ir a esa casa a buscarlo a él. Lo entendía ahora que no estaba tan segado por la presencia de Tessrin. ¡Tessrin!

Sus instintos despertaron de su pequeña tregua y le rugieron volver con Tessrin.

– Tengo que ir con ella. – hablo Cal abruptamente.

Cassian le cortó el camino.

– No estas invitado a esa conversación.

– Tengo todo de estar allí. Ella es mi compañera.

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